Todo en lo que pensaba era en ¿Cómo no me había dado cuenta antes?
El que estaba adelante mío era ese joven que había conocido en el jardín de infantes, sin embargo, nuestra primera conversación fue en cuarto grado. Fue en ese momento en donde vi a un niño llorando desconsoladamente en un pasillo deshabitado con las rodillas rojas y sus cuadernos tirados alrededor de él, al verlo sentí mi corazón estrujarse.
¿Cómo algunos niños podrían ser tan crueles como para tratar a una persona inocente de esa manera?
No lo entendía, pero sabía que no podía quedarme ahí sin hacer nada.
Me acerqué cuidadosamente para no espantarlo, pero ni siquiera notaba mi presencia, estaba muy concentrado en abrazar sus rodillas mientras hundía su cabeza entre ellas e intentar resguardarse a sí mismo.
Me agaché hasta sentarme sobre mis tobillos y poder quedar a su altura.
¿Cómo debía empezar a hablarle? No lo sabía.
Así que lo único que se me ocurrió en ese momento fue acariciar su cabeza, sentí que aunque le hablara no iba a escuchar completamente, solo quería asegurarme de que se sintiera tranquilo.
Él levantó su mirada conectando con la mía, sus ojos estaban rojos e hinchados de tanto llorar, sus mejillas al igual que su nariz estaba roja, de pronta mis propios ojos empezaron a picar, no soportaba verlo de esa manera y aunque no nos hablamos continuamente nadie merecía esos tratos.
Supongo que fue el sentimiento del momento lo que hizo que se lanzara buscando refugio en mi y yo solo pude abrazarlo con más fuerza.
(...)
— ¿Qué pasó exactamente? — Pregunté al chico que ya más calmado optó por sentarse a mi costado aún en el piso del pasillo.
Se quedó mudo por un momento, parecía pensativo, no era difícil sacar una conclusión mediante su actitud, posiblemente una amenaza de parte del grupo de abusadores; Él habló.
— Se robaron mis cosas. — Dijo por primera vez. — Dejaron mis libros, pero se llevaron mis lapiceros. — Se aferró a sus libros.
Tuve una idea, tomé la mochila que había abandonado a un lado y la abrí para sacar una cartuchera, ahh esto me iba a doler un poco, pero saqué mi lapicero de la suerte, me encantaba su color fuerte. Le extendí el lapicero y él lo vio con curiosidad, pero al final lo aceptó para luego comenzar a verlo detenidamente.
— Es un lapicero muy especial. — Me miró por un momento y luego seguir viendo el lapicero como si fuera lo más interesante del mundo. — A mi me dio suerte y espero que a ti también.
El sol se estaba ocultando y la luz amarillenta entraba por las grandes ventanas, ya era tarde, mis padres estarían preocupados, si la mi casa no estuviera cerca de la escuela no me dejarían volver sola.
Tuve que pararme y acomodar mi mochila en mi espalda.
Vi como me vio con una mirada interrogativa con una pizca de la aún quedada tristeza.
— Lo siento, tengo que irme, deberías hacer lo mismo, tus seres queridos deben estar preocupados. — Volteé y comencé a caminar para irme del pasillo, no sin antes voltear al mismo tiempo que caminaba y gritar. — ¡No lo olvides! ¡Da suerte!
"Y si que le cambió la vida ese lapicero"
— Aún lo recuerdas. — Maldición, no pensé que fuera a recordar ese evento desafortunado, ya había pasado bastante tiempo desde eso.
Ella se acercó aún con la carta en manos, tenía miedo de pensar que podía ser la última carta que podía enviarle, eso es lo que menos quería, joder, aún tenía ese bendito lapicero entre mis dedos jugando nerviosamente con él detrás de mi espalda con la intensión de esconderlo, me daba muchas vergüenza que viera que aún lo tenía
Paró en el momento cuando ella ya estaba bastante cerca de mi, ni siquiera podía verla a la cara.
— Aún tienes el lapicero de la suerte ¿Verdad? — Mierda, eso me tomó por sorpresa ¿Se dio cuenta de que escribí esas cartas con el lapicero que me dio? — Claro que lo tienes ¿Puedo verlo?
Por fin me animé a ver su rostro, joder, era tan linda, observé su mano estirada y reaccioné. Con pena le di el lapicero. Se quedó mirándolo por unos largos segundos, pero yo no podía apartar mi mirada de sus ojos, esos mismo ojos de los que me enamoré al ver aquella amabilidad que pude conocer recién en cuarto grado.
— No lo usé mucho. — Hablé de repente captando su atención, por Dios, que fracasado. — N-no pude usarlo, tenía miedo d-de que se acabara la tinta, así que recién lo utilicé cuando escrib-
Me interrumpí yo mismo.
¡Maldición que idiota! Que vergüenza, aunque ella ya sabía que yo era el que le había escrito esas cartas me daba muchas vergüenza aceptarlo.
— Me encantaron. — Esas palabras me tomaron por sorpresa. — Tus cartas, me encantaron.
Una sonrisa se escapó de mis labios, pero me sentí confiado al ver que ella también se veía feliz, y de nuevo esos ojos, esos ojos que lograron enamorarme por tantos años, la dueña de esos ojos es mi primer y único amor. Los segundos pasaron, pero yo seguía perdido en su mirada.
Carraspeé al sentirme exageradamente avergonzado.
— ¿Es este el momento en donde te invito a salir? — Salió una ligera carcajada que me encantó tanto. La vi asentir mientras apreciaba el rubor en sus mejillas. — En ese caso, Jennie Kim ¿Puedo tener una cita contigo?
— Claro que si.
RUTA TAEHYUNG FINALIZADA.
Primero que nada, perdón por hacerlos esperar tanto este final alternativo, estuve ausente y estoy consciente de eso y aunque no prometo actualizar seguido, tampoco estaré ausente como lo he estado, muchas gracias por leer esta historia hasta el final <3
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Wнσ ғell ιn lσve wιтн нer? ᴶᵉⁿᵏᵒᵒᵏ ᵒʳ ᵀᵃᵉⁿⁿⁱᵉ
Romance¿Quién se enamoró de ella? Desde hace un tiempo, Jennie Kim ha estado recibiendo tarjetas de amor, ¿Pero de quién? Esa era una buena pregunta. Habían dos opciones validas, y su grupo de amigas y ella buscarían la respuesta. ¿Por qué? Porque tal vez...