Capítulo 7.

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- Lo lamento, Violet, pero parece ser que la cena demorará un poco más. Mi esposo no ha regresado a casa y dijo que posiblemente traería un invitado consigo también. ¿Deseas un aperitivo mientras esperamos? Debes estar muy hambrienta. - ofreció Sasha con preocupación asomándose por la puerta de la habitación donde Violet se hospedaba. 

Violet enderezó su postura, dado que se encontraba escribiendo algunas cuantas palabras sobre un escritorio que yacía dentro de su habitación. 

- No tengo problemas con esperar, gracias por su preocupación. - respondió neutralmente intentando tranquilizar a su anfitriona. 

Sasha soltó un suspiro de alivio. 

- Te avisaré cuando lleguen, por cierto, ¿eres afín a la lectura? - preguntó cambiando de tema radicalmente. Violet inclinó ligeramente sin comprender. - Tengo una pequeña biblioteca en la primera habitación subiendo las escaleras, puedes tomar los que desees prestados para conciliar el sueño o simplemente leer durante tus descansos. Es toda tuya. - ofreció con una sonrisa. 

- Muchas gracias, lo tendré en cuenta. - respondió Violet esbozando una ligera sonrisa. 

- Bien, entonces volveré a la cocina. 

Violet asintió y prontamente Sasha hubo abandonado la habitación a la par de que sus tacones resonaban cada vez más lejos. 

¿Leer? se preguntó a sí misma. La verdad es que no era fanática de la lectura y pocas veces tuvo tiempo para dedicarse a leer. Le pareció un poco extraño que se dedicara enteramente a la escritura y las cartas aún sin ser una lectora con experiencia. 

Quizás sería buena idea brindarle un poco más de dedicación a su empleo para mejorar sus habilidades y seguir satisfaciendo las peticiones de sus clientes nuevos y regulares. 

Después de la cena, sin duda buscaría algún título de su interés. 

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Después de transcurrir ese camino, ambos hombres finalmente hubieron llegado a su destino. 

Dietfried bajó del carruaje en donde se asomaron el ciento de margaritas iluminadas con faroles que se encontraban en el jardín. La residencia no era tan magnífica como su hogar, sin embargo, el ambiente parecía bastante acogedor. 

Sin darse cuenta le dedicó un par de segundos a las margaritas, a olfatear disimuladamente su aroma y presenciar su belleza. Recordó a Violet y el ramo que le había obsequiado antes y, sobre todo, recordó que aún no podría disculparse con ella por aquellas terribles palabras. 

- Son las favoritas de mi esposa. - dijo Dean a sus espaldas. 

Dietfried carraspeo levemente, simulando el mejor desdén que pudo. 

- Su aroma es fresco. - respondió con simpleza y comenzó su andar hasta la residencia. 

Dean lo observó brevemente y luego a las flores a su lado. Algo le pareció extraño, aún así, siguió a ese hombre sin pensarlo demasiado. 

Una vez se encontraron hombro a hombro añadió:

- Espero su corta estadía aquí le sea placentera, espero lleguemos a un entendimiento mutuo y podamos considerarnos amigos y aliados luego de ello. 

- Eso depende enteramente de usted, ¿sabe? Soy una persona prejuiciosa y como tal sus anteriores palabras me parecen sospechosas. 

Dean rió con gracia. 

- Soy un hombre honesto, eso es todo. No soy del tipo que finge enemistad para conseguir mis propias metas, soy más de confiar con las personas y viceversa. - detuvieron sus pasos antes de adentrarse a la residencia, así como Dean tomó la perilla. - No me sirven las enemistades, no llevan a ninguna parte y parece que usted concuerda conmigo. 

𝙽𝚘 𝚜𝚎𝚛é 𝚞𝚗 𝚊𝚛𝚖𝚊. (𝚅𝚒𝚘𝚕𝚎𝚝 𝚡 𝙳𝚒𝚎𝚝𝚏𝚛𝚒𝚎𝚍).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora