¿Quién se enamoró de ella?
Desde hace un tiempo, Jennie Kim ha estado recibiendo tarjetas de amor, ¿Pero de quién?
Esa era una buena pregunta.
Habían dos opciones validas, y su grupo de amigas y ella buscarían la respuesta.
¿Por qué?
Porque tal vez...
El día siguiente llegó, la castaña con gran emoción se levantó de su cama más temprano de lo normal, se arregló adecuadamente y salió de su casa ignorando el sentimiento de hambre por haberse saltado el desayuno.
Caminaba a gran velocidad que parecía estar apunto de salir corriendo hacia su instituto, pero es que tenía miedo de no llegar lo suficientemente temprano y todo haber pasado por nada, en medio del camino se encontraba pensando como podría lucir aquel misterioso hombre que con sus adorables cartas la habían enamorado tan poderosamente que podría sentir su corazón palpitar de la emoción.
Tenía una gran sensación de preguntarle varias cosas como por ejemplo porque se había enamorado de ella, o tal vez porque se había escondido, por el momento eran preguntas sin contestar, pero Jennie tenía la esperanza de que esas preguntas que tanto le habían atormentado días atrás se esfumarán de una vez para luego dar paso al enamoramiento.
En realidad no le importaba tanto la apariencia física, solo quería conocer y hablar con la persona que había tenido el poder de robarle el corazón con solo un trozo de papel y tinta, a ella no le importaría en lo absoluto.
Sin poder darse cuenta, ya se encontraba al frente de su escuela que parecía estar vacía si no fuera por un par de profesores y uno que otro alumno responsable que amaba entrar temprano a clases, sujetó con más firmeza su mochila rebelando sus nervios. Como deseaba poder observarse en un espejo y así poder ver si estaba presentable.
Un pinchazo de miedo la atacó en ese momento, su corazón latía a una velocidad impresionante, sin embargo, no era momento para arrepentirse.
Sus pies se movían con rigidez como si le costara moverlos, atravesó la entrada del lugar para poder caminar por los extensos pasillos, su casillero estaba volteando una esquina haciéndole imposible verlo estando aún en las grandes puertas de su instituto.
Mientras se acercaba a esa esquina du agarre a su mochila se hizo más fuerte.
Era algo tonto si es que pensamos que tal vez su carta diaria aún no ha llegado se quedaría ahí esperando, y al pasar del tiempo la escuela se llenaría con más personas y probablemente sea un problema al querer reconocer a un chico que no conoce.
Volteo la esquina dando ver otro extenso pasillo lleno de casilleros y salones, pero justo delante de ella estaba su casillero.
Se podía ver como un hombre estaba dejando un papel por el muy estrecho espacio de la puerta de su casillero. Al parecer aquel persona sintió la mirada ajena y levantó su cabeza en busca de aquellos ojos que lo observaban dando permiso a ver su rostro completo.
— Eras tú...
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