1. Joaquín

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- Brian, por favor no vayas a escaparte de nuevo cuándo no estoy, no puedo irme a trabajar sin saber si estás en casa ó no, por favor.

- No te preocupes, Emilio, no volveré a hacerlo porque sé que te preocupaste mucho.

- Hay pizza en el horno por si te dá hambre, también hay pollo, llámame si necesitas algo.

- Estaré bien, Emi, te lo prometo.

- De acuerdo.

- Ten mucho cuidado, ¿Sí? Y no vayas a sitios peligrosos.

- No lo haré.

Sabía que esa era una promesa que no podía cumplir del todo, si un cliente se subía al taxi y me pedía que lo llevara a aquellos sitios "peligrosos", yo tenía que hacerlo, era mi trabajo. Me acerqué a Brian, para dejar un beso en su frente y taparlo mejor con la manta cómo si tuviera 4 años.

- Nos vemos en la mañana.

- Vé con cuidado, Emilio.

- Lo haré.

Salí de la habitación luego de apagar la lámpara, cerré la puerta y bajé al primer piso, cogí mis llaves, billetera y celular y salí de la casa, subí al taxi y comencé a conducir, prendí la radio y una canción de Bruno Mars ya iba por la mitad.

Así comenzó mi noche.

Ya eran casi las 4 de la madrugada y no había tenido mucha suerte, así que estaba por regresar a casa porque me encontraba demasiado cansado y no quería que ésto ocasionara un accidente por algún micro sueño

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Ya eran casi las 4 de la madrugada y no había tenido mucha suerte, así que estaba por regresar a casa porque me encontraba demasiado cansado y no quería que ésto ocasionara un accidente por algún micro sueño. A unos pocos metros ví que un grupo de hombres, claramente ebrios, me hacían la señal para que me detuviera, no lo iba a hacer, no tenía ganas de lidiar con un grupo de ebrios a ésta hora de la madrugada, pero lastimosamente no podía darme ese lujo. Me detuve y ellos subieron al auto, 4 hombres en total en el peor estado de ebriedad.

- Buenos noches, ¿A dónde se dirigen?

- Llévanos a dónde las buenas, buenas, sí me entiendes, ¿No?

Fruncí el ceño sin entender demasiado.

- ¿A dónde?

- A dónde las prostitutas, nene.

Fruncí los labios, pero sabía que ya no podía evitar ir hasta allí, si les pedía que se bajaran del taxi, lo más probable es que me llevara un par de insultos, y con poca suerte, una paliza. Comencé a conducir hacía la "Zona Roja" de nuestra pequeña ciudad. Los hombres en la parte de atrás iban hablando una cantidad de vulgaridades que hubiera preferido no escuchar. Las mujeres no son objetos ó juguetes sexuales para que se refieran de esa manera sobre ellas. Solté un suspiro y entré a unos de los callejones más concurridos, para ser tan temprano y con tanto frío, había mucha gente, la mayoría con muy poca ropa. Traté de ver lo menos posible, los hombres me pagaron y se bajaron sin esperar el cambio, me encogí de hombros y comencé a conducir fuera de allí, pero era casi imposible, las mujeres y hombres casi desnudos se atravesaban en mi camino con total descaro. Lo siento, pero jamás buscaría placer en un sitio así, sin menospreciar, pero no podría. Hice una mueca de asco cuándo ví a 2 personas teniendo sexo en una esquina, ésto era demasiado para mí.

Angelito De La Calle // Adaptación Emiliaco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora