14 ▕ ❝cuando estés mirando a esos extraños, le pido a Dios que veas mi rostro❞

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En la estancia palaciega, la furia había desencadenado un oscuro conflicto. JiMin, temblando de terror, recorría los pasillos solitarios con sus pasos resonando como susurros. Su ser, manchado con la esencia vital del propio rey, sostenía con firmeza su vientre mientras la seda blanca de su atuendo se teñía de carmesí. Las lágrimas, prisioneras en los confines de sus ojos, y la desesperación, un yugo gélido que aprisionaba su corazón.

JungKook estaría enfurecido. JiMin emergió de sus aposentos, desafiando las órdenes de la peor manera posible. A pesar de los clamores de su conciencia que le instaban a regresar, a corregir su desobediencia, a implorar perdón en todas las lenguas conocidas, él persistió en su huida. Los pasillos se multiplicaban ante él, y sus pulmones se inflaban al chocar con las paredes mientras aceleraba su fuga.

Corría en pos de su libertad y la de su pequeño cachorro, sin permitir que JungKook lo alcanzara, ni que los guardias intervinieran. Con la certeza de que la servidumbre conocía ya la situación, y que la festividad en la primera planta se desvanecía, los pasillos desiertos pronto se llenarían de almas buscándolo para presentarlo ante el rey.

La cocina, un refugio anhelado. Debía alcanzarla antes de que el cerco se cerrara. Sasha lo aguardaba allí, su único recurso tras la interrupción del plan con BaeYun. Sólo podía confiar en la perspicacia de su compañera para idear un nuevo rumbo juntos.

Mientras sus muslos ardían y sus pulmones imploraban oxígeno, giró en un pasillo, a escasos metros de la cocina. Su figura agitada colisionó con otra más pequeña pero igualmente tensa y apurada. Reconoció el aroma de Sasha al instante.

Ella lo evaluó con rapidez, sus ojos abriéndose con terror al ver la sangre resplandeciente y el rostro pálido y ojeroso del omega.

─¡Majestad! ¡Oh, Luna! D-Dígame que está bien, ¿¡de dónde salió toda esa sangre-.. !?

─No es mía. ─La cortó con un jadeo dolorido, mientras Sasha sostenía sus codos con manos temblorosas, sus dedos aferrándose a la delgada seda. ─Estoy bien, sólo me golpeó en la nariz. E-El resto de la sangre no es mía.

Sasha asintió, sorprendida. ¿Era la sangre del rey? Parpadeó varias veces, concentrándose. Sin embargo, eso no importaba; debían escapar. Observó el pasillo y las múltiples esquinas alumbradas por antorchas; ninguna sombra, excepto la suya y la de JiMin.

─Hace... hace frío. No puede salir así. E-El cachorrito.. ─Sintiendo la abrumación, agitó la cabeza. Sabía que su mayor se encontraba en un torbellino de adrenalina y temor. Ella sería su guía, estaba decidida. ─Todo el palacio lo sabe. Sé que nos encontraríamos en la cocina, pero es un caos allí dentro. Por eso salí a buscarle. Ahora... ahora debemos buscar a Bae afuera. Continuar con la otra parte del plan. ¿Me escucha claramente?

Afuera. Estaba a punto de liberarse. Sasha lo sacudió, exasperada.

─¡Majestad! J-JiMin, estoy rogándole que se concentre. Sólo un poco más, tenemos que marcharnos. Aprovechemos el disturbio antes de que organicen la búsqueda. ─Su ceño fruncido, sus ojos brillando entre nervios y determinación. Un contraste peculiar que conectó a JiMin con la realidad circundante.

El Omega, exhausto y lacerado, asintió con gesto pesaroso, luchando por desvanecer el dolor en su vientre, una secuela del temor presente. Sus entrañas palpitaban con la resonancia de la pelea previa, mientras su lobo interior permanecía tenso, y la desesperación lo envolvía como una sombra. Aunque el vínculo entre ambos estuviera sellado, la amenaza inminente le hacía, de manera inconsciente, anhelar y convocar a su alfa.

JiMin, en un conflicto interno que se entrelazaba con el mundo a su alrededor, luchaba contra sí mismo y las fuerzas que conspiraban en su contra.

Aún así, con un último suspiro de esperanza, enfocó sus ojos cristalizados en el pasillo apenas iluminado, aprehendiendo la mano de Sasha. Juntos, emprendieron una fuga sigilosa por los recovecos del palacio, dirigiéndose hacia los jardines laterales. Aprovechando la confusión que reinaba en el gran salón, donde las tropas del rey se congregaban y los guardias se ocupaban de asegurar puertas y ventanas, y de guiar a los invitados hacia un lugar seguro, el caos se convertía en su aliado.

"YoungBlood" © KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora