C A P Í T U L O 9

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Para cuando llegamos al piso de Marco los hipidos de Celia no habían cedido. Dan por las matadoras miradas de Jared decidió marcharse, no antes de haberle preguntado múltiples veces a Celia si estaba bien y que ya la llamaría. Menos mal que Jared no escuchó nada de eso.

La casa seguía igual de oscura y sin ningún ruido que rompiera el tenso silencio que se había formado desde que los habíamos encontrado.

No sabíamos lo que había pasado, pero por como agarraba Celia el bolso y las marcas en sus brazos podríamos deducirlo, y Jared no paraba de mirarlos, cada vez más desorbitados sus ojos por la rabia.

— Jared ... — Intentó decir Celia.

Jared se aproximó hasta ella y con cuidado le cogió uno de sus brazos rojizos . Después desapareció entre la penumbra para volver con una bolsita con hielos los cuales colocó con cuidado sobre su brazo.

— ¿Estás bien?

Su voz era demasiado tranquila y serena, nada a como había esperado. También tuvo que haber sorprendido a su hermana.

Abrió la boca para poder responderle sin embargo rompió a llorar intentando balbucear algo. Por reflejo Jared la rodeó con cuidado con sus brazos mientras Celia lloraba sin cesar.

Preferimos hablar mañana, no nos parecía correcto hablar de lo que había pasado ahora y Celia tampoco parecía querer hablarlo ahora, solo lloraba y negaba con la cabeza mientras balbuceaba algo sin sentido para nosotros.

La acompañó hasta su habitación y yo decidí ir a buscar a Marco. No estábamos siendo muy cuidadosos y era raro que no hubiera salido a ver qué pasaba.

Cuando entré su habitación estaba ordenada, como si nunca hubiera pasado la noche ahí.

Tampoco sabía si se había marchado después de que me hubiera dormido en el sofá, así que regresé al salón de nuevo.

Las cinco y cuarto de la mañana.

¿Cuánto había dormido?

Las manchas bajo mis ojos cada vez eran más notorias, aun que tampoco era que me preocuparan gran cosa, solo estaban ahí, pero eran una señal de que llevaba varias noches desvelandome pensando en todo y en nada a la vez, simplemente prefería mirar el techo o leyendo una y otra la dichosa hoja, ya desgastada.

Era consciente que ya no volvería a la cama por lo que preparé una infusión y me acomodé en el sofá. Preparé otra para Jared, creo que ya no volvería a pegar ojo.

— Ya se ha conseguido dormir. — Dijo mientras se aproximaba a paso muerto hasta donde estaba.

— ¿Te ha contado algo?

— Creo que es obvio lo que ha pasado, para que luego no diga que la he avisado.

Con los codos apoyados en las rodillas se tapaba la cara con las manos dejando a la vista sus nudillos poco cuidados.

— Vamos. Venga levántate. — Le ordené mientras intentaba moverle de una manera inutil. – Siéntate. Bien.

Tampoco parecía cuestionarse nada de lo que le ordenaba, solo se mantenía en silencio mientras yo revolvía en el botiquín del baño ridículamente pequeño para conseguir un disco de algodón. Lo mojé en betadine y empecé a dar pequeños golpecitos sobre sus heridas abiertas.

Aunque quisiera hacerse el fuerte disimulando alguna que otra mueca por la picazón yo ya le había pillado un par de veces como se mordía el labio.

— Marco no está. — Comenté para romper el silencio.

Levantó la mirada por un segundo mientras seguía dando pequeños golpecitos con el algodón.

— Yo también me dormí, pensaba que estaba en su cuarto.

By your sideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora