Y un día probé el sabor amargo y agrio de la traición. Me duele, en diferentes lugares, en muchos lugares. Es algo ajeno, y no es cómodo. Nunca creí sentir algo así, pero acá estoy sangrando un poco, doliéndote un poco. Y en realidad es mucho, te recuerdo en todos mis lugares y los tuyos, pero ya no es lo mismo. Te siento lejos, pero cerca. No te quiero soltar, pero vos ya me soltaste. Me soltaste desde el día que decidiste traicionarme. Y no entiendo porque, ¿hice algo mal? ¿Es ella mejor? ¿Soy yo peor? ¿Porque hiciste eso? Es la única respuesta que necesito tener.
La herida sangra y no para, me voy a desangrar por vos, me estoy ahogando con mi propia sangre y no te veo ahí para salvarme como siempre hiciste, porque ahora el que me hunde sos vos. Me asfixias siendo tan ajeno pero a la vez tan real.
Y te escucho irte, aunque intentes ser silencioso, y no porque no quieras molestarme, sino porque te vas sin avisar, te vas a traicionarme con pura maldad, para después dejarme así, media viva y media muerta.
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