Druig

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 Lexia había desaparecido de Tenochtitlan sin ser vista, llevaba siglos lejos de algunos de sus familiares, sin embargo, la hora había llegado. Mientras Sersi y Ikaris estaban en busca de Phastos, los demás se encargaban de persuadir a la reina "pacifista" en que se había convertido Lexia. 

 Para ese momento la mesa estaba servida.

 —Tomen asiento donde quieran— habló Lexia sentándose al lado de una niña llamada Lilia.

 Todos tomaron asiento sorprendidos por la calidez de una mansión tan grande y llena de gente, en especial Druig, quien se preguntaba como Lexia había conseguido tanta armonía por si sola.

 —¿Es tu hija?— preguntó Druig de la nada señalando a Lilia.

 —Oh, ¿yo?— Lilia rió tomando una rebanada de lasaña— Nana nunca se ha casado, todos saben que se necesita tener un esposo para eso— el rostro de la eterna, sin duda alguna, estaba tan rojo como un  tomate en su punto— Esperen... ¿Dije algo malo?

 —No, no cariño— rió Lexia— solo pasa que ese tipo de cosas no se comentan en la mesa.

 —Me agrada la niña— habló Kingo.

 La cena continuó entre chistes, risas y anécdotas de los últimos quinientos años. Druig y Lexia intercambiaron miradas más de una vez, de alguna manera ella sabía que no quebrantaría su promesa, sin embargo le era divertido ver como trataba de descifrar sus pensamientos.

 —Bueno, recapitulemos— se sentó en el filo del escritorio— Número uno, los desviantes volvieron de alguna manera, número dos, nuestra misión fue una farsa— en un gesto de desgaste emocional y confusión, se tomó el puente de mi nariz por un segundo— ¿Quién me explica?

 —Ajak fue asesinada por un desviante— habló Sprite— el mismo desviante nos rastreó hasta Londres a Sersi y a mí, la cuestión es que esa cosa absorbió los poderes de Ajak.

 —Luego el mismo desviante los rastreó hasta mi ayer— habló Druig esta vez— Ahí asesinó a Gilgamesh.

 —Esa cosa es nuestra última preocupación de hecho— dijo Sprite poniéndose en pie al igual que Thena, quien tomó a Karun del brazo sacándolo — Nosotros mejor nos retiramos, yo no quiero escuchar esto de nuevo.

 Lexia asintió, entendiendo enseguida y dándole una mirada preocupada a Thena.

 —No me distraeré más del tema principal— Kingo se puso en pie y comenzó a relatar toda la falacia que fue la misión "sagrada", de Arishem, la situación era delicada en extremo y el tiempo era escaso.

 —Estoy dentro— respondió la eterna de la nada— Este es el hogar de Lilia, y yo le prometí a su madre que me aseguraría de su bienestar. 

 Kingo sonrió abrazando a Lexia en un impulso, mientras tanto Druig salió de el estudio de la chica en cuanto pudo. Lexia se encontraba cansada y altamente estresada por el tema, sin mencionar la tensión latente que se sentía cuando ella y Druig compartían espacio.

 Sin dudarlo se dirigió a su cuarto, tomaría un baño mientras los chicos recorrían la mansión con la pequeña Lilia, quien se había empeñado en darles un tour.

 Tan solo un segundo después de poner un pie en el baño y sentir el agua caliente calando su piel, comenzó a llorar; eran incontables los recuerdos nostálgicos que experimentaba, y los sentimientos desenterrados por estos recuerdos no eran fáciles de manejar, aún incluso para alguien tan longevo como ella misma. El sonido del agua cayendo y deslizándose por su cuerpo fue incapaz de opacar el sonido de los gritos en la planta baja de mansión. 

 La eterna de inmediato salió de la ducha, tomando las primeras prendas de su armario, corriendo así a paso firme al balcón, viendo de que trataba el alboroto, había un desviante; sin pensarlo saltó del balcón creando una enredadera que le ayudara en la caída.

 —¡Todos adentro!— gritó despertando a las plantas carnívoras durmientes.

 —¡Mamá!

 La voz de Lilia se escuchó justo en la entrada de la mansión, distrayendo así a la eterna, acto que fue aprovechado por el desviante, el cuál le causó una herida prominente en el brazo. Druig notó esto, tomó a la niña abrazándola y tranquilizándola con sus poderes, por el otro lado Kingo y Thena salieron enseguida para ayudar a Lexia, quien para su sorpresa le estaba haciendo frente a el desviante de una manera que nunca habían visto antes.

 Las plantas carnívoras formadas por Lexia le doblaban el tamaño a la castaña, quien se veía impulsada por el torbellino de sentimientos que estaba experimentando, todo sin darse cuenta que la blusa de tirantes que había tomado con rapidez anteriormente, dejaba a la vista la cicatriz en forma de garras que decoraba su espalda. 

 Thena y Kingo remataron a el desviante, mientras Lexia entraba en trance por todo lo experimentado. Druig lo notó, así que asegurándose de que el desviente estaba muerto dejó que Lilia corriera hasta ella para tranquilizarse.

 —¿Estás bien mamá?— Lilia cubrió la espalda de Lexia con su suéter, conociendo la razón de su cicatriz.

 —Si cariño— la abrazó— gracias por preocuparte.

 Después de limpiar el remanente la pelea Lexia volvió a tomar una ducha, esta vez menos abrumada, pero pensativa en como Druig protegió a Lilia, a su manera; al salir del baño escogió la ropa más cómoda en su armario, cambiándose aún un tanto distraída.

 La puerta se abrió sin previo aviso, justo cuando la única prenda faltante en su cuerpo era su blusa.

 —Sigues siendo bastante inoportuno Druig— habló Lexia riendo un poco.

 —Yo no..— Druig miró el tamaño de la cicatriz que decoraba la espalda de Lexia, cicatriz que ya había divisado durante la pelea de hacía casi una hora. Sin previo aviso se acercó y la tocó, haciendo que Lexia resintiera su tacto.

 —¿Druig?— preguntó preocupada.

 —He visto tu espalda antes— habló Druig refiriéndose a las múltiples veces que estuvo en la playa junto con ella— ¿Qué te sucedió, Lexia?— preguntó mientras la eterna se terminaba de poner la camisa.

 —Protegía a la abuela de Lilia— respondió la castaña mirándole a los ojos.

 —Perdóname— Druig la abrazó— Te he extrañado tanto, no te imaginas cuanto— la conexión que Druig y Lexia compartían causó que que de manera inconsciente Druig le hiciera ver múltiples recuerdos propios y secretos a Lexia.

 Esos recuerdos la rompieron, ella tenía a Lilia, y aunque Druig no estaba solo, no tenía a nadie realmente cercano, todas las personas que estaban y estuvieron a su alrededor eran ajenos a su dolor. 

 —Druig— la castaña habló— Puedes entrar, he visto como te has retenido, no tienes que— habló refiriéndose a la promesa de siglos que Lexia le hizó cumplir a Druig, el no podría entrar a su mente hasta que ella estuviera preparada, todo como medida preventiva para ocultar sus sentimientos.

 Druig la vio, la vio proteger a cientos de personas a lo largo de esos quinientos años, pero también la vio llorar por él y un amor que nunca pudo confesar.

 —Así que nunca rompiste tu voto— Druig rio al recordar el voto que Lexia había hecho en Atenas miles de años atrás.

 —Por algo Sprite tomó eso de mí para crear a Hestia— Lexia rio— No me casaría sin amor Druig, es lo más hermoso que poseen los humanos.

 —¿Entonces porqué nunca lo dijiste?— preguntó Druig tomando el mentón de la castaña.

 —No lo sé— Lexia lo miró— Era débil Druig, no tenía la madurez que poseo ahora. Perdí mucho tiempo limitando mis poderes.

 Sin previo aviso, Druig la besó, eso la tomó por sorpresa, ambos se sentían únicos, como si sus sentidos se maximizaran y sus corazones se fusionaran, eran dos almas unidas por aquello que los humanos más sentimentales llamaban, amor puro.

 —Perdón por nunca decirlo Lexia. Yo siempre te amé.


Nex

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