Parte 5

43 9 14
                                    

Orión suspira por la nariz. Heine se ha decidido a hablar y ha costado mucho menos de lo que esperaba. Sabía que la táctica de distraerlo con su exhibicionismo funcionaría.

El capitán de la Tripulación del Calor repite con interés lo que Heine acaba de decir:

—¿Dices que quieres valerte por ti mismo?

Heine asiente sin mirarlo.

—Nizar me ha compartido cierta... información de las reuniones del Consejo. Desde que Balle el Ballena y los suyos desenterraron el Tesoro del Arco Coríntico, la piratería está revolucionada, quieren nuevos retos, equiparar ese poder...

—¿Me lo dices o me lo cuentas?

Orión no sabe por qué Heine le explica algo que ya sabe de sobra, pues supone el grueso de todas las misiones que lo han sacado al mar Jónico últimamente. La semana pasada, por ejemplo, tuvo que pedirle a los piratas de Radona que se portasen bien y dejasen de armar barullo en el archipiélago de Litheos. La Universidad ha activado el nivel cinco de emergencia, en Villa Irizar las reuniones están convocadas permanentemente y ni los tropecientos Aliados de la Autoridad dan a basto apagando los fuegos, por no hablar del desmedido trabajo de la Flota Autoritaria.

Se alegra más que nunca de haber mandado a Ethan a vigilar las Casas Roja y Azul mientras ellos están fuera. Su veterano tripulante lo debe de estar odiando, pero no va a aburrirse mucho antes de tener que encargarse de algún indeseado visitante. No se le ocurría nadie mejor preparado para ese puesto, ni desde luego dejaría a sus hijas y sobrino con cualquier persona.

—Sí, ya sé que lo sabes y que la Autoridad casi no te ha dejado irte quince días.

—Me pasé un mes convenciendo al viceniñero.

—Pero déjame que siga —lo corta Heine, mirándolo con ojos tensos.

El apelativo de viceniñero no causa ninguna reacción. Ambos saben que Orión siempre ha llamado así a Tomas Mérida, el Agente de la Autoridad que tiene la desgracia de comunicarse con los Aliados como Orión habitualmente.

Heine continúa:

—Hay varias tripulaciones que han dejado de creer que llegar hasta ese lugar sin los Captadores sea una fantasía.

Orión asiente con la cabeza. Eso también lo sabe. Le preocupa que Heine ya sea consciente de ello, y de repente ata sus cabos y se da cuenta de que tenía la evidencia delante de sus narices.

¿Cómo ha podido ser tan idiota? Mientras Orión esperaba el mejor momento para contárselo, Heine se ha enterado de los problemas por su hermano (el quinto Consejero de la Autoridad, Nizar Tamariz) y se ha comido la cabeza él solo.

—Mierda, Heine... —refunfuña el capitán, frotándose la cara.

—Es que sé lo que me habríais dicho. Que no tengo que preocuparme, que no estoy solo y que es una moda pasajera, exactamente igual que pasó hace siete enios, porque nadie puede encontrar la placa desde que la entregamos nosotros.

Orión intentaría agregar algo, pero sabe que Heine va a seguir despotricando en ese tono frío que tan poco le gusta:

—Pero esta vez es diferente. Nizar dice que se están creando alianzas para que el ataque sea coordinado, que no pararán hasta conseguirlo y que actuarán a espaldas de la Autoridad y los Aliados si hace falta. Harán lo que sea para obtener información...

Orión no se aguanta más y lo interrumpe:

—Tú ya no tienes la información para llegar allí.

—¡¿Y eso quién lo sabe?!

Compass Rose - El viaje a la Puerta de TaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora