Dos ciclos lunares completos.
Dos ciclos lunares enteros prisionero en sus propios aposentos.
Durante este tiempo, JungKook lo había ignorado por completo, una situación que, en parte, agradecía. Aún no estaba al tanto de su secreto embarazo, una verdad que le causaba tanto agradecimiento como dolor. Aunque su conexión seguía intacta, sabía que la discusión había afectado profundamente al Alfa. JungKook, ante los desafíos, solía recurrir a la fuerza bruta o al confinamiento en alguna habitación de su vasto castillo.
Dos meses de soledad gélida y amarga, acompañados por los susurros y chismes de la servidumbre. Corrían rumores de que el rey ya no amaba a su reina, que planeaba cambiar su destino, desterrarlo e incluso, algunos decían, matarlo. Ignoraban que, para JiMin, JungKook lo había matado hace mucho.
Dos meses en los que fue humillado y abandonado por gran parte de sus Doncellas y Donceles, quienes ahora se enfocaban en atender a Aless y YeongHee. Estos dos, esperando príncipes o princesas, se habían convertido en figuras prominentes en el reino. Aless ahora era el consejero real, ocupándose del bienestar del pueblo y acompañando al Rey en eventos públicos, mientras que YeongHee se convertía en la nueva señora y dueña del Harem. Supervisaba las labores domésticas en el palacio, dirigía a los amantes del Rey y gestionaba posibles nuevos embarazos y la llegada de nuevos omegas al Harem.
Todo lo que JiMin había hecho en el pasado, cuando su deseo de ayudar al reino era genuino, cuando el Harem estaba destinado a engendrar futuros príncipes y princesas en lugar de servir como mero placer carnal para el Rey.
Dos meses de lágrimas contenidas al escuchar sobre la expectante felicidad de JungKook por la llegada de sus herederos. Los murmullos de la servidumbre relataban las horas que pasaba el Rey en compañía de Aless y YeongHee, compartiendo postres, lecturas agradables, obras de teatro exóticas y bailes tradicionales. El pueblo, envuelto en celebración por la inminente llegada de los herederos, disfrutaba de festines y regalos de su rey.
Y más importante aún, dos meses de embarazo, de sentir a su cachorro crecer. Este hecho alimentaba su deseo de escapar, de vivir libremente. Aunque la ansiedad y el miedo lo acosaban en las noches, la emoción lo mantenía alerta y ansioso por llevar a cabo su plan.
Esa noche, finalmente, había llegado. JiMin yacía en su habitación, preparando una modesta bolsa negra con lo esencial para adentrarse en el bosque. Dos abrigos, capucha y un cambio extra para protegerse del frío. Comida, frutas maduras y agua fresca. Sus pinturas y pinceles favoritos, no esenciales pero apreciados. Este era el único botín que valoraba llevarse de ese lugar.
Resultaba irónico; las joyas, sedas, zapatos costosos y maquillaje no tenían utilidad real.
Miró por el balcón. La helada noche cubría el jardín, y sólo se vislumbraban las copas de los árboles y las cumbres de las montañas bajo las estrellas.
Por fin, el momento había llegado. No había esperado dos meses en vano. Esa noche se celebraba el baile real de invierno, donde Évrea daba la bienvenida a la primavera y se despedía de la cruda estación. Había elegido esta fecha estratégicamente, sabiendo que el salón real estaría ocupado por la alta sociedad y figuras importantes, manteniendo ocupado a JungKook y al personal del palacio.
Era seguro que JungKook no le permitiría unirse a la celebración. El Rey probablemente disfrutaría de la velada con sus concubinos, especialmente con YeongHee y Aless.
Sasha y BaeYun, por supuesto, lo acompañarían. Los tres habían organizado meticulosamente todo. Era reconfortante tener algo bueno en ese lugar, una pequeña familia que crecería aún más con la llegada del bebé.
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"YoungBlood" © KookMin
Fanfiction❝Solías llamarme «Cariño», ahora me llamas por mi nombre. ¿A quién estás llamando, amor? Nadie podría ocupar mi lugar. Cuando estés mirando a esos extraños, le ruego a Dios que veas mi rostro❞ En el reino de Évrea, JiMin, el Omega sujeto al yugo del...