Luego de un accidente, un escritor despertará en un lugar totalmente desconocido, estando amnésico, lo culparán de un hecho atroz, solo el pasado será el encargado de abrir las cicatrices profundas para revelar la verdad.
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La llevé al bosque que estaba a treinta y cinco kilómetros de nuestras casas. Como se hallaba dormida, la arrastré hacia adentro, luego esperé a que se despertara, no demoró mucho tampoco en gritar. Al principio la calmé un poco, era desobediente, debí adiestrarla como dicen 'a los golpes se aprende' río de sarcasmo. Su rostro tan expresivo, atemorizado, primero limpié su cara pasando la lengua, segundo le quité su remera, y aprehendiendo sus brazos en el suelo mimé su cuello, como ella tanto le complacía. Tercero, mi parte preferida, desvestí su pantalón, y me abofeteó, una risa me interrumpe. Esto me enardecía, y lo hice. Sus gritos fueron canto para mis oídos.
De repente tengo a Víctor encima de mí aporreándome constantemente, enojo no, más bien, un profundo odio se siente en cada impacto que recibo en mi cara ya desfigurada, en frente de la niña, presenciándolo todo.
- ¡Qué le has hecho a mi esposa, degenerado, canalla! – solloza a lágrima viva - ¡Vas a ir preso, preso! ¡Las vas a pagar! – trata de alejarse para no cometer ninguna barbaridad, y suspira.
¿Querés que siga?, así la buscas, me rio nuevamente.
Por consiguiente, ella no perduró demasiado, entonces, la incineré, puedes ir a visitarla. Le fui quemando, las extremidades hasta llegar a la totalidad. Allí en el bosque, unos setenta metros a la derecha de un cartel de velocidad.
Víctor queda perplejo, le cuesta asimilar lo que acaba de oír, sin expresión, ni impulso. Inmóvil, una mirada perdida y profunda lo mantenía sosegado. Se retira en silencio, presiento que por dentro planea algo.
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Alan conducía aceleradamente en el bosque, una velocidad excesiva suficiente para el perder el control, lo cual efectivamente ocurrió. Maniobró de un lado a otro, en defecto, no lo logró y su automóvil junto con él se estrellaron contra un árbol enorme. Completamente herido e inconsciente podría haber muerto, sin embargo, el esposo de Elena lo vio, y frenó. Ayudarlo, no sería la palabra indicada, de igual forma, lo hizo para una conveniencia. Descubrió el vidrio incrustado en el abdomen, procuró extraérselo, debido a una hemorragia que asomaba; abandonó.
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En el lugar del acontecimiento, Víctor recorre la zona, se detiene examinando el terreno; hojas quemadas, aroma a humo reciente, sigue caminando unos metros y entrevé un objeto, echa un vistazo. Creer que lo que digan es difícil, pero comprobarlo con tus propios ojos, resultaba ser aún más enrevesado. Porque la verdad está en frente. Las pruebas evidencian cada relato, cada detalle macabro. Como cualquier persona se desahoga en el momento, abraza la prenda de Elena teñida de rojo y la huele para recordar, al menos su esencia.
Por el otro lado, las sirenas suenan incansablemente, la policía y la emergencia dan atención de inmediata a Alan, ya desvanecido por la hemorragia y los reiterados ataques, llevándoselo de urgencias.
Finalmente, Víctor cuidó de la niña durante unos días hasta que la madre volviera.
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Afortunadamente, Alan sobrevivió al accidente, lastimosamente, la vida era injusta, no mejor dicho que el propio escritor, Alan, la vida era inconmensurable, sin duda, debido a que no fue condenado a prisión, por facultades mentales presentadas en el acto, al acusado se le dictaminó asistencia profesional en un centro psiquiátrico.
El esposo de Elena devastado por la injusticia y sin consuelo decidió visitarlo al sanatorio. En el sitio, caminó hacia él.
- ¿Por qué?, ¿por qué me arruinaste la vida? – lo mira nostálgico y rencorosamente, en comparación con el escritor, quien realiza un gesto alegremente irónico – sé que no estás loco, sí enfermo, pero aquí no debes estar. Me encargaré personalmente de que te pudras por las atrocidades que has cometido – riéndosele Alan con descaro manifiesta – Qué pasaría si existiera la posibilidad, de qué a Elena, nunca la asesiné. Quizás, mentí, como de costumbre. ¿Acaso has visto su cuerpo, has percibido ese particular aroma que llevan los cadáveres?
La verdad desaparece, y surge la incertidumbre nuevamente. A quién creer, a qué. La vida es totalmente inconmensurable, llena de cicatrices profundas que marcan y muestran las heridas pasadas que siempre estarán presentes porque son huellas que prevalecen.
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Holaa! Como andan? Y parece que terminó jajaja.
Q les pareció la historia? el final, cómo estuvo? Voten si les gustó.
Agradezco a todos los q leyeron la historia y la disfrutaron tanto como yo al escribirla.
