Advertencia: Se describen escenas de tortura y cuestión un tanto delicadas, entrar bajo su propio riesgo, se recomienda discreción. Es por este capitulo que tarde mucho tiempo en decidirme en seguir esta historia. Así que el aviso lo hago a tiempo.
Por fin después de bajar las escaleras y lograr esconderme de infinidad de guardianes, pude llegar a la puerta donde estaban los carruajes, solo debía tomar uno o tomar un caballo de las caballerizas y la libertad seria mía, enfile corriendo por el piso de tierra, probablemente terminaría hecho un desastre, pero eso me importaba una completa y reverenda mierda, definitivamente cuando tocase la libertad podría ser yo, hablar como se me diera la regalada gana y no tener que mentir, comportarme como deseaban otros, o al menos eso esperaba, pero cuando la vi, la sensación de libertad desapareció y de nuevo me sentí cautivo, mi mente de pronto dejo de pensar en palabras altisonantes y cual perro baje la vista, debía dejar estas ataduras mentales, pero como hacerlo cuando te las han inculcado desde que naciste, con desilusión y desdicha estaba aceptando mi futuro, debía romper esto a la voz de ya.
Iba hacer el intento de no detenerme, podía seguir corriendo ignorara a mi hermana Aria, quien estaba enfrente de mi esperándome ahí, sabía que me estaba viendo, las caballerizas estaban tan cerca y ahora que tenía enfrente a mi hermana, estaba congelado, solté una lagrima de prepotencia, podía seguir, podía correr, faltaba poco para la libertad, pero mi mente se seguía debatiendo en estos momentos, entre hacer lo correcto para mi o para mi familia, y ninguna opción me sonaba tentadora, tener frente a mi hermana, me recordó mi lugar, un lugar al que pertenecía, sin pensar, sin decidir, solo como un adorno y como una bolsa de semillas listas para germinar, volví a sacar otra lagrima, sabía que estas provenían de mi corazón añorante de libertad.
—¿Terminaste con tu capricho Brandon?—pregunto Aria con su voz aterciopelada pero que emanaba mando, no quería contestar, no quería hablar, cualquier cosa que dijera me pondría una soga en el cuello—El matrimonio no es tan malo, ve a nuestro padre, ve a nuestro hermano, ambos felices con sus matrimonios, con mujeres que los cuidan—hablo, otra vez estaba ahí las lecciones que desde niño han fungido como grilletes, estaba listo para seguir bajando la vista y aceptar esos grilletes, dejar que los demás manejaran mi vida como siempre, no ser libre. Honestamente no, ya no.
—Yo... Yo...—tartamudee inseguro por hablar, si me llegaran a escuchar las guardias me meterían al calabozo del castillo, y dejaría para siempre de ser parte de la sociedad, seria tratado como un pedazo de carne, solo algo con lo que una mujer podría satisfacer sus bajos instintos, trague duro, deje escapar una lagrima, mi mente se estaba nublando en enojo, pero mi consciencia no permitía que me cegase por completo, no podía permitirme hacerlo, Brandon contrólate, si no lo haces, tu ser terminara en un peor sitio.
—¿Tu que hermano?... ¡Que recuerde no te eh dado permiso para que puedas hablar!—menciono con una mirada altiva con un rango de voz fuerte y solemne, dejándome callado de forma tajante, quería desafiarla, necesitaba largarme, deseaba la liberta, la añoraba pero seguía inerte ahí frente a ella, respire, mi mente no me permitía faltar al respecto a mi hermana, mi cuerpo no me respondía y en cualquier momento sentía que terminaría en el piso, me sentía débil, esa fuerza de y adrenalina habían dejado mi ser, imponiéndose en su lugar una pesadez, y mi corazón aun deseaba partir, deseaba luchar por lo que quería, estudiar, aprender, viajar talvez, simplemente libertad de decidir en mi persona, estaba llorando las lágrimas surcaban mis mejillas.—Siempre has sido alguien muy sentimental, definitivamente necesitare hacer gran trabajo contigo hermano—dijo hiriente Aria, mi ser se quebró, ya no quería sentir, ya no deseaba añorar, ya no necesitaba...—Sígueme—ordeno, yo enmudecí, camino a un costado de mí, tenía la oportunidad de tomar un caballo e irme, sabía que podía, ella había bajado la guardia, estaba listo para la libertad, pero yo me sentía abatido, me sentía sin energía, todo mi ser volvía a ser esclavo de mi enseñanza, vi una última vez a los caballos con pena debatiéndome otra vez.—Brandon vamos—ordeno una última vez, yo asentí, y camine detrás de ella, entrando otra vez al castillo, las paredes de mármol blanco llenas de cuadros, me dieron de nuevo la bienvenida a esa jaula de oro.
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Los Weddingtown
RomansaEn la sociedad aristocrática británica, una familia prepara al futuro debutante, el querido Brandon Weddingtown, será presentado ante sociedad como un futuro caballero desposado, el mas importante papel que un hombre puede ocupar en esta sociedad re...