Capítulo 4: Un nuevo futuro para el Imperio

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 –¿Cómo está? –preguntó Kaga.

Se encontraba en el ala médica del cuartel general, después de la destrucción del último contingente Siren, el Mar Espejo se deshizo y finalmente pudieron volver sanas y salvas, y aunque Kaga estaba igual o peor de herida que Amagi, no pudo evitar huir de su revisión médica para comprobar el estado de ella.

–Acaba de recobrar la consciencia hace unos momentos, pero no tengo más buenas noticias para darte. Va a necesitar más descanso así que no puede recibir más visitas por hoy. –Hatakaze sacudió su cabeza mientras le explicaba la situación, su voz estaba a apunto de romperse.

–Durante su revisión, nos dimos cuenta que el Wisdom Cube de Amagi está severamente dañado. Nadie sabe exactamente que pudo haberlo causado... –la mirada de Hatakaze se volvió triste –. De hecho, lo más probable es que ella haya estado luchando con esto desde hace algún tiempo. Su condición se ha de haber intensificado debido al sobreesfuerzo que hizo durante los sucesos del Mar Espejo... Sin embargo, estoy preocupada porque...

–¿Porque qué?

–En el estado en el que está... no creo que sea capaz de siquiera llevar una vida normal de civil, dejando fuera la posibilidad de que reciba su remodelación a portaaviones.

Kaga guardó silencio mientras intentaba aceptar todo lo que le estaba diciendo Hatakaze.

–Sólo considera eso como el peor escenario posible. No le he dicho a nadie de esto... –Hatakaze alzó la mirada –. Ni siquiera se lo he contado a la que está recibiendo su remodelación justo ahora.

Kaga continuó sin pronunciar palabra, pensó brevemente en Akagi y con los ojos acumulando lágrimas, se dio la vuelta y salió del edificio.

Hatakaze suspiró y entró de nuevo al pequeño cuarto en el que se encontraba Amagi, ella estaba acostada en la cama blanca, esperando el paso del tiempo.

–¿Hatakaze...? –preguntó de manera calmada Amagi sin abrir los ojos.

–Aquí estoy, Amagi.

–Sólo hay... una cosa más por hacer... por favor, te lo pido.

–Por supuesto, me aseguraré de que se haga.

Y así, el día del destino llegó.

–Yo soy Nagato, buque insignia de la Flota Combinada. Ciudadanos del Imperio Sakura, ¡préstenme sus oídos!

Nagato se encontraba, al igual que en la ceremonia de inicio de los ejercicios anuales, en un podio improvisado, y ante ella había varias filas de ciudadanos y personal de la Marina.

–Como ya han escuchado, las Siren invadieron nuestras aguas cuando no estábamos preparados. Capturaron y convirtieron una de nuestras zonas de entrenamiento en un Mar Espejo. Debemos responsabilizarnos por esto y aprender de las consecuencias de nuestra negligencia estratégica. Como resultado de esto, la Flota Combinada deberá fortalecer sus defensas perimetrales, patrullando y estableciendo guarniciones en islas remotas. También estamos formulando un plan para reclamar lo que se nos quitó hace tiempo... Así pues, para poder fortalecer nuestros escuadrones de torpedos y flotas de retaguardia para defendernos contra invasiones a gran escala de Siren, ¡tendremos otro ejercicio naval!

Una ovación se escuchó en todo el lugar, y una vez el silencio se volvió a instaurar, Nagato continuó:

–Ahora bien, el equipo rojo estará a la ofensiva, y el equipo azul tendrá que defender. Aquellos que deseen dejar una fuerte impresión, les recomiendo que hagan lo mejor para demostrar su poder y técnica... Así pues, decreto oficialmente, ¡que los juegos de guerra de defensa comiencen!

Ecos CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora