4. Celos

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Sonreí y acaricié su cintura, Joaquín cogió el stitch y las paletas de mis manos.

- Uhm, mi pancita suena, creo que tiene hambre.

Sonreí y busqué algún puesto de comidas rápidas.

- Vamos.

Caminamos hacía el puesto, Joaquín con sus dulces y su peluche.

- Uhm, Emi, yo no sé qué pedir. Nunca he comido ésto.

- ¿No?

- Mi mamá nunca me dejó comer algo así, porque me iba a engordar, según ella. Y pues cuándo murió, apenas y tenía para comprar un pan.

- Bueno, ¿Qué tal una hamburguesa?

- Tú sabrás.

Pedí 2 hamburguesas y 2 gaseosas para llevar, así me las darían en una bolsa y yo me encargaría de buscar un lugar en dónde comer, Joaquín tenía sus 2 manos ocupadas. Mientras hacían la comida, observé a Joaquín que miraba las personas a su alrededor sonriendo, cuándo los niños lo miraban a causa del peluche, él los saludaba con una sonrisa en sus labios.

- Aquí tiene.

Pagué y recibí la bolsa con las 2 hamburguesas, uno de los vasos y Joaquín el otro.

- Ven, sentémonos aquí.

Nos sentamos en una de las tantas bancas de madera del parque, Joaquín dejó su stitch a un lado y recibió una de las hamburguesas.

- No voy a morir por comer hamburguesas cómo decía mi mamá ¿Cierto?

Reí divertido y negué.

- No estaría hablando contigo de ser así, suelo ser un fan número uno de las hamburguesas.

Joaquín mordió su hamburguesa y me miró sonriendo.

- Está muy buena.

- Es hora de ir a casa

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- Es hora de ir a casa.

Ya habíamos recorrido prácticamente todo el parque, subiéndonos a los juegos, comiendo dulces y comprando cosas que nos gustaran. Joaquín había visto un gorro blanco con orejas negras y se había enamorado de él, así que sin pensarlo lo compré y se lo puse. Se veía adorable.

- Sí, estoy agotado y es tarde.

Nos subimos a un taxi y dí la dirección de mi casa, Joaquín recargó la cabeza en mi hombro y yo no pude evitar pasar mi brazo por su cintura.

- Fue un día genial.

- Lo sé.

- Gracias, nunca me había divertido tanto.

- Gracias a ti, Joaquín, Brian odia venir al parque de atracciones.

- Bueno, yo lo amé.

Fué casi media hora del parque a mi casa, pagué y nos bajamos del taxi, Joaquín estaba más dormido que despierto, pero no soltó al stitch para nada. Imagínense a un Joaquín con un gorro blanco con orejas de oso, con un peluche en sus manos, casi más grande que él, casi quedándose dormido de pié. Lo sé, adorable. Entramos a la casa y me senté en el sillón.

Angelito De La Calle // Adaptación Emiliaco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora