A Xión le entran las prisas cuando visualiza las primeras torres de vigilancia de El Fuerte. Encorvada bajo la escueta cabina de mandos, todavía estaba zafándose de su gruesa sudadera terrestre y los pantalones. Patea el último trozo de pantalón, se sienta y comienza a ejecutar torpemente la secuencia de frenado en el cuadro de mandos.
Frente a sus ojos, empieza a distinguirse la figura de El Fuerte. El Fuerte Autoritario es una plataforma enorme y artificial que flota sobre el mar Jónico como el centro de operaciones de todo Corinto. Allí, la Autoridad supervisa la actividad de los barcos y naves que transitan las Autopistas Jónicas y, por supuesto, proporciona un efectivo absurdo para la vigilancia del ascensor espacial.
La plataforma tiene el tamaño de una gran ciudad industrializada: la caracterizan sus gigantescos bloques de oficinas pintados con los tonos rojo y blanco de la Autoridad, y también las explanadas desiertas donde atracar naves, vehículos espaciales y barcos.
No obstante, la joya de la corona se encuentra en los dos tubos translúcidos que se extienden hasta el cielo, gruesos e interminables, como si en el planeta Corinto se hubiese podido materializar el concepto de infinitud.
La pelirroja no se deja embelesar por la espectacularidad de la escena. No es como si ella no hubiese estado en El Fuerte antes. Cosas de tener un padre con una relación tan estrecha con la Autoridad.
Xión se pasa un buen rato intentando disminuir la velocidad de la nave-parapente, pero está claro que la navegación y el pilotaje no están hechos para ella. Su nave acaba aterrizando en un brusco derrape sobre una de las pistas.
Una controladora aérea, que viste el uniforme rojo y blanco de la Autoridad, la descubre y le grita un «¡eh!».
Con el corazón en la boca, Xión la ignora y se pone a correr, mientras pliega su barquita de una sola pasajera: la vela se recoge sobre sí misma como si estuviese hecha de un material ligero y no de la robustez necesaria para viajar al espacio. La nave-parapente al completo se convierte en un objeto ligero y manejable.
Xión ha visto su posible transporte kilómetros antes de llegar a la plataforma oceánica: una nave-yate turista plagada de gente que espera su turno para embarcar. Xión se introduce entre la multitud apretujada y logra pasar desapercibida por los dos palmos de altura que todavía le quedan por crecer. Hay otros visitantes con esas idénticas placas colgando del brazo, dispuestos a tener su buen trayecto de recreo espacial en sus naves unipersonales.
Sin embargo, parece que la salida de la nave está lejos de ser inminente:
—¡El Úrsula lleva enios saliendo al espacio! ¿Cómo es posible que no haya un espacio para mí? —grita la comandante—. ¡Trabajo y vivo de esto! La nave ha pasado todos los controles de seguridad de mis ingenieras, ¡claramente tienen una conspiración contra mí!
—Pia Santana, cálmese por favor.
La tal Pia, dueña de esa nave con nombre de villana terrestre, se pelea a gritos con los Agentes Autoritarios que no le conceden el viaje en los ascensores espaciales. «La siguiente carga ya está llena», se justifican.
Xión aprieta los dientes. Si por ella fuera, orientaría la nave-parapente hacia el cielo y saldría dinamitada fuera de la atmósfera de Corinto. Si no se da prisa, el tío Heine se le adelantará...
Lo que sucede a continuación debe ser uno de esos milagros terrestres que en Corinto no suelen suceder.
Entre la multitud, aparece una mujer adulta, de unos treinta enios de edad, con la tez oscura, las piernas completamente mecánicas y el pelo enredado en un sinfín de rastas y abalorios. Su envergadura no la hace destacar por encima de la capitana de la nave-yate, ya que no es demasiado alta ni fuerte, pero no le hace falta.
Un brazalete por encima de su bíceps derecho la señala como Captadora, haciendo innecesaria cualquier otra identificación.
El silencio sepulcral debería bastar para que Xión escuchase lo que la Captadora comenta con los Agentes Autoritarios, pero hay demasiados murmullos entre la gente. ¿Pretenderá Captar a alguien en ese viaje? ¿Va a haber problemas? ¿Será lo más espectacular que verán en su vida? ¿O es mejor bajarse y dejar el viaje para otra ocasión?
Hay personas que abandonan la cola, adolescentes que se entusiasman en exceso y pasotas como Xión, que simplemente ignoran lo que sucede y se alegran de que esa intervención les permita tomar el ascensor espacial.
Es la primera vez que Xión ve a una Captadora con sus propios ojos, pero se dice a sí misma que eso no es importante y que le da exactamente igual. No es como si pudiera escupirle en la cara y salir indemne, por ejemplo. Tiene otros asuntos que atender.
Puede que en el conteo de la Comandante Santana haya una personita extra, pero el revuelo que causa la Captadora es tan grande que nadie parece percatarse de ello.
En esa larga travesía hasta el espacio, si detectan a Xión a bordo ya será demasiado tarde como para hacer algo al respecto.
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Compass Rose - El viaje a la Puerta de Tao
Научная фантастикаSi tuvieras la oportunidad de viajar hasta un satélite artificial para obtener un superpoder, ¿lo harías? Y si supieras que tendrás que robárselo a tu propio tío, que no sabes pilotar una nave espacial y que obtenerlo te dolerá hasta el punto de sen...