Buena distracción

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Estaba recostada intentando estudiar pero no lograba concentrarme. Él entraba y salía de la habitación, se miraba al espejo, buscaba una cosa, luego otra, y me distraía.

Mi semana estaba llena de exámenes y yo lo envidiaba a él. Salía con sus amigos para no distraerme, se encerraba en el sótano a tocar la guitarra hasta que le dolieran las manos, miraba películas o cualquier otro programa, intentaba componer y era cuando más tranquilo estaba, dormía las horas que quería y se desaparecía de vez en cuando sin avisar.

— ¿Cómo vas con esas hojas? —preguntó al verme leyendo

— Viendo como te mueves de un lado al otro, no logro que nada se me quede en la cabeza —se quedó viéndome

— Discúlpame hermosa. Es que, hay cosas que no encuentro. Acomodaste la casa y para mí es un completo desorden

— Quedamos que antes de que empezara a estudiar, limpiaría todo a fondo para estar tranquila sin tropezar con las cosas

— Lo sé, cariño. Mi intención es molestarte lo menos posible pero... es que simplemente no encuentro nada

— ¡Hombres!... —dije negando con mi cabeza

Bajé de la cama y me acerqué al mueble de la ropa. Sabía bien qué era lo que necesitaba. Saqué su camiseta de uno de los cajones de la cómoda y se la dí mientras él reía apenado después de deshacer el cuarto recién acomodado buscando la simple prenda.

Paul estaba allí parado frente a mí y se había deshecho de su camiseta. Su torso se veía tan... hermoso... tan perfecto, no encontraba una palabra exacta para definirlo.

Sus brazos eran tan fuertes y marcados que mis dientes se querían apoderar de su piel. Volví a subir a la cama. Lo miraba de reojo ponérsela, sacar su cabello de abajo de ella. Mordí mis labios, pero intentaba centrarme en lo que realmente tenía que tener toda mi atención. En dos días tenía que dar ese examen y realmente era importante que obtuviera una buena nota si quería mantener mi título como la mejor de la facultad.

Se acercó a mí y me dió un beso corto en los labios. Olía delicioso con esa fragancia tan masculina que yo le había obsequiado hace un par de días en su cumpleaños. Me hizo suspirar, y sabía que después de irse, su olor permanecería en la habitación para recordarlo un poco más.

— La verdad es que tengo más ganas de quedarme que de salir. Para que cuando yo vuelva no estés dormida —dejó un beso en mi cuello que me causó escalofríos

— Si te vas ahora, será lo mejor. No he podido concentrarme ni un poco

Su cara dejó ver que estaba algo
decepcionado por lo que oía. Presionó sus labios uno contra otro y suspiró.

Se acomodó a mi lado e intentó leer lo que decían mis apuntes, o al menos eso creí.

Respiraba sobre mi cabello que cubría mi oreja izquierda. Me generaba más escalofríos que el beso en el cuello. Eran como susurros sin palabras de por medio. Quería ignorarlo, pero justo cuando quise ponerme firme con esa idea, posó su mano sobre mi muslo debajo de la costura de mi short y comenzó a acariciarme presionando con fuerza mi pierna.

— Tienes un perfume delicado y
muy bonito. ¿Es tu shampoo? —reí

— Sí. Es nuevo —sonreí

— Pues, eso te vuelve más sexi... más de lo que ya lo eres Grace —respiró sobre mi oído luego de correr mi cabello

Empezó con besos cortos y lentos. Su mano estaba sobre mi sexo pero luego decidió subirla y aventurarse bajo mi camiseta. Al sentir sus varoniles manos acariciando mis senos sin sostén éstos se pusieron de punta.

🥀 Hotter Than Hell | Paul StanleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora