—¡Ah! —grito asqueada.
Todavía falta hacer dos maletas y no me decido que poner. Con tanta ropa no terminaré nunca. Quizá lo haga cuando tenga canas y arrugas en los ojos. Lo malo de eso es que no tendré a un brujo con una maldición que le hace robarme el corazón.
—Beatrix, ¿qué pasa ahora? —brama mi compañere ante mi nuevo ataque de nervios—. ¿Has perdido ahora el rizador de pestañas?
—Peor. —Corro desesperada por el pasillo como una loca deseando encontrarle.
¿Dónde está y por qué siempre parece que le guste jugar al escondite? Miro en la sala de estar a ver si se esconde detrás de las cortinas. Las abro, pero solo está la luz del sol. Luego voy al sofá y agarro un cojín para ver si estaba escondide debajo de él. Suspiro al darme cuenta de la tontería que he pensado.
—¿Qué haces? —Escucho a Vivian detrás de mí y me entra una risa nerviosa al verle tan cerca.
—Nada..., ¿y tú?
—No mucho.
—Genial, porque necesito que me acompañes a comprar algunas cosas para el viaje.
—¿Qué? —Agita sus manos en negativa—. No, no me gusta comprar maquillaje.
—¿Cómo sabías que es eso? —Me sorprendo y miro por todos lados en busca de alguna cámara escondida.
—No tengo que estudiar para saber que siempre compras maquillaje o algún vestido precioso antes de tus actuaciones.
—Es cierto. —Nos reímos y un mensaje hace que me centre en el teléfono.
Es Jaffet, por lo que veo no soy la única que ha dejado el vestuario para el último momento. Luego me llegan más mensajes del resto de miembros del grupo. Tecleo rápido un simple: «ok, nos vemos en la plaza del sol en treinta minutos».
—Me parece ver que estarás acompañada. —Vivian posa su dedo índice y corazón en su frente.
Al verla en esa posición no puedo evitar reírme porque es la viva imagen de los videntes que salen en la televisión. Solo le falta echar las cartas y preguntar si me perturba o atormenta algo.
—Sí. —Mis mejillas se sonrojan y le saco la lengua mientras rio.
—Disfruta entonces.
Con la misma agilidad que la de un velociraptor, me agarra con sus brazos, envolviéndonos en un gran abrazo.
Sonriente me despido cuando nos soltamos, luego cierro la puerta y me encamino a la salida del edificio a través de las escaleras de mármol con una barandilla de piedra sobre la esquina izquierda.
Ya fuera, me doy con la mano abierta en la frente. ¿Por qué les dije un lugar tan lejano? El metro solo tarda veinte minutos de ida desde la estación para llegar a Alonso Martínez y esa parada no está cerca del sitio en el que hemos quedado.
7️⃣👨🏻🎤👩🏻🎤🏡
—¿Le has escrito? —pregunta mientras mira con enfado una chica de pelo y ojos negros la pantalla.
—No, Hala —contesta Lacy.
Ella en esta ocasión lleva un vestido de rombos con las mangas largas. Se ajusta las gafas y observa por los grupos de WhatsApp:
—¡Ha respondido al grupo! Dice que todavía va por la sexta parada.
—Puf, conociéndola va a ser una hora. Vamos a una cafetería. —Camina con elegancia un chico con un vestido cóctel liso fucsia; del mismo color que sus tacones de aguja.
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Una drag a Medianoche #ONC2022
RomanceElegir un número favorito debe ser como escoger el color que más te gusta. Por suerte, no hay imposiciones sociales. Por lo que puedes coger el siete, el doce o el veinticuatro. Entre el infinito mar de cifras. En mi caso, me quedo con el siete. No...