4. Hay lugares que debemos buscarles salidas.

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Introducción: Alora tiene 19 años recién cumplidos, Tartaglia 19 casi 20. Ambientados en la universidad.
No intento romantizar el síndrome de Estocolmo ni nada, es simple ficción.
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Bostecé pesadamente, me había quedado hasta tarde en la biblioteca, Lumine dormía a mi lado, debíamos hacer un informe de la fertilidad en los bosques en Teyvat, en específico los de Snezhnaya, los climas fríos y bajo cero en general y como afectaba a su producción anual. No todo allá era frío, un bosque en específico era verde y fértil, debíamos investigar.
-Gracias por la ayuda, Luminosa. -Farfullé. Decidí levantarme y dejarla dormir mientras iba a por un café. Al pagar por mi Café, escuché unos pasos detrás de mí. Miré mi teléfono, eran las 11:30 PM, debía volver a mi casa, Amber me había estado marcando durante mucho tiempo porque no le avisé que iba a quedarme estudiando. Llamé a Amber.
-¡Me tenías asustada mujer! ¿Dónde estás?
-¡Me rompes los tímpanos! Estoy estudiando en la biblioteca con Lumine. -Reí. Ella gruñó.
-Ten cuidado, es bastante peligroso en la noche. Los guardias del campus siempre andan durmiendo y escapando de sus responsabilidades. Siempre entran locos por dónde sea, no sirve de nada la guardia noct-
Algo llamó mi atención, eran pasos cerca de mí, volteé pero no ví nada. -Estoy escuchando pasos alrededor de mí y no veo a nadie, ¿quizás estoy loca?
-Solo ten cuidado, vuelve a la biblioteca, ahí hay cámaras. -Asentí, claro, ella no me veía.
Sentí una presencia detrás de mí. -Amber no me cor-
Negro. Todo se volvió negro. La voz de Amber se apagó enseguida.
Al despertar estaba amarrada en una cama, sentía las sábanas debajo de mí, y como había movimiento en la habitación. Tenía mis ojos vendados, por lo que no podía adivinar que pasaba allá afuera. Sentía algo de frío, sólo vestía con un short deportivo y un top rojo, con un chandal negro.
Tampoco podía hablar, tenía algo en la boca, era como una bola de goma dura, me complicaba tragar saliva y modular. Lo único que salía de mí eran quejidos extraños. Escuché pasos cerca de mí, intenté apretar mis piernas, pero no pude.
-No intentes moverte, te vas a lastimar. -La voz de un hombre me sacó de mi concentración en escapar. Era profunda pero no grave, parecía extranjero.
-¿Por qué hacemos esto? Simplemente por diversión. No hay nada más divertido que poder disfrutar de tu poder sin necesidad de que existan reglas. -Sentí como la cama se hundía en diferentes lados, creía que se puso encima de mí. Comencé a sollozar, mis ojos comenzaban a molestar y por más que tuviera los ojos abiertos debajo de la cinta, no podía ver nada. -No intentes soltar la venda, soy experto amarrando cosas.
Su aliento rozaba mi rostro, sería su presencia lo que sentiría cada día.
Simplemente pasaba un rato al día conmigo, me alimentaba, me daba de beber desde su boca, y me ayudaba a ir al baño. Me sentía sucia, manchada, ya ni lágrimas me podían caer del cansancio de estar ahí en esa situación. Simplemente dejaba que hablara y hablara y yo intentaba dormir.
Hacía bastante frío, por lo que mientras me quitaba lo que sería el impedimento para que pudiera hablar, le decía que hacía frío y quería taparme o algo, mis manos las tenía entumecidas, mis piernas ya no las sentía, estaban dormidas. Sentía dolor en dónde estarían las marcas del agarre, luego de forcejear tanto, no pude escapar.
Quizás cuánto tiempo había pasado ahí, me sentía mareada, confundida y con muchas náuseas.
Un día en especial él me dejó quitarme las amarras de mis muñecas y un tobillo, no podía escapar, y tampoco pude llevar a mi cabeza mis manos, golpeó algo que me hizo asustarme. -No hagas nada que no me gustaría.
Seguía con la cosa en la boca, por lo que intenté quitarmela para hablar. Él soltó un fuerte no. -¿Qué acabo de decir?
Me hizo caer encima de algo duro, me golpeé el abdomen. Me quejé. Supongo que eran sus piernas, comencé a palpar con mis manos y sentí la cama, unas botas y algo de vestir. Dirigió su mano hacia mi short deportivo y me nalgueó, gemí en sorpresa, pero no salió ningún ruido del artefacto de mi boca, quizás un bozal, algo extraño. -Esto es por no-Otra nalgada. -Hacerme -Otra. -Caso. Todo esto es por -Otra. - tu bien.
Mientras sujetaba la cama con mis manos, las lágrimas caían, esa sensación de suciedad y destrucción que estaba viviendo en carne propia me hacía delirar. Me sentía débil, mi trasero dolía y aún así mis lágrimas no dejaban de caer.
Sentí algo húmedo en mi short, no sabía que era pero se sentía como una tabla. Salté en cuánto golpeó mi trasero nuevamente, terminé con las uñas rotas porque agarré lo que sería la madera de la cama.
-Que descuidada, rompiste tus uñas. -Susurró. Me quitó el bozal. Comencé a llorar con más fuerza.
-No me gusta que llores, me recuerdas cosas del pasado.
Simplemente no podía dejar de llorar, el dolor y la angustia llenaban mi corazón, él se levantó me dejó ahí, y cerró una puerta. No me puso de nuevo el bozal por lo que simplemente quedé llorando mientras a ciegas me acostaba en la cama, me sentía muy mal, mis piernas no eran tan fuertes como antes y mi cuerpo lo sentía frío y delgado.
No sé si logré dormirme, pero sí sé que apenas abrí los ojos escuché nuevamente su voz, debía admitir que era bastante linda su voz, pero no por eso quita el hecho de que es una persona horrible. -¿Sabes? No tengo porque andar cuidando a una mocosa que ni sabe acatar una orden. -Me desató, al intentar caminar caí al suelo, raspándome las rodillas. -Y que no sabe caminar.
Me levantó, para dejarme nuevamente encima de sus piernas acostada, sentí que me iba a golpear pero simplemente acarició mi espalda. -¿No vas a llorar ahora? O quieres que te golpee.
Negué repetidas veces. Él suspiró. -¿Por qué hago esto? Simple, años atrás, muchos años atrás fui víctima de secuestro en el bosque, obligándome a vivir trabajando de una peligrosa banda que nos dejaba morir de hambre si no hacíamos lo que nos mandaban. No tienes idea lo que sufrió mi familia, piensan que estoy muerto. -Mientras me contaba, seguía deslizando su mano por mi espalda, acariciaba mi cabello rubio y comenzaba a respirar más profundo. -Mis hermanos crecieron pensando en que era el mejor hermano del mundo, un ejemplo a seguir, que trabajé creando juguetes en la fábrica familiar, pero soy un maldito psicópata que busca dañar a otras personas.
Sentí compasión por él, por mucho daño que haya o vaya a hacer, al final a él también le dañaron y le hicieron ver cosas que simplemente a un niño pequeño no deberían haberse mostrados. Sujeté su mano, luego de palpar toda la cama, y simplemente musité: No es tu culpa.
Sentí como exhaló entrecortado, para simplemente quedarse en silencio mientras acariciaba mi cabeza. Su suave toque me dejó durmiendo encima de sus piernas. Al despertar, seguía sintiendo algo duro, pero esta vez a mi lado. Estaba acostada y esa persona a mi lado, comencé a tocarlo con mis manos, para poder descubrir su rostro u como era, lo que veía en mi mente era un rostro bastante guapo con unos aretes de gema, usaba una chaqueta de cuero y una camisa debajo, un collar largo y era delgado. Sentí algo húmedo en su bolsillo, era como si tuviera un objeto de agua. Escuché que murmuraba algo entre sueños, cosas como perdón o déjenme, sentí pena. -¿Quién te habrá dañado tanto? Que pena me da por ti, pero no por eso puedo aceptar el hecho de que me tienes como una rehén.
Volví a dormir, pero sentí como mi pecho se mojaba, estaba llorando entre sueños. Acaricié su mejilla y mientras toqué suavemente con mis dedos, se la besé en un intento de que simplemente dejara pasar todo.
Me volví a dormir, para despertar sola, él no estaba, y sentía un delicioso aroma. Comencé a caminar en la habitación buscando la fuente del aroma, encontré una mesa, me corté con un cuchillo pero no fue nada grave. Lo tomé con lo que sentía que era una cuchara, era una sopa que tenía olor a marisco. Comí lentamente, intentando saborear ese gusto por mucho tiempo, no sabría cuándo volvería a comerlo. Me sentí exhausta y volví a la cama, ahora tenía un lugar donde orinar y hacer mis cosas, y me dejó darme una ducha, solo que mi venda seguía ahí.
Me desnudé, sentía mi cuerpo bastante pegajoso, por lo que me di una buena ducha con jabón que me dejó suavecita, pero escuché el agua detenerse, me asusté. Tomé la esponja y una toalla o manta, no sé lo que era, y abrí la cortina de esa tina, que estaba ahí en la misma habitación donde estaba la cama y la mesa. No veía nada, pero ya con el tiempo que pasé había agudizado mi sentido de la audición. Ya para ese entonces nuestra relación de secuestrador y víctima se había vuelto normal, hablábamos pero nada más, cada día me hacía confiar más en esa persona, contándome de su vida, de que sufrió y cómo lo ha ido superando o empeorando.
-¿Q-Quién anda ahí? -Pregunté. Tenía enrollada la toalla a mi cuerpo, pero sentía mis piernas bastante frías.
-Soy yo, perdón. -Susurró. -He tenido un pésimo día, quería hablar contigo.
-¿Cómo te has sentido?
Escuchaba su voz más grave que de costumbre, y que tenía más presencia que antes, lo sentía detrás de mí. Me volteé pero no lo podía ver así que estaba a la deriva. -Yo no puedo más, me siento agobiado.
-¿Y qué puedo hacer para ayudarte? -Pregunté, intentando sonar confiada.
-Esto. -Sentí un jalón desde mi espalda, para tirar al suelo mi toalla. Grité asustada y me cubrí con mis manos, pero no sirvió se nada. Volvió a esposar mis muñecas y me dejó recostada en sus piernas, para comenzar a acariciar mi espalda baja, sollozaba en silencio, volvió el bozal a mi boca. Sus manos eran algo asperas y tibias, me quería esconder bajo una piedra y no salir más. Creo que simplemente quería satisfacer o soltar esa ansia de gritar y golpear algo, me molestaba que yo fuera su saco de boxeo. Las lágrimas seguían bajando, me picaban los ojos. Sus manos me nalguearon nuevamente, y me jalaron el pelo de una forma que no fuera doloroso, sino mas molesto. 
Luego de cada explosión que vivía de furia y enojo, comenzaba a llorar y me consolaba. Tenía transtorno de doble personalidad creo yo, se hacía llamar Childe cuando estaba bien conmigo, y Nobile cuando comenzaba a ponerse histérico. Mordió mi hombro izquierdo suavemente, gemí y me intenté agarrar para hacerme bolita, pero obvio no pude. Sentí una pluma pasar desde mi trasero a mi cuello, incomodándome la sensación. Sentía que me estaba secando, que ya no tenía lágrimas para derramar.
Él luego de un tiempo simplemente sin hacer nada, me volvió a dejar en la cama y se fue, seguía amarrada por lo que intenté acomodar mi posición. Con mis pies abrí las sábanas y me cubrí hasta donde pude, me sentía sucia.
Tiempo después.
No, no tengo idea de cuánto tiempo ha pasado, quizás dos semanas, quizás menos, quizás mucho más, sólo sé que ahora podía caminar libremente, seguía sin poder encontrar la puerta por donde entraba él, así que simplemente me sentaba en la cama y dormitaba o cantaba. Él me pasó una camisa y me la puse, porque era muy frío el clima. El bozal ya no lo usaba, aparte de no estar cerca de la civilización, me adormecía la boca. Mi sentido de la audición estaba bastante ágil, escuchaba si habían personas cerca o si él iba a entrar, tenía mis muñecas esposadas pero aparte de todo seguía pudiendo hacer mis cosas. Había tenido mi menstruación por lo que ingenié una protección para no mancharme. Él me felicitó y dispuso ante mí un empaque de toallas femeninas, que él me ayudó a entender y sentir la forma con mis manos. Para celebrar que aprendí me dió nuevamente su plato especial, era exquisito.
La comunicación cada día era mayor, conversar de recuerdos, de recetas, cantar juntos, disfrutar dormir cerca, etc. Siempre tenía un olor a pino y llegaba dejando entrar el frío, por lo que supuse que estábamos en algún bosque en invierno. —Por acá pareciera que el invierno y verano es lo mismo, nunca cambia.
—¿Por qué?
—Sigue nevando. —Respondió. Asentí mientras seguía palpando la mesa y el diseño del mantel. —¿Qué crees que es?
—Mmm..tiene formas de remolino simple, ¿Una ola de mar? —Él comenzó a reír.
—¡Correcto! Te ganaste un premio. —Hizo que juntara mis manos y me dejó una caja. Intenté abrirla pero no supe por dónde. —Yo te lo abro, mira.
Era un collar, era de algún material metálico porque estaba helado, tenía forma de hoja. —¿Me lo pones?
Sentí como tragó seco, para pasar detrás de mí y poner el collar por mi cuello, levanté mi cabello y él lo puso. Sólo que sentí como sus labios se detuvieron ahí, gemí sorprendida. —¿Mhmm?
Sus manos se dirigieron a mi cadera, para hacerme caer encima de la cama, sentándome encima de él pero dándole la espalda. Sus labios seguían ahí, me daba cosquillas y a la vez me hacía jadear. —N-No, por favor.
Sólo tenía puesta la camisa y mi ropa interior, que lavaba cada día en la ducha y dejaba secar, sentí como abrió mis piernas con su manos y llevó una de ellas a mi pantaleta. Las cerré de impulso pero él sujetó mi coleta, sorprendida me arqueé. —No, ahora no.
Introdujo sus dedos dentro de mi ropa interior, para sujetar mi muslo y pasarlos por mi pierna. Sus dedos se detuvieron en mi entrada y sentí como los metió lentamente, mientras pasaba cada segundo, sentía lágrimas bajar por mi cara, me sentí sucia, las palabras no salían de mi boca y me dolía. —M-Me duele, por favor n-no.
Él hizo caso omiso y metió sus dedos, sólo que esta vez hizo que cambiara la sensación de dolor por placer. Cómo seguía esposada intenté sujetar con mis manos su mano y hacerla que intentara entrar más, él con su otra mano libre me liberó. Pensaría que intentaría golpearlo o algo pero aparte del nervio y el placer que sentía en una situación riesgosa, me ganó. Abracé su brazo y sentí como movió sus dedos con rapidez, gemía bastante alto, estábamos solos. Su mano libre la llevó debajo de la camisa y me tocó mis senos, jadeaba cansada e intentando poder soltar eso que tenía dentro, ese orgasmo que se avecinaba.
—No, no te dejaré. —Susurró en mi oído, para comenzar a chupar mi lóbulo.
Me hizo sentarme en el suelo, para dejarme entremedio de sus piernas, escuché el sonido de su cinturón al desabrocharse y tomó mi coleta, me quejé. Me hizo abrir la boca y ¡Pm! Algo entró en mi boca, me asusté y terminé haciéndome para atrás, pero volvió a jalar mi pelo y tuve una arcada.
—No está mal...no está mal. —Intenté usar mi lengua y succionar, aunque estaba a penas tragando saliva, intentando pasar aire y teniendo la boca llena. —Podría acostumbrarme.
Seguí jugueteando con mi lengua hasta que escuché algo fuera, él se separó abruptamente, sacándome un grito. —Hasta acá llegamos, quizás nos volvamos a ver, cariño.
Abrieron la puerta bruscamente, y gritaron mi nombre. —¡Alora Jon! —Volteé hacia donde provenía el sonido. No veía nada, intenté soltar mi venda pero no pude. Luego de quizás cuánto tiempo podía ver la luz, la habitación donde me estaba quedando, y el bosque detrás de los oficiales que estaban en la puerta. Había una oficial mujer junto a mí, cortó la venda que eran trozos de tela y cinta juntos, por eso no sentía de dónde rasgar. Comencé a llorar, mi cuerpo sólo no soportó el shock y caí. Escuché la voz de Childe una vez más en mi cabeza: Corre, no podrás esconderte. Nos veremos pronto.
Sentí un golpe en la cabeza, luego desperté en una sala de hospital totalmente blanca, cerré mis ojos de la impresión. Tenía conectado a mi cuerpo bastantes agujas y tubos con sangre y suero. Vi a Kaeya durmiendo a mi lado. Amber estaba mirando su teléfono, vió hacia mí porque sintió mi mirada y saltó asustada. Comenzó a llorar. —¡Te dije que debías tener cuidado, estuviste secuestrada durante 4 meses!
Me sentí pequeña en ese momento...¿4 meses? ¿Cómo seguía tan cuerda? Sólo sentía dolor en mi costado izquierdo y mi trasero. Unas buenas nalgadas que me dió me dejaron bastante adolorida. Su mano era pesada.
—¡Alora, niña estúpida! —Diluc entró con un jarrón que se hizo añicos. Me asusté y comencé a llorar. —Lo único que siempre te he dicho, no te escapes ni andes sola por la noche, nunca sabes que tipo de imbéciles anda suelto.
Me abrazó, Kaeya seguía durmiendo. —Estuvo en vela toda la noche, te hablaba y preguntaba cómo estabas. Volví recién porque tuve que hacer en la universidad.
Amber saltó a mi lado y se acostó conmigo, hablándome de lo feo que fue ese tiempo lejos, que cosas habían ocurrido y que me tenía su plato especial.
Kaeya ya estaba despierto, discutiendo con Diluc. —Me alegra que ya estés bien, bonita.
No pasó mucho tiempo hasta que llegó la misma oficial que vi, hizo salir a todos.
—Hola, soy la Oficial Sara, ¿Cómo estás? Yo te saqué de esa bodega. —Me sonrió.
—Podría estar mejor, pero no me quejo.
—¿Podrías darme más explicaciones de lo que sucedió? ¿Quién fue, lo viste? ¿Cómo vestía? Tenemos grabaciones de las cámaras en el campus pero simplemente se ve un corte en la cámara. —Negué con la cabeza.
—Nada, no ví nada en 4 meses. Usé una venda, usted me la quitó.
—Necesitamos todo lo que tengamos en nuestra disposición para poder atrapar al maldito que te hizo esto.
Sentí enojo, ¿Por qué lo trataba de “maldito”?
—No, no sé nada. Olvidé todo. Fue una escena muy traumante, no sé que pasó. Me trató bien, podría haber mejorado pero no, fue entendible que me tratara así, sufrió tanto.
—Señorita, ¿Se está intentando echar la culpa? Nunca es culpa de la víctima. —Sonreí.
—No, estoy intentando decir que no justifico lo que hizo, pero sí que pasó y pude evitar que lo pasara otra chica.
Ella simplemente resopló. —No hay pruebas en esa bodega, simplemente tus rastros. Necesitaremos tu cooperación o simplemente el caso quedará ahí.
Negué. —Disculpa, pero no sé nada y no sé qué decir. ¿Puedes retirarte?
Ella se fue, y entró un doctor. —Jovenes, creemos que su amiga padece Síndrome de Estocolmo, siente una relación de amistad con su secuestrador y no ayuda en la misión para atraparlo.
—¡Imposible! Ella es el sentido de la justicia, ¡Sus exámenes o inferencias están mal!
Pasé una semana en observación, mientras comía nuevamente y subía de peso lentamente, mi rostro estaba delgado, y tenía algunas cicatrices de cuando comencé recién a mejorar mi sentido auditivo y chocaba o me cortaba. En fin, volví a mi hogar y me prohibieron salir por un mes, para poder acostumbrarme nuevamente a la civilización.
Había pasado 1 mes, seguía estando algo cansada pero no quería salir, me sentía sola. Por mucho que Amber y Lumine me escribieran para venir, no sentía la misma confianza que antes. Sus voces se me hacían extrañas y no me gustaba ver cosas extrañas, prefería estar en la oscuridad de mi habitación, sólo tocando con mis manos.
Miré a mi puerta y giré la perilla, para resoplar y recostarme. Apenas me acosté sentí como ni la luz de entre las cortinas pasaba, sólo era oscuridad y siluetas que podía imaginar. El sonar de la madera del pasillo era lo único que escuchaba, pero la luz del mismo no pasaba debajo de mi puerta, todo era tan oscuro y me relajaba. Luego de una experiencia así, la oscuridad sería lo último que pensaría en tener alrededor, vivir 4 meses a oscuras y solo con mis otros sentidos al máximo me dejó agotada física y mentalmente.
Recuerdo que le pedí a Diluc si podía conseguir alguna cosa que tapara la luz desde la puerta del pasillo, para que todo fuera oscuro.
Abracé mi almohada, para simplemente respirar hondo y sumirme en un sueño reparador. El día de hoy había Sido agotador, el simple hecho de salir al jardín me hacía marearme y el sol me daba directo, por lo que mi débil cuerpo de estar 4 meses encerrada sin luz solar me dejó pálida. Sonreí inconscientemente, nunca me dijo nada sobre mi cuerpo ni nada, simplemente lo despeinada que llegaba a ponerme cuando dormía y dormía.
Sentí las lágrimas volver a mí, no era por sentirme mal, simplemente las ansias de volver a terminar nuestra conversación con Childe me mataba. Antes de dormir siempre utilizaba mis manos para tocar la nada e imaginar que trazo su rostro con mis dedos.
Las lágrimas que caían en mis mejillas mojaban mi pecho y mi cuello, me sequé con las mangas de mi pijama. —¿Por qué me siento tan mal? —Susurré bajo las sábanas, el sabor salado llegó a mi boca.
Por mucho que mi mente y corazón comenzaran a afectarme, decidí simplemente intentar dormir, ese sueño reparador lo necesitaba con muchas ganas.
No sé por cuánto dormí, sólo sentí como el viento que se colaba debajo de la ventana entreabierta me erizaba la piel. Mi cuello al descubierto fue entumido por lo que me cubrí más y me acomodé, cuando sentí algo pesado a mi lado, como que fuera algo aparte de mí que estaba encima de mi cama.
—¿Remus? —Hablé, era el gato que teníamos en la casa, era gigante, pero no maulló. Comencé a palpar con mi mano y bostecé adormilada, y sentí algo duro en mi palma.
Mis sentidos se agudizaron y mis ojos por más que estuviera a oscuras logré divisar todo, un cuerpo.
Vi un rostro, no sabía quién era. Comencé a tocar con mis manos y recordé esas facciones y ese cabello. Era Childe. Mis ojos se llenaron de lágrimas y comencé a llorar, solo que mis lágrimas no caían, empezaban a flotar en la habitación. Sorprendida mis lágrimas pararon y las que seguían flotando se desvanecían. —¿Qué haces acá?
Él estaba acostado a mi lado, lo duro que toqué fue su abdomen, usaba una simple camiseta manga corta y un ligero pantalón de chandal. —Te he estado observando todo este tiempo, ¿Te has sentido sola? —Susurró, mientras pasaba su brazo debajo de mi cintura y me abrazaba. Asentí. —¿Qué sientes al ver mi rostro? ¿Soy como esperabas?
—Me gusta, la última vez que lo sentí ya me imaginaba tu rostro, pero ahora lo veo independiente la oscuridad. —Sonreí suave. —¿Cómo entraste? Te están buscando.
—Todos tenemos nuestros contactos, y yo no quiero hacerte daño ¿Sabes? El único daño que quiero hacerte es molestarte y hacerte reír, me encanta verte sonreír. Y en este tiempo lo poco que has sonreído ha Sido luego de que te dejan a oscuras. —Me sorprendí.
—¿Siempre has estado acá? —Asintió y me puso encima de él, quedé a horcajadas de él. —¿Y por qué saliste ahora?
—Necesitaba tiempo para pensar, para decidir que hacer, si aparecer y estar junto a ti o simplemente desaparecer y dejarte tranquila. Pero se me hace imposible, esos meses juntos, todo eso me retuerce la cabeza. Siento que si estuviéramos juntos mi familia le encantaría conocerte. —Sonreí y sujeté sus mejillas con mis manos, él puso sus manos en mi cintura y me acercó a él, que se había acomodado y apoyado en el respaldo de la cama. —¿Alora?
—Shhh, te pueden escuchar. —Susurré. —Kaeya duerme en esa habitación contigua y las paredes son bastante delgadas, aunque tiene el sueño pesado.
Vi sus ojos, era lo único que brillaba tenuemente en la oscuridad total. Sentí algo mojado en mis manos, me esposó con algo muy frío y húmedo. —¿Qué es esto?
—Esposas de agua, un pequeño truco que es irrompible. —Miré asustada. —No te preocupes, no hay tiempo que perder.
Llevó mis manos hacia arriba, para moverme debajo de él y levantar la parte de arriba de mi pijama. —L-Lo único que te pido es que no me vendes los ojos, te quiero ver.
Él asintió y me besó, era un beso suave pero sus manos comenzaron a acariciar mi cintura suavemente, dejando mis senos ahí. No podía mover mis manos por lo que sólo apretaba mis piernas. El beso comenzó a subir de tono, su lengua batallaba con la mía y la danza se convertía en una guerra húmeda por quién querría moverse más.
Dirigió sus manos a mis senos, para comenzar a apretarlos y moverlos suavemente. El beso se cortó cuando intenté respirar. Dirigió su boca a mi cuello y me mordió, gemí. Dirigió su dedo a mi boca y me hizo la seña de shhh.
Mientras que con una mano me tocaba los senos, con la otra cubría mi boca. Su boca seguía atacando mi cuello por lo que comenzaba a sentir distinta mi zona.
Intenté separar su mano de mi boca para poder respirar bien, y sólo moví un poco mis manos y se soltó el agarre de las esposas. —¡Me has impresionado!  Pero estaba desconcentrado, por lo que por eso se rompieron. —Reí. Llevé mi mano debajo de su pantalón y sentí como se ponía húmedo su glande. Él jadeó bajito, y yo agarré de su cabello para levantar su cabeza y que me bese. Con cada movimiento que hacía con mi mano y mis dedos, él abría un poco más su boca, haciendo que nuestras lenguas volvieran a danzar sensualmente. Su mano desocupada entró bajo mis shorts de pijama, que eran demasiado cortos. Movió su dedo encima de mi entrada y gemí en su boca. Él comenzó a chupar mi labio y yo aumenté la velocidad con mi mano. Ya había soltado mi agarre de su cabello por lo que simplemente me comencé a posicionar encima de él, quedando nuevamente a horcajadas de él, solo que ahora mi short y su pantalón estaban corridos, por lo que los roces se hacían cada vez más presentes. Mientras él sujetaba mi cintura, yo me afirmaba a su cuello y mordía su hombro, sentía como todo mi cuerpo comenzaba a sentirse apretado y cada vez más cerca, por lo que los roces eran cada vez más rápidos. Su gran erección rozaba con mi entrada, y mi voz comenzaba a ser más fuerte.
Él dejó de moverse, para mirarme fijamente. —¿Tienes condones a mano?
Asentí, no había tenido oportunidad de usarlos porque mi noviazgo con un chico de otro curso terminó antes de dar el siguiente paso, por lo que me estiré al cajón de la mesita de noche y lo saqué, lo abrí con las manos y se lo puse, quité mi ropa, él quedó sólo con su ropa interior puesta y su pene fuera, se acostó encima de la cama y me puse sobre él, ví que coincidiera todo y simplemente comencé a bajar suavemente, sus manos me ayudaron tomando mis caderas, y cuando estuvo dentro de mí solté un gran suspiro de alivio, que se convirtió en un quejido y una mueca de dolor. —¿Estás bien?
—Algo mareada, pero bien —Sonreí, el dolor se volvía un poco más notorio, por lo que estuve sin moverme unos segundos.
—Si te duele es mejor que te muevas, para que pase.
Asentí, para comenzar a moverme suave primero, pero sus manos hicieron el trabajo difícil. Nuestro cuerpo comenzaba a aplaudir de una forma que todo sonaba, gracias a Dios que Diluc se confundió con una botella con vino y tiene poca tolerancia al alcohol y Kaeya duerme como piedra.
Yo estaba dándole la espalda a él, por lo que él veía mi trasero y sujetaba mis caderas mientras yo con mis piernas intentaba subir y bajar con todo lo que podía, esa posición era algo incómoda por lo que pedí cambiar, él en vez de hacerme caso se acomodó y comenzó a penetrarme mientras yo estaba en una posición, él hacía todo. Mis piernas no soportaban estar ahí mientras me penetraba rápidamente, por lo que caí en la cama y él salió de mí. Se levantó y me dió vuelta, y nos mirábamos. Entró nuevamente en mí, solo que yo agarré las sábanas y estiré mis piernas, él pasó mi pierna derecha a su hombro y comenzó a impulsarse con ella. Mis gemidos llenaban la habitación, por lo que me tapé la boca con una almohada que estaba abrazando, las estocadas se volvían más duras y sentía que cada vez entraba más, lo que me hacía estremecer por dentro.
Volvimos a cambiar de posición a la primera, solo que esta vez mirándolo. Mientras él estaba abajo, yo usaba mis brazos para apoyarme y mover mis caderas hacia arriba y hacia abajo.
—¡No-No lo haces nada mal! —Susurró fuerte en mi oído, reí, lo que fue callado por un gran beso que me hizo estremecer. —Si sigues así, voy a terminar.
—¡Hazlo! —Sonreí en el beso. —Estoy muy cer-¡Mhmm! Ca. ¡Déjame respirar!
Sujetó mi trasero para hundirse más en mí, gemí fuerte.
Comencé a moverme en círculos, él sujetaba mi trasero y con la otra mano la punta de la cama, apretaba sus piernas y se mordía el labio. —Si sigues así yo-
Estimulaba directamente mi punto g, por lo que comencé a moverme con más suavidez al sentir esos toques eléctricos que me recorrían todo el cuerpo. Usé su pecho de soporte y el chapoteo entre nuestros sexos se hacía presente y vez más ruidoso. —¡C-Childe m-me..¡Ahmm*Gap*! —
Sentí mi orgasmo recorrer mi espina dorsal, llegar a mis pies y comenzar a hormiguear la planta de los mismos.
Childe se salió de mí, porque me caí a su lado agotada. Comenzó a usar sus manos rápidamente, por lo que metí la mía en medio y lo imité. Ya se había retirado el condón y sentía su palpitante pene en mi mano, lo que me hizo sentir calor. Mientras el orgasmo me seguía consumiendo, sentí como mi mano comenzó a mojarse y su respiración se entrecortaba. Se cubrió la cara con su brazo y eyaculó sobre su abdomen. Traje un poco de papel de baño y lo limpié. —Me has...impresionado. —Sonrió, y Vi como un poco de luz solar se atravesaba por la cortina. ¿Había amanecido?
Vi el reloj, las 5 de la mañana. Childe quedó dormido en la cama, yo fui a orinar y me di una ducha rápida, para quitar el sudor y cambiarme de pijama. Vi que había quedado manchada en sangre por lo que me puse una compresa y volví a dormir. Al despertar Kaeya me esperaba sentado en la silla de mi escritorio. —¿Qué fueron todos esos ruidos? Dormí muy mal anoche Alora, por favor respeta la casa familiar.
Reí. —¿Qué habrás soñado? No he hecho nada, tranquilo. Y respetaré la casa, lo prometo. —Sonreí inconscientemente, Childe ya no estaba a mi lado, había una nota y su camiseta estaba entremedio de las sábanas.
No fue un sueño, estoy contenta.
Mis problemas para salir de mi casa terminaron, volví a la universidad sin ese miedo, ya que tenía a alguien cuidándome las espaldas desde muy cerca y yo que antes no lo veía, lo podía saludar y teníamos la relación más linda que podía haber.
Y el sexo, wow, lo mejor que podía pasar. Me ayudó a superar el mismo miedo que él me causó, me ayudó con mis problemas y también esas pestes que rondaban a mi alrededor desaparecieron mágicamente.
Veía mi casillero mientras escuchaba unos pasos detrás de mí, me di vuelta y Vi a Childe con su mochila, me acorraló en mi propio casillero. —¿A dónde va tan bella, señorita?
—No lo sé, a salir con mi novio creo yo.
¡Error de principiante! —Le miré con una ceja arqueada. Se acercó a mí y me besó de forma apasionada, las cámaras cubrían nuestro beso y eran las 10 de la noche en el campus, lo que no había nadie alrededor aparte de nosotros. El beso comenzó a tornarse caliente por lo que al separarnos para buscar aire nos unía un hilo de saliva. —¿Deberíamos salir o ir a un motel, qué dices?
—¡Pervertido! —Grité, él comenzó a reír, me tiró del brazo y me abrazó muy fuerte. — Entonces...¿Iremos a un motel?
Él besó mi muñeca y me agarró el trasero debajo de mi falda. —Donde usted quiera, pero por favor, dejemos la luz encendida, necesito ver tu rostro al venirte. —Me sonrojé, ¡Quién se cree!
—¡Jhmm! —Golpeé su hombro, comenzamos a caminar y a reír. —Está bien, con la luz encendida será.
—¡No hay tiempo que perder! ¡Corre!
En fin, ahí pudimos dejar salir todo lo acumulado que teníamos de una semana, luego de que él tuviera que hacer y yo estudiar y estudiar.
Las paredes de ese lugar fueron testigo de todo y aún así nada salió de ahí, nadie supo a qué fuimos y nadie escuchó cómo nos fundimos en las sábanas y en el baño juntos.

Genshin One Shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora