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| ғᴇʟɪᴄᴇs ᴛʀᴇᴄᴇ ᴘᴇᴛ |
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Queens, New York 2014
—¡Peter! ¡Apresúrate, tenemos que irnos! —Gritó la mujer acercándose a las escaleras y asomando su cabeza un poco.
—¡Espera un poco más, May! No encuentro mis tenis de la suerte. —Exclamó el chico y siguió buscando por toda su habitación, la cuál, por cierto, estaba hecha un desastre.
—¡Peter, Dios! Tienes como seis pares de tenis de "la suerte", escoge el que sea y vámonos porque se está haciendo tarde. —Exclamó de vuelta May.
—¡No! Necesito los azules porque hoy es sábado —renegó el castaño.
May sólo rodó los ojos fastidiada, y sin otra opción, subió a la habitación de su sobrino para ayudarlo a encontrar sus tenis. Al entrar a la habitación, quedó perpleja al ver todo el desastre que se encontraba en ésta.
—¡Peter! —Gritó.
El pequeño pegó un brinco del susto, el cual fué acompañado por un pequeño grito.
—¡May! —Replicó Peter algo molesto y asustado a la vez.
—¿Qué fué lo que te dije? —Preguntó la mujer con un semblante serio.
—Lo sé, lo sé, pero sin mis tenis de la suerte no puedo salir hoy, May —explicó el pequeño con algo de cansancio en sus palabras.
May iba a hablar pero se quedó callada viendo a un punto fijo —Dijiste que querías los azules ¿cierto? —Preguntó.
—Sí —respondió con un gesto tierno y cansado.
—¿Y no son esos qué están ahí? —Señaló con su dedo índice una pila de ropa, en dónde en medio de ésta, se alcanzaban a ver los tenis azules del niño.
