Capítulo 5 | Distancia

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NOAH

La luz en las galerías interiores de la mansión Richwood se oscurecía a medida que la lluvia comenzaba a caer de forma torrencial en el exterior. Noah estaba completamente seguro de que en el jardín las damas de la alta sociedad gritaban, intentando cobijarse del aguacero. Sin embargo, él no escuchaba sus voces.

Su propio pulso le martilleaba los oídos mientras clavaba su mirada en Nicole Blackwood y la joven submís, Martha, ambas de pie en mitad de la galería. Supo que iba a cometer un error, que debería continuar marcando la distancia que tanto se había esforzado por instaurar entre ambos, que era mejor marcharse en ese momento... pero las palabras que escuchó de la sirvienta fueron suficientes para nublarle aún más la mente.

—Por favor, señora, que su familia tenga cuidado, usted no sabe, no se imagina...

Martha percibió su presencia y su rostro cambió, asustada. La habían visto hablando en confianza con la princesa Blackwood y sabía que aquello iba a traerle problemas, sería una locura pensar lo contrario.

—¿Martha? ¿Qué es lo que no me imagino?

Nicole trató de instar a la sirvienta a continuar, sin éxito. Y fue entonces cuando el sordo sonido de sus pasos sobre el suelo de mármol rompió el silencio. Noah se acercó a ellas, directo, clavando su mirada azulada en Nicole Blackwood, quien en apenas unas milésimas de segundo comenzaba a emanar enfado, rabia y algo más. Él pudo olerlo.

—Señorita —dijo Noah, consciente de que su propia mirada era oscura—. Por favor, continúe.

La submís se encogió en el sitio y juntó las manos a la altura de su pecho, terriblemente nerviosa.

—Yo, yo... —tartamudeó, sin atreverse a mirarle—. Señor...

—Martha ya se marchaba —Nicole salió en su ayuda—. Gracias por acompañarme hasta aquí.

Noah enfrentó su mirada, en tensión, abandonando el perfecto papel de invitado de honor que se había obligado a realizar en aquella fiesta. Y Nicole se dio cuenta de ello, porque le conocía demasiado bien como para reconocer su modo trabajo. Ella había visto ese semblante en demasiadas ocasiones, todas las veces que se las había ingeniado durante años para verla en el Northwestern Memorial Hospital de Chicago, donde trabajaba como médico de urgencias. Sin embargo, de eso hacía ya demasiado tiempo, demasiados meses.

—Su Alteza... —Martha levantó la mirada con congoja.

—Puedes retirarte —Nicole la apremió a marcharse y la joven bajó la cabeza, recorriendo el camino de vuelta al jardín.

—Deberías haberle ordenado que terminase la frase.

—La has asustado —replicó, armándose de paciencia—. Si no nos hubieses interrumpido, estoy segura de que habría terminado su discurso.

Noah cogió aire y desvió los ojos hacia las cristaleras. Se esforzó por contener su respuesta, porque él también sentía una extraña rabia recorrerle, incluso cuando sabía que Nicole tenía razón.

—Era importante, estaba hablando de tu familia.

—Siempre hablan de mi familia.

La observó suspirar y mirar la hora de su reloj de muñeca, ligeramente nerviosa, inquieta. Probablemente tenía prisa por volver a casa y desprenderse de su papel de heredera.

—Necesito hablar contigo —Noah atajó la conversación—. Serán solo dos minutos.

—Oh, ahora necesitas hablar conmigo —Nicole mitigó el impulso de cruzarse de brazos—. Y también me tuteas.

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⏰ Última actualización: Jul 14, 2024 ⏰

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Nunca fuiste mío (LA GLIMERA #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora