C A P Í T U L O 8

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Botánico Rockero

Genial.

Absolutamente genial, era como estaba.

Mentira.

Si hacía ya poco más de una semana Marco ya se había relajado, ahora era peor que antes.

Cuando logré llegar a la mesa - de malas maneras - todos se fijaron que algo iba mal. Me sentía mal, era cierto, pero ¿tanto se notaba? Era solo un dolor de cabeza algo más punzante que lo que solía tener, pero solamente eso.

Mi aspecto tuvo que preocuparlos porque por mucho que insistí que estaba bien y que podría ver ese dichoso espectáculo de pájaros me obligaron a volver a casa.

Si algo tenía muy claro era que no les diría con quien había estado hablando durante mi ausencia en la comida, lo que menos quería era que siguieran insistiendo en que debía de tomar medidas, y no concretamente por mis manos.

Sabía dónde me estaba metiendo, pero no con quién , para eso tendría que descubrirlo y si para eso tenía que ir sola tomaría todas las consecuencias.

El dolor pasó poco después de ese extraño recuerdo y con él vinieron dudas, muchas para ser exacta.

¿Por qué quiso ayudarme? Por lo que me dijo aquella vez debería de ser su punto de mira, pues no consiguió acabar conmigo, dos veces. De todas maneras intentaría mantenerme al margen de cualquier acercamiento con él si lo volvía a ver.

Y ese niño de mi recuerdo al que regañaba... Aún me hacía sacar alguna sonrisa, hacía tiempo que no pensaba en él, ni siquiera recordaba la última vez. Fuimos amigos por años desde que se mudó delante de mi casa, no había sabido nada de él desde que me fui.

La verdad es que recuerdo ese día, no con tanta claridad como quisiera. Tardó en crecerme el pelo bastante hasta donde quise, después de eso intenté alejarme de las tijeras.

Acaricié mi largo pelo tumbada en la cama con algún tipo de nostalgia. Era raro y gratificante recordar cosas de cuando vivía en Inglaterra ¿Qué sería de esa familia ahora?

Más preguntas sin respuesta.

- Que no. - Intentó susurrar alguien al otro lado de la puerta.

- Pero qué tengo que pasar.

- Que te he dicho que no.

Me incorporé con un codo sobre la cama para ver como Marco y Jared forcejeaban entre abrir y cerrar la puerta.

- La vas a despertar. - Gruñó Marco.

- Será culpa tuya entonces.

Estaban tan ocupados en su "silenciosa lucha de susurros" que no se fijaron en que yo ya estaba delante suyo esperando que alguno de los dos se diera cuenta mientras golpeaba mi pie contra el suelo de manera repetitiva.

- Solo. - Forcejeó Jared para abrir la puerta. - Quiero cojer una sudadera limpia. - Intentó explicar.

- Pues. - Intentó cerrar de nuevo echando una fuerte ola de viento. - No haberla manchado.

- Chicos. - Dije en un intento de paz.

- Si no hubieras hecho ese sirope asqueroso no me hubiera manchado. - De nuevo la puerta se abrió.

- ¡Chiiiicos!

- No te atrevas a echarme la culpa.

- ¡CHICOS, HOLA! - Moví las manos en el aire para que me vieran.

Los dos se giraron y Jared le dio un codazo a la altura de las costillas a Marco que no intentó disimular.

- Buenos días. - Saludé con algo de molestia.

By your sideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora