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Un Taehyung de quince años llegaba del colegio con una sonrisa enorme en su rostro.

Hoy en la escuela había tropezado con Jungkook, el chico que le gustaba desde hace un tiempo. Hizo el ridículo, sí. Pero al menos había tenido su atención por unos minutos.

Suspiró entrando a su hogar.

—¡Estoy en casa! —Exclamó, anunciando su llegada cerrando la puerta, dejando sus cosas sobre el sillón en cuanto entró a la sala.

Su madre salió de la cocina, sonriendo al ver a su hijo. —Hola cariño, ¿Qué tal te fué hoy?

—Muy bien, ¿Y papá? —Preguntó tomando el vaso de jugo que su madre le ofrecía.

—Aún no llega. ¿Algo nuevo que deba saber?

Taehyung ensanchó su sonrisa y asintió con la cabeza.

—Se los diré a ambos cuando llegue papá.

Su madre lo miró con recelo y antes de que su hijo abandonara el lugar, asintió.
Taehyung subió a su habitación, encerrándose en las paredes de aquel espacio.

Estaba ansioso, tenía nervios. No sabía como se lo tomarían, pero para sentirse mejor se decía a si mismo que ambos lo aceptarían y querrían tal y como era.

A Taehyung desde hace mucho tiempo le carcome el cuerpo el no poder decir que no le gustaban las chicas como sus padres aseguraban. Todo esto cambió en cuanto supo de la existencia de un pelinegro que, en cuanto lo vió supo que aquella atracción hacia las chicas se había ido.

Al principio lo había negado, a él no podían gustarle las personas de su mismo género, No.

Jimin lo hizo entrar en razón, diciéndole que no le hallaba lo malo, de igual manera era cariño, y el cariño es algo que cualquiera puede recibir, sea de quien sea.

Taehyung aceptó las palabras de el que era castaño para ese momento, dejando que sus sentimientos fueran libres y expandieran, que salieran de la pequeña prisión que había creado al no aceptar lo que sentía.

Ahora, cuando al fin aceptaba lo que era, el miedo de ser rechazado le atormentaba cada día.

No por la sociedad, a él no le importaba. Pero si por su familia, de ellos esperaba ser el orgullo, de quien cuando hablen sientan gusto y no asco.

Temía que le rechazara y no le quisieran.

Pero desde hace unas semanas atrás su mejor amigo le estuvo animando y ahora tenía una mínima confianza que le decía que todo saldría bien.

Pasadas las seis su padre llegó, su madre le llamó para cenar y como cualquier otra cena, su padre contaba su día en su trabajo. El como le subieron de puesto. Este pasó de ser un diseñador de interiores a Director de obra, en su carrera como arquitecto.

Taehyung apenas había tocado su comida. Estaba nervioso como jamás lo había estado, pero ya no podía retractarse de su deseo por hacer saber lo que siente.

—...Y Jimin también. —Mencionó su padre después de tragar su comida. —Hace un tiempo que no viene, deberías invitarlo más seguido Taehyung.

Dejó de mirar su plato y alzó la mirada, encontrándose con la expectante de su padre, viéndose obligado a salir de sus pensamientos y ahora prestarle atención a la conversación.

—¿Qué cosa? —Preguntó para adentrase al tema.

—Ya Jimin no viene. —Repitió, relamiendo sus labios llenos de salsa.

—Hemos tenido mucha tarea estos días, pero le diré.

Taehyung no tenía ganas de comer, pero sabía que su madre se todos modos le diría que lo hiciera, y en caso de que se negara le daría su típico sermón de porque bese terminar todas tu comida, al haber tantos niños sin siquiera un techo sobre sus cabezas.

Tormento || Kooktae || EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora