Capítulo 9

16 4 12
                                    

—Chiques Lo habéis hecho genial. —Aplaude nuestra jefa—. La gente de Elche ha sido maravillosa. Ojalá repetir de nuevo allí muy pronto.

Me gusta como viste nuestra jefa hoy, sigue con un chándal; esta vez verde. Sin embargo, lleva el cabello rizado, sujeto con una diadema amarilla y un maquillaje con los tonos de ambos colores.

—Ya te digo —responde Jaffet mientras se quita el maquillaje y la purpurina—. Amé cuando vieron como caía el confeti. Sus caras llenas de felicidad fueron las verdaderas estrellas del espectáculo.

—Cierto —afirma Cleo mientras se quita las plataformas.

—Solo queda Abanilla, ¿verdad? —pregunta Finn algo nervioso.

—Sí, entiendo que no os haga mucha ilusión a la mayoría. No os preocupéis, el lugar es maravilloso, su gente también; así que estaréis genial —Fabiana nos muestra una sonrisa y prosigue—: además, ahora tenemos esta caravana. Seguro dormiremos mejor que en la furgoneta. Cada una tendrá su espacio y no estaremos pegadas las unas con las otras.

—Todavía no comprendo porque tenemos que ir a ese pueblo —se queja Hala al mismo tiempo que se peina el cabello.

—Para ver al novio de Gyeong. —Enarco una ceja ante el comentario que suelta Lacy.

Nos miramos y ella sonríe por su broma. No sé qué tiene de divertido, además ya estoy algo cansada de eso.

—Ja, ja. Muy graciosa. —Finjo que me molesta y cierro los ojos mientras le saco la lengua.

—Hablando de cosas graciosas, me sorprende que Bea no comenté nada sobre el número siete. ¿Recordáis aquella vez que trajo siete herraduras para un concierto? —comenta Hala mientras se hace un moño.

—Dicen que da suerte —argumento mientras me retiro el maquillaje.

—Claro, también da suerte tirarte siete veces por el trampolín de la piscina —comenta Sebas carcajeándose de lo lindo al recordarlo.

—Chicas dejen de molestar a Gyeong. —Me alegro al ver como Fabiana las riñe como unas niñas pequeñas; aunque me retracto cuando sube su mentón y dice lo siguiente con mucha superioridad—: ya tuvo bastante aquel día que repitió el examen de conducir siete veces porque sentía que no lo había hecho bien, aún habiendo aprobado a la primera.

—Ay, no recordaba eso —dice Arnaq jocosa.

—Sí, muy gracioso. —Expiro aire fuerte y golpeo la mesa con mis uñas de gel—. ¿Cuándo nos movemos?

—Lo haremos cuando terminéis de cambiaros. Aunque no tengamos la actuación, es muy probable que nos quedemos un tiempo en aquel pueblo —explica Fabiana mientras mira el reloj de su muñeca.

—¿Es en serio? —grita Hala molesta, a lo que nuestra jefa la mira incrédula para cerrar luego sus ojos.

Fabiana da la vuelta y ondea su cabello negro mientras camina hacia el asiento donde se encuentra el volante y los embragues.

Al menos, no tardamos demasiado en quitarnos el maquillaje. Y no tardamos siete horas o algo relacionado con ese número, sin embargo fue más laborioso ducharse en orden. Pues todes queríamos ser la primera. La tercera guerra mundial era una teoría sin fundamento; algunas personas dijeron que se debía a la guerra entre Rusia y Ucrania, aunque estaban equivocados.

La verdadera se encuentra dentro de un espacio menor de cincuenta metros y yo soy una víctima de ella. Las toallas las utilizan como armas y los patos de goma son los rehenes, pero la diversión no hizo más que empezar porque nuestra jefa arranca el vehículo sin avisar a nadie, debido a la inercia y al movimiento; mis compañeres se cayeron al suelo y comenzaron a rodar como croquetas sobre una sartén.

Una drag a Medianoche #ONC2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora