✐Lección Seis.

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Bright no pudo dejar de pensar en el hermano de Win –al menos, él suponía que era su hermano– en todo el rato que estuvo estudiando dentro de su habitación, mientras esperaba a que su hermana mayor volviera de trabajar.

Descansó su mejilla en la palma de su mano, incapaz de entender lo que estaba leyendo. Jugó con la esquina de la hoja del libro, tratando de encontrar algún sentido a la actitud de Win, y del tipo que lo había arrastrado esa tarde a su casa.

Era muy probable que Win sufriera abuso doméstico, al menos es la impresión que le habían dejado. Es decir, ¿Qué más podía representar tantos nervios por algún familiar? Además estaba el hecho de que Win nunca lo dejaba acompañarlo hasta la puerta de su casa, así que no sería de extrañar que sus hermanos, o las personas con quién viviera, lo tratarán mal.

Desearía poder haberse metido, alejar a Win de ese tal Supanut que tanto pánico había ocasionado en el chico, pero por más que Bright lo odiara, ese no era su asunto. Win no le había pedido ayuda verbalmente, y Supanut no había hecho nada que pudiera justificar algún arrebato suyo. Si Bright hubiera alejado a Win de su hermano probablemente sería más problemático para todos, y Bright no se perdonaría hacer que Win estuviera en peligro.

Ahora, ignorar lo que sea que estuviera pasando en la casa de Win sería complicado. Bright no podría hacer vista gorda a esto sabiendo que Win podría salir malherido o algo. Pero si le preguntaba y ofrecía su ayuda, ¿Siquiera Win lo consideraría? ¿Podía conseguir que le dijera, o que siguiera guardando silencio como la mayoría de víctimas domésticas hacían en estas situaciones? Bright tampoco quería quedar como entrometido ni hacerse el héroe para salvar a alguien que no quería ser salvado.

Bueno, quizás y sólo estaba exagerando todo y Win no necesitaba ayuda. Tal vez ese día su hermano solo estaba molesto por cualquier cosa y ellos nada más iban a conversar en su casa.

—¡Bright, ya llegué! —La voz de Min en el primer piso hizo que Bright se sobresaltara.

—¡Bienvenida! —respondió, pero no se movió para ir a recibirla. Si Min notaba que Bright estaba abrumado le haría muchas preguntas, terminando por sacarle información que definitivamente él no debía repartir.

Tampoco consiguió concentrarse en el libro. Ya lo dejaría para más tarde, o quizás sólo le pediría los apuntes a Gulf o Gun, en ese preciso momento él no tenía mente para otra cosa que no fuera Win.

Tras meditarlo cuidadosamente, Bright consideró llamar a Win como algo casual y poco premeditado. No sería tan sospechoso y se ahorraría la inquietud de hacerlo en persona.

Tardó alrededor de cinco tonos que Win le contestara, y su voz sonó confundida cuando habló.

—¿Bright? ¿pasó algo? —Ni siquiera lo saludó, vaya.

—Hola, Win. Um, ¿cómo estás?

—¿Cómo estoy?

—Sí, es decir... ¿Qué tal todo? —Bright sentía que sus mejillas estaban calientes. Estaba actuando como un tarado.

—Eh, pues... ¿bien? ¿Tú cómo estás?

Entonces está bien, pensó mortificado, ¿De verdad sobre—actué? Suena muy tranquilo.

—Genial, todo genial —respondió—. Verás, Win... Llamaba para saber qué día prefieres que tengamos la siguiente lección. No tengo en claro tus horarios todavía —Aunque eso no era del todo falso, Bright sin dudas se sentía un gran mentiroso.

—Oh, con que era eso.

Como si eso fuera algo que no puedas preguntarle mañana.

—Sí, sí.

Lecciones y Mamadas [Adapt. BrightWin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora