✨Capítulo 2✨

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 Gulf muy optimista se le levantó para recibir el nuevo día, se dio una ducha y se vistió con una camisa blanca y unos pantalones negros. 

Hoy era el día en el que saldría a vender los vegetales que ya estaban óptimos para ello. Con eso iba a ganar algunas monedas para sí mismo. Colocó todo en su canasta y fue caminando, como normalmente hacía, al mercado que quedaba a veinte minutos de su casa.

Hazard lo siguió hasta la entrada pero Gulf, acariciando aquel esponjoso pelaje y orejitas, convenció al gato de que se quedara para que no se perdiera y el gato parecía entender porque se quedó quieto en la entrada de la casa como si fuera un adorno más, siempre hacía eso cuando salía por las mañanas.

El chico de cabellos azabaches llegó sin problemas al mercado, estaba acostumbrado a caminar la larga distancia desde que cumplió los catorce años.

Fue directamente a la tienda y ofreció los tomates y lechugas al dueño del lugar. Gracias a su esfuerzo, esta vez recibió un poco más porque las verduras estaban en perfecto estado y se veían realmente apetitosas.

Muy feliz por ello, fue a comprar el pan y las demás cosas para el desayuno, con el dinero que su madrastra le daba semanalmente para la comida y se encaminó a casa.

De repente, se escuchó mucho ruido en el mercado, el relinchar de un caballo y su galopar fueron suficientes para voltear a ver lo que ocurría, e inmediatamente después, sintió un golpe que lo hizo perder el equilibrio y soltar su canasta, sin embargo, antes de que cayera, unos fuertes brazos rodearon su cuerpo. Había cerrado los ojos asustado pero cuando los abrió pudo ver que al hombre que lo sostenía, aquel joven tenía una capa simple, color marrón, que era del mismo color de sus ojos y su cabello era oscuro como la noche, muy masculino y guapo.

—¿Está bien, joven?— preguntó el hombre que lo tenía entre sus brazos ayudándolo a pararse correctamente.

—S-Sí, solo... Solo fue un gran susto.— El hombre lo soltó y lo observó respetando su espacio personal. Gulf lo miró de soslayo y respiró profundo intentando calmar su corazón y un inminente sonrojo. Ya no sabía si su corazón latía aceleradamente por el susto que le dio el caballo o la cercanía con el extraño de cabello azabache.

—Lo lamento, no até bien a mi caballo ¿Puedo hacer algo por ti? Has tirado todo el pan y tus monedas.

Gulf palideció ante lo dicho por el hombre, se agachó rápidamente a recoger las monedas que le dieron y por suerte encontró todas, lo difícil sería conseguir más pan, él había alcanzado por suerte, la última ronda que se estaba horneando, ya que el que compraba era vendido solo para las familias de buena posición económica. 

—Ay no, ya no hay más pan a esta hora. — en su mente pasaron las imágenes de los golpes que su madrastra le había dado cuando no llegaba con algo que ella le pedía en la lista que le dejaba todas las noches en la cocina.—¿Qué voy a hacer?— pasó su mano por sus cabellos desesperado.

1. Un traje para GulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora