Spoiler: La novia de Zenitsu es una boxeadora profesional.
Advertencias:
💎 Drabble.
⚡ Universo alterno.
💎 Fluff.
⚡ Genderbend.
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Zenitsu nunca se consideró un galán. Es más, a sus veinticinco años seguía sin tener novia y lo peor era que estaba enamorado desde hace años de su amiga Tenma. La chica portaba de un hermoso rostro y una altura mayor al promedio. Además de una fuerte musculatura gracias a su trabajo como boxeadora. Zenitsu estaba por rendirse, pero llegó un día en el cuál, el que se declaró no fue el, si no la Uzui.
Fue un día lluvioso y Zenitsu se había olvidado su paraguas mientras salía de su trabajo. Llamó a su hermano pero este lo llevaba al buzón de voz. Suspiró, guardó el aparato y empezó a correr esperando encontrar un taxi lo más pronto posible por qué al mirar las nubes se podría suponer que la lluvia traería truenos.
Terminó en la parada y empezó a tratar de secarse quitándose la corbata color negra y desabotonando el cuello de la camisa. Se arremango el pantalón ya que habían charcos de lodo que probablemente no se quitarían fácilmente. También saco de su maleta tratando de no mojarla, un pañuelo que siempre llevaba consigo y se quitó los pupilentes.
Mientras guardaba todo en su maletín, un auto vino hacia el, y como estaba oscuro, la luz que este irradiaba hizo que cerrará los ojos por unos segundos. Al acostumbrarse, notó que una albina estaba adentro del vehículo.
- ¿Que esperas para entrar? - Le preguntó y Zenitsu salió de su transe. Rápidamente agarró sus cosas y entró en el asiento del copiloto.
- Perdón por dejar tu auto mojado - Se disculpó el rubio mientras la mujer comenzaba a manejar.
- No te disculpes, no fue tu culpa realmente. La lluvia nos vino de imprevisto a todos - Le habló viendo el retrovisor.
- ¿Y... Cómo te fue en tu trabajo? - Preguntó el más bajo tratando de hacer conversación.
- Agotador. ¿Sabes? Ya no estoy en edad para enseñarle a unos mocosos que ya se creen lo mejor cuando ni saben patear correctamente - Le explico mientras hacía gestos exagerados por lo comentado
- Pero si apenas cumpliste treinta y cuatro - Le dijo Zenitsu y Uzui río.
- Por eso. Mira, ya tengo marcas abajo de los ojos producto de la frustración de esos niños -Le enseñó mostrándole sus ojos que a percepción del Agatsuma, eran la cosa más hermosa jamás vista.
- No exageres, ni se notan - Le resopló mientras trataba de alejarse por la cercanía y porque al parecer su corazón lo notaba ya que este empezó a latir más rápido. La chica bufó y puso atención en manejar.
Estuvieron en silencio cómodo como por unos dos minutos hasta que la chica habló.
- Zenitsu-kun, tengo algo que decirte.
- ¿Que cosa?
- Me gustas.
Agatsuma se quedó el shock. Giró la cabeza lentamente hasta quedar con la mirada de Tengen. La mujer paró el auto en una esquina. El rubio no sabía ni como reaccionar. Nunca en su vida se le habían confesado y para este momento no estaba preparado.
- Y-Yo... No sé qué decir - Le dijo cuando pudo articular palabra.
- Entiendo... - Le respondió luego de unos segundos la más alta para luego empezar a conducir.
Luego de unos minutos, llegaron al departamento de Zenitsu, pero el hombre iba a hacer algo que probablemente se arrepentiría después. Se acercó rápidamente a la mayor y junto sus labios con los suyos. La albina se quedó asombrada, pero no sé apartó e hizo el beso más profundo. Al separarse Agatsuma no sé atrevía a verla.
- E-Esa es mi respuesta - Le dijo y Tengen sonrió.
Que confesión tan extraña.
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