1. Un corazón frío pero con mucho que expresar

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Introducción: Alora es una persona divertida y bastante preocupada, luego de perder a su hermana gemela en Espinadragón, bajó y solo pudo caminar y caminar y llegó al viñedo del amanecer dónde un sudado Kaeya de diecinueve entrenaba con Diluc. Alora tenía diecisiete años recién cumplidos, y cruzó miradas con Kaeya para caer al suelo cansada. Los hermanos corrieron a ayudarla, y la chica simplemente quedó dormida, la dejaron descansar dentro y Diluc cuidó de ella mientras Kaeya esperaba fuera. La chica estaba bastante fría, debía venir de un camino bastante difícil. Tenía en su pecho una visión Anemo.
Tiene cabello rubio, ojos azul oscuro y sostenía un bolso verde con ella. (Intento de describir el dibujo, créditos a su respectivo autor).
Pasaron 5 años juntos, ayudándose, haciendo bromas y jugando entre sí, y no fue difícil que en Alora creciera un fuerte sentimiento a Kaeya, que no le temía a nada, que era fuerte, divertido, molesto, dramático, era increíble.
En este lapso de la historia tienen 21 y 23, respectivamente.

Sólo nos mirábamos, tenía las manos atrapadas con su mano izquierda y me miraba enojado. -¿Por qué te metes en dónde no te llaman? No me gusta. Intrusa.
-Y-Yo perdón perdón, no fue mi intención...Pero quería ayudarte. Te he visto muy decaído y enojado y siempre has Sido alguien bastante travieso y confiado. -Respondí, me estaba poniendo ansiosa.
-Independiente como me sienta o que me pase, no eres nada mío para involucrarte, Alora. -
-Me preocupas Kaeya, no has estado siendo como siempre eres. ¿Qué pasó? Luego de que Jean te mandara a revisar Espinadragón te volviste extraño, ya ni siquiera me hablas y estoy preocupada. ¿Hice algo mal? ¿Qué viste?-Respondí mientras me intenté soltar del agarre de Kaeya. Tenía las manos muy heladas por lo que estaba con frío.
-¿Quién eres? ¿Qué ocurrió? -Preguntó firme. Su rostro enfadado y sus ojos mirándome fijamente me tenían muy nerviosa, era demasiado guapo para ser verdad.
-¿De qué hablas?- Pregunté.
-¡No te desvíes! Respóndeme ¿Qué pasó allá arriba en ese campamento destruido? -Quedé en silencio, hace mucho no recordaba esa historia.
-Ya te conté, escapé de Espinadragón luego de una fuerte abalancha y además de un ataque por los Hilichurls. -Respondí. Me sentía bastante "vacía" al decir eso.
-Vi el lente, lo ví todo. Necesito una explicación. Evitaste contarme lo que pasaste, como obtuviste tu visión, como ocurrió que bajaste así de helada. -
-¿Me sueltas? -Él soltó mis manos. Me senté en la cama de Kaeya (porque sí, le fui a hablar a su habitación) y él se quedó parado. -Me siento como si me estuvieras regañando, ¿puedes sentarte en la silla del escritorio?
Refunfuñó y se sentó, mirándome.
-Bueno, mira... Voy a comenzar por todo, no creo que igual sea interesante o algo, simplemente para que veas.
Comencé a narrar:
Venía de Liyue, de una familia de humildes granjeros que en la Aldea Chingtsé ponen su vida al riesgo intentando cultivar lirios de cristal ya que son de las flores que más cuestan conservar y los Jabalíes se las comen y los forasteros las roban. Mis padres murieron en un robo que salió mal, por lo que con mi gemela Belle, decidimos viajar. En ese entonces solo teníamos trece años. Mi tía en Inazuma nos ayudó a abastecernos allá, por lo que vivimos ahí 2 años, tenía 16 en ese entonces. Vivimos varias complicaciones con los del shogunato y las típicas peleas corruptas entre los víveres que recibíamos y cuando se los robaban los mismos samuráis.
En fin, pasamos esos 2 años y decidimos visitar otros lugares, sin antes recibir un regalo de mi tía, una pequeña estatua de zorro que podías ver con ese lente de los recuerdos. Visitamos Sangonomiya, Isla Tsurumi, entre otras. Hasta que llegamos al pie de la montaña.
-Vienes de Liyue, viajaste por todo el continente y terminaste en Espinadragón. -Me interrumpió.
-Shhh, estoy contando.
...Teníamos a mano algunos materiales por lo que construimos una pequeña choza dónde nos quedamos, pero no sabíamos de temperaturas extremas ni mucho menos de la gran cantidad de ataques de Hilichurls que podríamos vivir. Siempre intentamos esconder la choza, con nieve, palos, ramas, etc. Pero de esa misma forma la vez que Belle intentó encender un fogón en la parte trasera de la casa, se incendió. Vi con horror como aparte de un gran incendio, una avalancha se avecinaba, y una gran manada de Hilichurls se acercó, no podía hacer mucho. Mi hermana intentó apagar el fuego con su visión, que era Hydro, pero no pudo, el frío extremo, la hizo congelarse, y murió aplastada por la avalancha. Sólo sentía como mi cuerpo se apagaba, una parte de mí se iba simplemente y yo no podía hacer nada. Tomé lo poco que pude, mi bolso, mi ropa y corrí y corrí entre fogata y pilares que brindaban calor. Fue horrible. Con cada paso cada lágrima se volvía una fuerte sed de tener a alguien cerca, estuve caminando y caminando, no tenía algo que me demostrara cuánto había pasado, pero creía que cerca de un año. Mi comida era escasa y aunque aprendí a racionar mis alimentos, se estaba acabando. Bajé con todo lo que pude, y caminé por el camino de tierra que ya simplemente se alejaba de Espinadragón. Sentí un alivio gigante, pero el entumecimiento que sentía en mi cuerpo nada me lo quitaba. Comí algunas bayas silvestres, manzanas, Solsettia, y cociné carne. Pero el frío que sentía seguía igual. Mi pecho pesaba un poco más y sólo sentía un fuerte sentimiento de llenar ese vacío en mi corazón...¿Pero como?
No hacía poco que recibí una visión, luego de caminar varada ahí entre la nieve y el incendio, tenía una insignia bastante bonita en mi pecho.
En fin, caminé y llegué dónde estaban. Y sentí como todo lo que cargaba detrás de mí comenzaba a desvanecerse, mi historia, mi familia, mi esperanza de llenar mi corazón. Todo se volvía efímero, y caí dormida.
Y cuando desperté, ví a Diluc con su mano agarrando mis manos, y sentía calor. ¿Así era como se sentía? Hace tanto que había pasado que no lo recordaba.
-¿Estás bien? -Asentí, y entraste tú. Me miraste con un rostro preocupado y te sentaste a mi lado. Me preguntaste: ¿Qué diablos te pasó? Y Diluc te golpeó en la cabeza. Esa fue la primera vez que reí en 1 año.
-En fin, eso fue. No fue porque no quise hablarte de mí. -Susurré. -Fue porque mi mente y mi corazón decidieron intentar olvidarlo, y pensé que así fue. Sentía un gran vacío en mi cabeza y en mis recuerdos, por lo que dejé que todo quedara como una laguna mental. Pero no, simplemente bastó que dijeras eso y me volvieron miles de recuerdos. Te habría encantado conocer a Belle, era genial. Siempre fue víctima de malos tratos por los chicos de la villa, por lo que siempre se sintió inferior, pero a sus 10 años recibió su visión, y comenzó a intentar superarse cada día. Era una de mis personas a seguir, pero simplemente así como así se esfumó.
-Alora, yo..Lo siento, no fue mi intención hacerte recordar todo eso. -Se rascó la cabeza. -Es que sentí que me traicionaste, yo también tuve cosas en mi pasado que prefiero no recordar, pero pensé que tú me evitaste temas porque no confiabas en mí, pensé que éramos amigos.
-¡Y lo somos! -Me limpié las lágrimas con mis manos, había llorado mientras contaba la historia. Kaeya posó su mano en mi mejilla. -Nunca pienses lo contrario. Eres mi amigo más cercano con Amber. Agradezco tu ayuda en todo, me encanta haberte conocido.
-Siempre estás cuidándome, gracias.
Nos quedamos hablando un rato, mientras me decía lo mal que se sentía por haberme hecho pasar un mal rato.
-Tienes las manos muy heladas, brrr. -Él rió.
-Siempre.
Fuimos a comer y decidimos hacer una pijamada para intentar recuperar el tiempo perdido por la pelea.
-Usaré el baño, ya vengo. -Asintió.
Me quité mi ropa, y me metí a bañar, estaba algo sudada porque corrimos por Mondstadt molestando a Mona ya que había pedido mucho en la taberna de Diluc y no podía pagarlo.
Me bañé rápidamente, me lavé los dientes y salí con la toalla alrededor, tenía mi ropa interior abajo. Salí mirando a ambos lados y él no estaba, así que abrí su armario y saqué una camisa que tenía (que nunca usaba, porque nunca usa otra ropa jajaja) me quité la toalla y me comencé a poner la camisa de espaldas a la puerta, prefiero que me vean el trasero con ropa interior a que me vean arriba sin nada.
La pasé por mis brazos y comencé a abotonarla, y ¡Hick! Así sonó la puerta al crujir. Me di vuelta y Vi a Kaeya con su ropa para dormir y con un cepillo en la boca. Me miró y caminó rápidamente al baño. En ese momento tenía abotonado 2 botones de los de arriba, dejando el del cuello para no morir ahorcada.
Me miré al espejo, me llegaba hasta el muslo, me quedaba bien.
Me hice una coleta baja y me senté en la cama. Él salió y me sonrió coqueto. Su rostro era un arma mortal, me encantaba mirarlo.
Jugamos un rato juegos de mesa, me dejó peinarlo y estuvimos conversando de sus días trabajando junto a Jean y Diluc, que aunque no le interesaba no le molestaba dar una ayuda a los demás.
Bostecé. -Me está dando sueñito, me iré a dormir. -Abrí su cama y me puse al lado de la pared, él me siguió y se acostó a mi lado. -Buenas noches, bobo.
-Buenas noches, Alora. -Sonrió y apagó la luz de noche que tenía. Ya eran alrededor de las 2 por lo que era bastante tarde.
Dormí abrazando una almohada, y siempre acostumbraba a subir mi pierna a la almohada, por lo que dormí como una piedra.
Al despertar, ví que estaba durmiendo Dada vuelta, en vez de mirar a la pared dormí mirándolo. Y tenía mi pierna encima de él. Me asusté y lo comencé a mirar, seguía dormido, veía su pecho y como se movía al inhalar y exhalar. -Es que eres tan lindo. -Susurré para mí. -¿Cómo no podría perdonarte? Me encanta verte. -Reí bajito, apoyé mi cabeza en su pecho y cerré los ojos un momento.
-¿Por qué dejas de hablar? -Dijo. -Me gusta escuchar tu voz.
Me levanté de su pecho asustada. No esperaba que estuviera despierto, lo ví dormir Miles de veces y aún así nunca lo ví despierto antes que yo. -¿¡ESTABAS DESPIERTO!? RIDÍCULO.
Le golpeé el pecho con mi mano, y él se puso a reír. -Oh, lo siento mucho.
Reí junto a él. -¡Tonto! Y yo hablándote de lo lindo que eres. -Puse mi mano en su mejilla, para sujetarlo. -Hay veces que eres tan frío, y otras tan calientito.
-¿Es que no aguantas el frío? Depende del momento del día. -Me sonrojé.
-¡De qué estás hablando! -Él soltó una carcajada.
-¡Pero yo no dije nada! -Siguió riéndose de mí. -¿Qué pensaste?
-Nada.
-A ver, cuéntame. -Sujetó mi mano que tenía en su rostro. La tomó con la suya. -¿Qué pensaste?
-No lo sé, simplemente te molestaba. -Sonreí.
-Porque no me molesta..-tomó mi pierna y la pasó al otro lado de su cintura. Me sentó encima de él. -..Mostrarte porqué amanezco así.
-¡Kaeya! -Le golpeé el hombro. Pasé mis manos a su cuello y le sonreí. -Solo pensé en que las sábanas te mantenían calentito, nada más.
Él jadeó, me moví inconscientemente porque me aferré a él. -Entonces fue mi error, perdóname. -Sujetó mi cintura. -¿O quizás no lo fue?
Nos mirábamos impacientes, una sonrisa coqueta se le formaba, si antes había sentido esta tensión entre él y yo, ahora simplemente estaba rozando mi cara.
-¿Será correcto? -Susurré. Él asintió, miraba mis labios y cada vez me sujetaba la cintura con más fuerza. Sus manos estaban algo heladas, por lo que me arqueé por el frío.
Puso una mano por detrás de mi cuello, y me miró suplicante. Yo reí y simplemente dejé que sucediera. Lo besé. Sentí como exhaló pesadamente para continuar besándome.
Estábamos apoyados en el respaldo de la cama, por lo que él estaba sentado y yo en su regazo.
Sus labios me atacaban fervientemente, me dejaban extasiada. Era un beso apasionado, muy fogoso y húmedo. Su otra mano me acercaba a él, sentía entre mis piernas como algo duro seguía creciendo, como me rozaba y me dejaba tiritando.
-Ahm-mm, espera -Corté el beso, escuché pasos. Él simplemente ignoró eso y volvió a besarme, pero sus manos pasaron debajo de la camisa. Tenía sus frías manos en mi cintura, jadee. -¡Está frío!
Él rió. Y bajó sus manos a mi ropa interior. -¿Ahí está mejor? -Sus toques eran bastante fríos, pero el calor que emanaba de su cuerpo me mantenía cuerda. Asentí, y él pasó sus manos por encima de mi ropa interior, comenzó a acariciarlo suavemente, para ahora comenzar a besar mi cuello. Me volvía loca con sus caricias, sus besos, su lengua. Comenzaba a gemir más fuerte, por lo que dejó de agarrar mi trasero. -Hay personas acá, silencio. -Desabotonó la camisa, para dejar al descubierto mi torso. Me recostó en su cama para comenzar a besarme de nuevo, se posicionó encima de mí, y mientras que con una mano se afirma de la cama, con la otra comenzaba a tocarme. La sensación de tener algo frío en mis senos era como hierro, me quemaba pero a la vez sentía como todo mi cuerpo reaccionaba ante sus toques. Comenzó a apretar mis pezones por lo que gemí alto. Él me apretó un poco fuerte y lo miré mal. -Eso me dolió.
-Fue un castigo, no debes gemir tan fuerte. -Me mordió el labio, y con sus dos manos comenzó a tocar mis senos. Mientras intentaba taparme la boca con la mano, él me dejaba chupones en el cuello. Me sentía muy excitada, era simplemente irreal que esto pasara. Llevé mis manos a su cabeza, para "apretarlo" a que siguiera ahí. Me encantaba la sensación, quería más.
Sus labios se dirigieron a mis pezones, para comenzar a chupar. Su lengua me hacía retorcerme, me tenía abierta, húmeda, y simplemente harta de que no pudiera ayudarlo a él. Sentía en mi pierna su erección.
Comencé a gemir más alto, siempre era sin querer, era muy sensible a sus toques. Él me mordió, gemí de dolor. -A ti te gusta que te castiguen, ¿verdad?
Sujetó mis manos encima de la cama con su mano derecha, y su mano izquierda bajó mi ropa interior. Para hacerme estremecer, pasó sus manos por entre mis muslos, y yo abrí mis piernas. Pasó lentamente sus dedos por mi zona, por lo que me estaba exasperando.-¡Simplemente hazlo, Ahora!
Él rió. -¿Por qué tanta prisa? ¿Qué quieres que haga?
-Tócame...Por favor. -Él asintió, su mano se abrió paso y sólo sentí como mi cuerpo se exaltaba, tenía uno de sus dedos dentro. Gemí pesado. -¡Ghmm! K-Kaeya..Por favor. -Lo miraba suplicante, necesitaba más. -T-Tus dedos, está helados.
-Mmm..Esto será interesante. -Bombardeó lentamente mi interior, me dejaba gemir a mi antojo, por lo que simplemente no me callé. Logré soltar el agarre de mis manos y llevé mi mano a su pantalón de dormir. Él jadeó sorprendido. Sentí como tenía en mi mano algo duro, muy duro. -Uhmm.. Alora. -Me miró, se mordía el labio y había dejado de tocarme.
-¿Y quién te dijo que podías parar? -Él sonrió. Se puso a mi lado para buscar una posición más cómoda. Al final me puse encima de él. Tenía su pantalón de pijama que estaba levantado en mi cara, y él tenía mi ropa interior encima de él. Él lo corrió con una mano, para meter dos dedos enseguida. Gemí, y agarré las sábanas, para levantar mi trasero. Sólo se escuchaba como el lugar chapoteaba entre los fluidos y sus dedos. No quise quedarme atrás por lo que pasé mi mano dentro de su pantalón, y saqué su miembro. Me sorprendí. Era lo único que se sentía relativamente más "caliente". Usé mi mano para moverlo un poco y sentí como sus piernas se tensaron. Llevé mi boca y comencé a ayudar a mi mano con mi boca. Jugueteé con mi lengua y sólo escuchaba sus quejidos. Él no quería perder el ritmo por lo que sus fríos dedos seguían bombardeando mi interior. Sus labios se aferraban a mis muslos y me dejaban gimiendo con pesadez. Dirigió su lengua a mi clítoris, dónde apreté mis piernas alrededor de su cara. -¡A-ah! K-Kaeya espera. -Solté la mano de su miembro para afirmarme de la cama. Él se levantó y dejó su rostro a la altura de mi entrepierna. Siguió su labor hasta que simplemente sentí como explotaba.
-¡L-Lo siento! -Bajé mi cuerpo que estaba cansado, él rió.
Lo miré, tenía mojada la cara. -Mira que del susto casi congelo tus fluidos. -Comencé a reír.
-Ridículo.
Me levanté y me abroché la camisa, para quitarme la ropa interior por abajo. -Me daré una ducha.
Él miraba hacia abajo, besé su mejilla y abrieron la puerta.
-Kaeya por el amor al arconte Anemo, deja de hacer ruido, son las 8 de la maña--Diluc entró en pijama. Me miró y cerró la puerta. -Perdón.
Comencé a reír, Kaeya sacó una toalla de su armario y me la dió. -Voy a buscar algo, ya vuelvo. -Asentí, tomé mi ropa y entré al baño.
Cerré la puerta, me quité la camisa y abrí la cortina, encendí el agua y entré.
Me lavé el pelo mientras sentía las gotas de agua caer en mi cuerpo, recuerdo que Lisa me había enseñado muchas cosas en la biblioteca, por eso supe cómo actuar en esta situación.
Me sentía nerviosa, quizás no fue correcto y por eso estaba extraño al final. ¿Quizás le gusta otra persona?
Intenté no pensar en cosas que me harían sentir mal, y me quedé un momento mirando hacia la pared. Escuché un crujido y se abrió la puerta. -¿Te puedo acompañar?
Salté de la sorpresa, musité un pequeño sí y Kaeya entró. Estaba desnudo, sin su parche. Tenía un pequeño tatuaje en el antebrazo. Su fornido cuerpo estaba siendo mojado por el agua, se veía tan sensual.
Me arrinconó en la esquina, para besarme fogosamente. Pasé mis brazos a su cuello y pegué mi cuerpo al de él. Sus manos se fueron a mi trasero y me levantaron, dejándome cruzar mis piernas en su cadera. Sentía como crecía su pene para rozar en mi entrada. Jadeé. -Ahora Diluc no puede quejarse de que hagamos ruido, ha salido. -Sonrió para apoyar mi espalda en la pared.
Tomé un sobre que Lisa me regaló, era decir unas palabras y ¡pum! Apareció una protección en su pene. -¿Puedo?
Asentí. -Ten cuidado, es mi primera vez. -Él sonrió y besó mis labios suavemente, sentí como comenzó a hundirse dentro de mí, había una pequeña burbuja dentro de mí, y cada vez sentía que podía explotar.
Enterré mis uñas en sus hombros, y corté el beso para gemir. No se movió mucho, pero me miró. -Estoy listo cuando tú lo estés.
-Sigue, por favor. -Comenzó a moverse de forma lenta, pero comenzó a aumentar el ritmo. Sentía como todo nuestro cuerpo se sacudía violentamente para continuar. -Camb-biemos de posición. -Él me bajó, y apoyé mi pecho en la pared. Estaba helada. Él se posicionó y siguió su labor. Cada vez llegaba más lejos, por lo que sentía todo cada vez más cerca. Comenzó a besar mi espalda, me estremecía. Sus labios estaban tibios.
Me arqueé, dejando que me sujetara desde la cintura para poder impulsarse y seguir penetrándome. -K-Kaeya...Yo voy a...Ahm..¡Qué bien se-se siente! -Me mordía el labio para no gemir tan fuerte.
-Aún no he terminado contigo. -Sentí como algo comenzaba a ponerse frío, sus manos tenían algo muy helado.
-¡Está ffffrío! -Espeté.
Él tenía un pedazo de hielo creado con su habilidad, lo pasaba por mi pecho y por mi clítoris. La sensación de quemarse con hielo y a la vez derretirse con algo dentro de mí me estaba volviendo loca.
-¡A-Ahmm!
Un orgasmo me consumió completa, estaba temblando y aún así él seguía dentro, embistiendo con más fuerza y el hielo ya se había caído. -Maldición..
Sentí como sus manos me sujetaban más fuerte, y como expulsaba su caliente semen dentro de mí. Soltó un gemido alto y sus manos se afirmaron de mis senos. -Uf..Jajaja. ¿Puedes caminar? Recuerda que debemos hacer-
-La expedición a Stormterror, lo sé. -Susurré. Mis piernas no tenían la suficiente fuerza luego de un orgasmo colosal. -No, no puedo.
Comenzó a reír, me ayudó a terminar de bañarme y me vestí con mi ropa, no tenía ropa interior así que fui a buscar mi ropa en donde dormía Amber, porque también durmió ahí en su habitación.
-Espera. -Kaeya me tomo la mano. -Quizás no valga la pena ir por otra ropa interior...Quizás no dures con ella puesta mucho tiempo.
-¡Perver--Me beso suavemente, pero su lengua batalló con la mía. En fin, camino a la expedición a Stormterror, en un simple campamento abandonado, unas mantas y otra ronda dónde las ganas que queríamos saciar del otro nos ganaron.
Todavía recuerdo cómo fue de incómodo explicarle a Jean porque la expedición tardó más de lo necesario.
-¡Estamos trabajando! No vamos a ir a revolcarnos a cualquier lugar, Alora. -Me dijo sarcástico. -Deja de hacer drama, ven. -Palmeó su regazo, me senté encima de él.
-Tenemos que hacer bien nuestro trabajo cariño, por favor. -Me sonrió. Acarició mi mejilla y me sujetó del cuello. Me sorprendí.
-No te preocupes, no iremos a satisfacernos en la siguiente misión. -Le miré con una ceja arqueada. -No, mejor no te miento. -Me besó con rudeza. Le devolví el beso mientras veía como nuestra ropa comenzaba a desaparecer de nuestra vista. -Siempre tengo ganas de ti, no tientes tu suerte. Puedes salir caminando o quizás te tenga que llevar en brazos.
Reí, y fue callado por un gran gemido que salió de mi boca luego de que me penetrara con rudeza.
Y así fue como llegamos tarde a dónde Jean.
-Pero puedo decir que Este momento se congelará para siempre en mi corazón. -Susurró en mi oído. Sentí mi corazón alborotarse.
Salté y lo abracé, me ganaba por 15 centímetros, así que igual fue complejo.
-¡Kaeya, te amo! -Él abrió sus ojos sorprendido. -
-Hoy es un día digno de celebrar. Es la primera vez que me dices te amo. -Sujetó mi cadera.
-¡No te lo mereces! Bu. -Le saqué la lengua. Él me besó la frente. -Brrr, frío.
-¡Congélate! -Reí.

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