C A P Í T U L O 11

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Una daga para una dama

Te mentiría si te dijera que no estaba asustada.

Ash a mi lado caminaba empujándome por la parte baja de mi espalda. Alcé la mirada y a esta poca distancia podía diferenciar como una cicatriz le bajaba por el cuello y se perdía en su traje ajustado. Nuestras miradas se cruzaron y no pude evitar ponerle mala cara.

— Te encanta montar espectáculos siempre que nos vemos.

— Siempre que quiero que nos veamos, claro.

Aún no sabía si Jared estaba bien. El trato era claro: Yo me iba con él y ellos no le ponían una mano encima. Estoy segura de que han tenido varias oportunidades todo este tiempo, pero creo que es mejor no pensar en eso ahora, sobre todo ahora que Ash me está guiando entre la oscuridad del fondoso bosque.

Pasamos entre unos pinos y finalmente se separó de mí para poder apoyarse en una de las piedras grandes que había. Por mi parte me quedé donde estaba, esto iba a durar poco.

— Ponte cómoda.

— Estoy bien. — Rechino entre dientes mientras intento mantener un poco del calor corporal entre mis brazos.

Por la posición de la luna que se dejaba ver con dificultad entre las ramas pude deducir que podrían ser las tres de la mañana. Debería de estar acostada o en esa fiesta de facultad culera, no aquí con la vida de alguien en juego.

— Seré breve entonces. — Puntualiza al ver que no voy a moverme. — Por lo que supongo ya tendrás memoria suficiente para entenderlo, y si no — Saca de entre su americana una pequeña daga con la que juguetea entre sus dedos con gran agilidad. — ,simplemente me tendrás que hacer caso.

Yo solo estaba centrada en cómo la daga se movía de un lado a otro, estaba ... fascinada, cautivada ... Debería sentir aun más miedo, aunque era incapaz a este punto.

— Sé que te gusta mucho llevarme la contraria — Dice mientras sigue moviendo con gran agilidad la pequeña pieza de metal entre sus dedos — ,pero ya no es el momento.

— ¿Y por qué debería de fiarme ahora de ti? — Pregunto intentando coger algo de calor.

— Quiero que todo esto acabe ya.

Parecía cansado. Sus ojeras casi llegaban a sus pies y su piel se ve más paliducha que antes. Desprendía un aire de despreocupación, pero en verdad me apostaba que fuera lo que fuera que le hiciera perder el sueño estaba constantemente tras tocándole hasta tal punto.

— ¿Acabar el qué? Yo no empecé nada, Ash, tú me has metido en todo esto que todavía no sé que es. — Le refuto frustrada.

¿Qué era todo esto? ¿Era yo? ¿Mis padres? Fuera lo que fuera estaba implicada de lleno y había sido él quien me había arrastrado. De siempre había tenido esa sensación de tener que estar lo menos implicada en la vida y permanecer en la nada era algo que debía hacer, aún no sé por qué. De pronto tantos estímulos era algo que te hacía preguntar y justo cuando él apareció.

— Sí lo empezaste, lo que pasa es que no recuerdas.

— ¿Cómo sabes qué...?

— ¿No tenías prisa? — Me corta y se saca un cigarro del mismo bolsillo donde guardaba la daga. — .Tienes que prometermelo, Verónica. — Nunca antes había usado mi nombre así que asiento preocupada. — Sé que conoces al Señor Lennon.

¿El padre de Marco?

Mira que había gente en la ciudad, pero pensándolo bien tenía un historial de malas caras y de soberbia que no me extrañaba que alguna vez hubieran tenido un enfrentamiento ellos dos.

By your sideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora