C A P Í T U L O 5

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"Connarde"

Me revolví entre las sábanas molesta por la luz. Alcé la colcha y me tapé la cara intentando ver si podía dormir un poco más, pero duró poco el intento. Escuché como alguien se movía en la habitación de un lado a otro mientras maldecía por lo bajo, o eso intentaba, porque podía escucharle perfectamente.

Me incorporé y me quedé mirándolo.

No te rías, no te rías ...

Vale, no pude evitarlo.

¿Quien pudiera?

Él no podía verme así que cuando me empecé a reír ruidosamente él se giró hacia donde provenía.

No podía verle la cara pero de seguro había fruncido el ceño. En el poco tiempo que había estado con él- ni un día- andaba farfullando por la casa con el ceño fruncido.

- ¿Se puede saber que estás haciendo?- Dije mientras fingía quitarme una lágrima.

Jared tenía la cabeza atascada en una de sus sudaderas, uno de sus brazos salía por el agujero del cuello y no paraba de dar saltitos para poder ponersela bien.

- Mierda ¿Quieres ayudarme y dejar de reirte de mi?

-Prefiero esperar a que te caigas de culo o te rompas algún diente.

Me levanté y pasé por su lado para entrar al pasillo sin ningún indicio de ayudarle.

En la cocina no había nadie así que me dispuse a prepararme el desayuno y a regresar a la habitación con un bol de leche con cereales.

- Ah, sigues aquí.- Dije sin ocultar mi disgusto al entrar y verle todavía, ahora con la sudadera bien puesta.

Me acomodé en la cama con mi desayuno mientras él me miraba mal desde el otro lado de la habitación recogiendo el desastre que tenía por maleta.

—Muchas gracias, amable.

—Muchas gracias a ti también.

Enarcó una ceja confundido mientras yo me metía una cucharada de cereales.

— ¿Por qué exactamente?

Era mi momento de irritarle.

— Muchas gracias, por dejarme tirada en mitad de un pueblo "casi" desconocido.

Me metí otra cucharada a la boca mientras me miraba juzgandome hasta la mismísima sombra y después soltó algo parecido a un bufido y salió de la habitación.

Jared 0 - Victoria 1

Terminé de recoger mi parte de la habitación y de colocarme el pelo en una perfecta coleta. Ningún mechón saldría de su lugar.

Ya era más de mediodía y nadie excepto Jared y yo estábamos despiertos. Él en el salón probablemente y yo tumbada en el frío suelo de la habitación.

Pasé por el pasillo hasta dar con la puerta que daba a la habitación de Marco con una idea que no le gustará después.

Abrí la puerta con sumo cuidado y pasé de puntillas hasta quedarme a su lado. Estaba tumbado boca arriba con un brazo colgando del borde y tapado hasta el cuello.

Había conseguido chantajear al presunto chivato de su compañero y consiguió dos días de descanso mientras que él tendría que trabajar sus horas dobles. A saber qué le dijo, Marco era muy persuasivo.

Empecé lentamente a mover las sábanas dejando expuesto su ancho pecho. Solía dormir sin camiseta en pleno invierno con la maravillosa excusa de que le agobia el calor, y mira, luego dormía con las sábanas pegadas al cuello, en fin.

By your sideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora