Capítulo 1.

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Ellos se habían visto un par de veces después de ese último intercambio de palabras.

Ese día donde Violet rechazó su orden, fue el mismo día donde él finalmente sintió que una pesada carga caía de sus hombros.

La muerte de su hermano fue algo inevitable, algo que la guerra ocasionó, algo que un país entero provocó; Violet no era la culpable de nada de eso.

Lo comprendió finalmente, luego de pelear juntos sobre el tren y de protegerse mutuamente.

Hoy finalmente sus caminos volvían a cruzarse, pues frente a Dietfried se encontraba la silueta de una joven de diecisiete años cumplidos.

Su vestimenta era igual, su peinado también, parecía que nada de ella había cambiado y seguiría inmutable mientras persiguiera el fantasma de su querido hermano menor.

"No puedo criticarla" pensó para sí mismo. Después de todo él tampoco había cambiado en lo más mínimo.

Su actitud hostil seguía permaneciendo en él tal como un lunar sobre la piel: inmutable y permanente.

Sus ojos verdes claro reflejaron nada más que inquietud, pues estaba consciente de que no podría evitarla en esta ocasión.

Se acercó hasta ella a paso lento y pausado, pues en el fondo estaba consciente de que ella, al igual que él, permanecía pérdida en sus pensamientos.

Luego de apenas unos pocos momentos, los ojos azules se posaron sobre los verdes, dando paso a una sensación de tensión mezclada con incomodidad.

- Capitán... - dijo la chica rubia poniéndose de pie con brevedad y viendo en su dirección.

- Así que eres tú la que viene a dejar flores para mi madre todos los meses. - contestó él.

- Quería venir mañana en el aniversario de su muerte, pero seguro habrá familiares... - respondió ella.

La chica se caracterizaba por sus respuestas sin filtro, incluso en ocasiones sus comentarios se tornaban un tanto hirientes.

Dietfried por su parte se mostró un tanto asombrado por su franqueza pero, a pesar de ello, no le disgustó en absoluto al general, después de todo conocía bien esa costumbre de parte de la menor.

- ¿Lo incomodé? - preguntó Violet con preocupación en su tono de voz.

- No... - respondió virando el rostro a un lado y luego volviendo a su postura normal. - Pero no hacía falta que vinieras hasta aquí. Hoy es tu día libre.

- Pude venir porque es mi día libre.

- ¿Haces esto de parte de él?

El silencio de la chica fue su respuesta.

- No hago esto de parte del comandante, vengo por voluntad propia. - contestó cabizbaja luego de un par de segundos donde el aire y las hojas cayendo fueron lo único audible alrededor.

- ¿Cuantos años han pasado desde el final de la guerra? Lo entiendes, ¿verdad? Él no... Olvídate de Gilbert. - exclamó Dietfried retomado su postura imponente digna de un capitán.

- No puedo olvidarme de él. - afirmó ella. - Mientras viva no podré olvidarlo.

La expresión del capitán se desmoronó luego de escuchar esas palabras.

Lo comprendía, Gilbert fue su hermano menor, él tampoco podría olvidarlo jamás. Incluso había días donde, de algún modo, se levantaba por las mañanas con la idea de que su hermano jamás se había ido, que llegaría de visita a su hogar como siempre lo hacía: con su cara de inocente cachorro intentando convencerse de que en realidad es un halcón.

𝙽𝚘 𝚜𝚎𝚛é 𝚞𝚗 𝚊𝚛𝚖𝚊. (𝚅𝚒𝚘𝚕𝚎𝚝 𝚡 𝙳𝚒𝚎𝚝𝚏𝚛𝚒𝚎𝚍).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora