Capítulo 2: El carruaje del ceniciento

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La idea de ir en un carruaje nunca me había agradado, era acongojante, estar encerrado frente a mi padre y hermana que me juzgaban, creo que hasta en una corte marcial seria menos criticadores de mi persona, pero ahí estaba, en ese asiento hecho de terciopelo, mientras los caballos nos transportaban a nuestro destino, navegados por una mujer y un hombre y nuestras pertenencias cuidadas por un par de hombres, todos sub alternos de la dama principal, estos servidores eran vistos como simples mulas, nosotros siendo solo requeridos por nuestra fuerza bruta, si no la tenias eras desechado, cuantos hombres estaban en la miseria producto de la falta de esta.

Yo a su lado era privilegiado, aun sin esta suerte desdichada me había tocado, podía apelar a conseguir un nivel social mayor, cuantos no tenían esa posibilidad.

Al menos eso creía o esperaba lograrlo.

—No te muerdas el labio—regaño mi padre, deje de hacerlo, aun con mi vista bajada cargada de pavor y terror, en el carruaje continuo a nosotros iban mi hermanos Carlisle, David y mi hermana estela.

Mi hermano había pedido permiso a su esposa de venir a este suceso, debido a la importancia que tenía para mí, cosa que a mi amada cuñada, no le cayó en gracia, pero aun contra todo pronóstico permitió que viniese Carlisle.

Juraba que necesitaría un milagro, mi terror me hacia presa, mi inseguridad se intensificaba, todo gritaba que podía fallar.

El trote de los caballos y los paisajes, no hacían mejor nada, ni siquiera la majestuosidad y ostentosidad innecesaria del carruaje en el que íbamos, este hecho en forma redonda con tonalidades blancas y ornamentos dorados, si dijéramos que esos estaban bañados en oro todos nos creerían, pero por razones bastantes obvias no lo diríamos, aunque fuese un hecho, mi madre le encantaba que todo se viera perfecto y no escatimar en gastos y gracias a sus grandes manejos comerciales, estos jamás eran un problema.

—¿Aria?—musite viendo al piso forrado de tela roja, me sentía mal, mareado, juraba que me podría desmayarme en cualquier instante y más al tener el charleset que me impedía respirar muy bien.

—Si hermanito—contesto mi hermana mayor quien estaba sentada frente a mí.

—¿Cuándo sentaras cabeza?—pregunte con temor, el carruaje dio un jalón, deteniéndose, revise por la ventana, viendo que se habían detenido por un grupo de vacas que estaban en medio del camino, la caballera que las estaba cuidando solo soplo un ligero silbato y estas se retiraron del camino, y el carruaje siguió su camino, pero juraba que ese jalón quedaba dramáticamente perfecto ante mi pregunta sobre su futuro.

—Aun no lo se hermano, debo encontrar a un hombre que se pueda hacer cargo de papá, que me apoye a cuidar de ustedes, no que sea un despilfarrador sin fondo, y ello hoy en día es complicado, amado hermano—comento mi hermana, su mirada se sintió pesada en mi dirección como si mi pregunta fuese ofensiva de alguna forma—Ojalá pudiese encontrar a un hombre parecido a nuestro hermano Carlisle—dijo, eso me dio de lleno, dejándome en claro que realmente poco Valía para el nombre de esta familia.

El viaje del carruaje después de esa última conversación se volvió mas incomodo, pesado y largo, me golpe mentalmente, y me estuve recriminando mi gran bocaza, entes agradecía a mi amada hermana por no callarme en ningún momento, en todo este proceso ella se mantuvo serena y calmada, honestamente la envidiaba, deseaba tener su temple, ver el carruaje de mi familia tan ostentoso me volvía a demostrar que tenía que llenar una vara muy alta que había dejado a su paso Carlisle, cosa que realmente estaba seguro que no lograría hacerlo jamás.

respire sin poder dejar de pensar que iba realmente a mi muerte, no hacer mi debut tardío, tuve la suerte que Carlisle tomase mi lugar la temporada pasada, pero habiéndose casado y siendo el siguiente no me quedo de otra que aceptar que ya era tiempo que incluso mi hermano dos años menor que yo, me había ganado a casarse, agradecía también parecer menor, ya que mi padre al verme decidido que mi hermano Carlisle podía ser mejor el primer presentado, mas alto y con facciones mas marcadas, era un ya un hombre y yo seguía siendo un niño, al grado de tener aun un peluche al cual abrazaba cuando tenía miedo o simplemente cobijaba en mi intento de sentir que protegía y era protegido, pero ahora ni un ejercito de ositos de peluche ayudaría a mi sentir mejor eso lo super sabia.

Los WeddingtownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora