✨Capítulo 3✨

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Había recibido la invitación y ahora no tenía un traje para ir al baile, Gulf intentaba calmar su llanto mientras miraba el saco roto que yacía en el suelo, al igual que él.  Su sueño se había roto, habían otros días para ir a la celebración, pero su madrastra le había dejado claro que haría cualquier cosa para que él se quedara en casa, seguro si lo intentaba de nuevo ella buscaría la manera de impedirlo, tal como lo hizo hoy.

Estaba decidido a no ir al baile, no quería que el joven con el que se iba a encontrar lo viera con ropa vieja y con los ojos rojos e hinchados por las lágrimas. Sin contar que su cuerpo ahora le dolía un poco por los golpes que le habían dado sus hermanos, sin embargo más le dolía no ver al desconocido hombre de ojos marrones y piel clara.

Recogió los restos del saco  y fue a buscar a Hazard a su habitación. Al entrar su gatito se asustó por que vio a su dueño llorar y saltó de su cama recibirlo en la puerta.

Gulf se dejó caer en su cama y Hazard subió junto con él para acurrucarse a su lado en señal de apoyo, el animalito sentía la tristeza de su dueño que tanto lo amaba.

Gulf lloraba abrazando a Hazard, cuando su llanto cesó, el gatito de ojos celestes saltó de la cama del doncel y salió de la habitación, Gulf iba a levantarse para buscar a su gato, hasta que escuchó una voz.

—No llores más, joven Gulf.— El pelinegro levantó su rostro y miró como en su puerta estaba un chico bajito de tez morena, vestido con un traje blanco y camisa marrón.

—¿Quién eres?— preguntó levantándose algo asustado y secando sus lágrimas.

—Soy el que vino a salvar el día... O la noche...— sonrió amablemente.—Me llamo Mild.— dijo señalándose a sí mismo.

Gulf lo miraba confundido, no sabía de dónde y cómo es que Mild había llegado hasta su casa y sabía su nombre pero sin duda era un chico bastante adorable y le inspiraba confianza... Como si ya hubieran hablado antes.

—Tienes un baile al que asistir y debes ir.

—Pero no puedo ir así, no tengo más ropa qué ponerme.— dijo aún secando sus lágrimas con los dorsos de sus manos.

—Ese no es problema para mí, Mild puede ayudarte.— de su manga sacó una varita y Gulf se sorprendió mucho al ver como el que era mucho menor y más bajito actuaba.

—¿Eres... un mago?— Mild asintió con una sonrisa que dejaba sus ojos como medias lunas. Por otro lado Gulf se encontraba atónito mirando a Mild, el pequeño no debía tener más de diecisiete años y era un ¡¿Mago?!

—Déjame verte más de cerca.— colocó la varita debajo del mentón de Gulf para ver detenidamente sus rasgos.— Veamos... Tu color de ojos, el color de tu piel, tu cabello...— el extraño Mild cerró sus ojos.— Vaya, tienes mucha suerte, la madre Luna no dudó en plasmar la belleza real en ti.— Dijo para luego medir la altura de Gulf.

1. Un traje para GulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora