Diciembre: parte 2

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Domingo. Alrededor de la una de la madrugada.


Todos ya se habían ido a acostar después de celebrar la navidad. Mo Ran estaba en su antigua habitación jugando con su teléfono.

Estaba a punto de apagar el velador cuando unos golpecitos en la puerta desviaron sus acciones. 

Detrás de la puerta estaba Chu Wanning. Ese buzo grande y pantalones de chándal sueltos que vestía lo hacían lucir muy pequeño. 

El corazón de Mo Ran dio un brinco.

Sin saber qué decir o hacer, simplemente se quedó donde estaba, agarrando el pomo de la puerta y con una mirada tonta.

Chu Wanning se impacientó y resopló: "¿No vas a dejarme entrar?"

Mo Ran batió sus pestañas y se hizo a un lado, todavía callado.

Luego de cerrar la puerta, Chu Wanning escaneó el lugar y preguntó dubitativo: "¿Tu gatita?"

"Oh", Mo Ran finalmente salió de su ensimismamiento. "Parece que prefirió dormir con A-niang esta noche". Mientras decía aquello, se rascó la mejilla.

"No recuerdo haberla visto cuando…" Chu Wanning había estado pensando en voz alta, y en cuanto se percató de ello, enmudeció de inmediato. 

Mo Ran declaró con naturalidad: "La encontré en la calle un tiempo después de… ejem... eso. Así que la llevé a casa conmigo. Tenía pensado llevarla a algún refugio, pero no pude evitar encariñarme y decidí quedármela. Además, siempre quise un gatito, finalmente pudo solventar los gastos de tener uno".

Chu Wanning asintió en reconocimiento y no dijo nada más. Pero sintió el espesor de un azúcar muy tierno recorrer sus entrañas. 

Pareció sopesar algo durante un lapso de tiempo parcialmente corto y Mo Ran estuvo a punto de abrir la boca cuando fue tomado por sorpresa.

En algún momento, Chu Wanning se había acercado al alfa y, parándose de puntitas, conectó ambos labios.

Chu Wanning solamente había posado sus labios sobre los ajenos, sin moverse. El contacto fue como el roce de una brisa, efímero y delicado. Pero, cuando estuvo a punto de dar marcha atrás a lo que sea que lo empujó a hacer aquello, unos brazos fuertes y confiables se envolvieron alrededor de su cintura, atrayéndolo al calor de ese cuerpo que no podía olvidar.

Como si ya no fueran dueños de sus bocas, comenzaron a moverse lentamente, sondeando cada pedacito del otro de una forma muy cariñosa y plácida. Los ruidos del contacto fueron tomando una forma inmaterial que calentó gradualmente los deseos encadenados de sus cuerpos y almas.

Los instintos del alfa se despertaron casi en un santiamén y la danza de sus bocas fue clásica hasta que su lengua insistió en abrirse paso sobre el calor interno de Chu Wanning.

Mo Ran estaba completa y absolutamente seguro de que Chu Wanning fue su punto de inflexión que lo cambió todo. No podía recordar que algo tan común y corriente como un beso fuera así de trascendental. Cada toque, cada caricia, cada beso no dejaban de perder su chispa, incluso volviéndose más vivos que el anterior. 

Chu Wanning se convirtió en su perdición

Dirigiendo una mano a la nuca del omega, Mo Ran profundizó el beso y devoró sin escrúpulos al hombre en sus brazos. No le dio tiempo a adaptarse, y Chu Wanning simplemente luchó con la lengua ajena tratando de no quedarse atrás. Tratando de mostrarle que también podía seguir el ritmo, sin ser un mero receptor.

El gemido quejumbroso que abandonó la garganta de Chu Wanning fue el interruptor que hizo que Mo Ran cortara el beso. Pero solo le dio un segundo para llenar sus pulmones de aire antes de sumergirse otra vez en esa boca.

La Brisa del Haitang me Trajo un Cálido Hogar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora