Sueños

68 1 6
                                    

Coatlicue caminó por mucho tiempo en compañía de su hijo mientras le explicaba la manera en la que actuarían ante la nueva situación que tenían enfrente. Ella creía que sus ideas podrían ayudarle al desesperado dios. Tonatiuh la escuchó atento y con cada palabra se sintió aterrado. Luchaba contra sus deseos y su deber.

—¿Lo tienes todo claro? —preguntó Coatlicue deteniéndose a un costado de su trono por el que revoloteaban las abejas.

—¿Debemos hacerlo así? —inquirió Tonatiuh en un último intento por obtener el alma sin mayores esfuerzos.

—Solo de esa forma las cosas pueden funcionar. El alma no será destruida, ni vas a devorarla. Volverá a la tierra usando un cuerpo mortal. Solo tendrás una oportunidad para acercarte y esperar que también te acepte. Si te rechaza, no podrás aproximarte nunca más al alma y cuando muera su cuerpo mortal irá directo al Mictlán de donde no saldrá jamás. Mictlantecuhtli la ocultará para evitar que la robes —explicó y Tonatiuh sintió pavor.

—Eso solo ocurrirá en el peor de los casos —dijo. Intentó mantenerse positivo.

—Si te acepta, tendrás solo una oportunidad para unirte de manera carnal con el alma. Eso es importante porque si se unen significa que podrás visitarla siempre que quieras. El destiempo no te afectara de manera negativa —añadió.

—Sí. Pero eso no significa que dejaré de hacer mis labores o hacer las cosas en sentido contrario —dijo. Coatlicue sonrió—. ¿Y debo esperar esos meses entre la primera y la segunda visita? —preguntó con la esperanza de reducir la cruel sentencia de su madre.

—Así es. Pon mucha atención a todo, que eres el primero en hacerlo.

—Lo haré —dijo con seguridad y ella sacó la perla de entre sus ropas.

Abrió la palma de la mano. Solamente para probar que Tonatiuh iba a respetar lo acordado. Él miró con deseo y poco faltó para que tomara el alma y se marchara de ahí, pero se concentró. Intentó imaginar los beneficios que podría obtener si era paciente. Nunca se había unido de forma carnal con nadie. Ni siquiera sabía lo que eso significaba y esperaría para descubrirlo. Contempló con paciencia la perla que al cabo de unos momentos desapareció dejando que el alma se moviera con el viento que golpeó sus cuerpos. La miró alejarse con la esperanza de poder encontrarla.

***

Las siguientes semanas, Diana se escabulló a la cabaña de Dylan a mitad de la noche. Noche tras noche se despojó de su ropa y se entregó a él que dejó de ser tan cuidadoso como la primera vez. Se movía con confianza dentro de ella que gemía y ahogaba sus gritos de placer al cubrirse la boca. Usaron cada rincón de la cabaña e incluso pensaron hacerlo en la orilla de la presa, pero el clima los detuvo. Cada noche, Diana dormía un rato entre los brazos de Dylan que la rodeaban con fuerza. Cuando debía irse, lo obligaba a soltarla. Ambos querían estar juntos, pero si los descubrían iban a tener muchos problemas. Diana agradecía cada día por todo lo que había llevado a ese hombre a ese lugar. Durante el día, limpiaba las cabañas gustosa e incluso dejó de parecerle un trabajo tan feo. Escuchaba las historias de su madre y ni siquiera las repetía en susurros. Su mente y corazón estaban con Dylan, que estaba pronto a marcharse. Él quería que Diana se casara con él. Quería vivir en aquella casa vieja que compró en el pueblo y trabajar en cualquier sitio que le permitiera quedarse, pero con el simple hecho de insinuárselo a su madre, dejó caer sobre él un sermón que se prolongó por dos horas. Kate le decía hasta el cansancio que ese lugar era horrible. Que la gente era espantosa y el clima era el peor. No iba a permitir que su único hijo se quedara a vivir bajo el encanto de una limpia mierda.

She cleans shit! —gritó con firmeza mientras señalaba el baño.

Kate no iba a darse por vencida. Si su hijo pretendía formar una familia, sería con una mujer decente que no tuviera que arrodillarse frente al retrete. Haría lo necesario para llevarse a su hijo y la amenaza fue clara. Si insistía en quedarse con ella, iba a confesarle como pudiera a Roberto lo que estaba sucediendo. Le hizo saber que no necesitaba hablar español para que supiera que su hija y él tenían un romance. La última noche que Diana acudió a la cabaña, fue la más difícil. Dylan mantuvo en secreto que iba a marcharse y permitió que ella disfrutara. La besó con delicadeza, la abrazó con fuerza y le entregó en cada caricia todo lo que tenía de él. Al verla dormida sobre su pecho, se prometió que iba a volver. Solamente iba a convencer a su madre de dejarlo hacer su vida con quien quisiera. Dejó que durmiera tranquila mientras la tenue luz les acariciaba el cuerpo. Llegado el momento, la despertó y la besó con calma antes de que ella se vistiera.

—Te quiero —dijo súbitamente tomándola de la mano.

—¿Qué? —soltó Diana con sorpresa volviéndose hacia él.

—Te quiero con toda mi vida —repitió y sonrió con toda la calma que pudo.

—Te quiero con toda mi vida —anunció felizmente. Se acercó para abrazarlo con fuerza.

«Por favor, no lo olvides», pensó Dylan antes desoltarla y mirarla perderse entre la oscuridad de las cabañas. Guardó cadainstante de aquella escena en su memoria. Sus rizos bailando sobre su cintura. Elsonido de la grava mientras se alejaba y la última mirada que le lanzó antes dedar vuelta de camino a su casa. No importaba cuánto le costara o lo queperdiera en el camino. Iba a volver por ella y, de ser necesario, la buscaríahasta el fin del mundo con tal de sentir una vez más sus labios contra lossuyos.


***

Preguntas: Sería genial que al contestarlas pusieras un número para saber bien lo que opinas.

1.-¿Qué te ha parecido este capítulo?

2.-¿Qué opinas de Dylan y Kate?

3.-¿Te está gustando la historia?

Muchas gracias. Espero que puedas seguir leyendo la historia.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 20 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cuando eres espíritu no sueñasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora