DIEZ DIAS QUE QUISIERA BORRAR.

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Lamento los percanses y la tardía en subir capítulos, había escrito este pero no se guardó y tuve que hacerlo nuevamente, esperó que disfruten este capítulo tanto como yo :*

Todo sucedió en forma inesperada. Recién cumplía algo. más de un mes en la Universidad y ya me encontraba comprometida con dos muchachos, lo que nunca habría imaginado. Ricardo no merecía que en tan corto tiempo lo estuviese engañando y menos con alguien a quien recién conocía. Estaba sinceramente incómoda. Es muy bueno, sí, tener en esta etapa un amigo con quien compartir, conversar y sentirse menos sola, aunque mis intenciones habían sido dedicarme por entero a la Universidad y mantenerme fiel a mis promesas. Las cosas suceden como las circunstancias las hacen y no siempre como una se lo propone. No es que estuviese descontenta, aún más, estaba verdaderamente entusiasmada con Héctor, pero temía que alterase el futuro de mis proyectos, 'tanto en mis estudios como en mis planes con Ricardo. En todo caso a Héctor lo encontraba bastante atractivo y, sobre todo, muy tierno e inteligente. Sin embargo, lo mismo era lo que más temía; que algún día llegase a ser algo perturbador. Fue general fue una linda etapa de mi vida. De mi casa recibía cartas todas las semanas y los domingos en la noche me llamaban por teléfono. A pesar de mi amistad con Héctor, seguía esperando con ansiedad las cartas de Ricardo y me molestaba cuando pasaban más días de los imaginados en recibirlas. En ese tiempo, lleno de satisfacciones y estímulos, tenía sólo una gran preocupación: había pasado un período completo y no había menstruado. Cada vez que pensaba en ello, de inmediato me distraía intencionadamente concentrándome en otra cosa, porque la sola idea de que ese atraso correspondiese a un embarazo, me aterraba de tal modo que no toleraba el hecho de imaginarlo. El último período había sido los primeros días de febrero. Pasó marzo entero y al cornenzar abril no había indicios aún de que me fuese a venir. Después de mis primeros períodos, hasta entonces mis menstruaciones habían sido muy regulares. Confiaba en que las emociones de esos meses fueran una causa sicológica o que el cambio de clima, de comidas, en fin, de forma de vida, estuviese influyendo de algún modo. Me parecía poco probable que fuese un embarazo, porque lo de Tony había sido en un período de escaso riesgo. Sin embargo, en algunos momentos esa idea llegó a aterrorizarme. Siempre imaginé que un embarazo imprevisto para mí no sería tan grave, después de todo. Pero nunca supuse que pudiese derivar de una relación fortuita con un desconocido. Es muy distinto quedar embarazada inesperadamente de quien se ama, que tener un hijo con quien ni siquiera se llegó a conocer más allá de su nombre y su apariencia. Cuando conocí a Tony y a su amigo de la camioneta roja, no imaginé que algo pudiese ocurrir, aunque de inmediato me impresionó por su atractivo, su largo pelo rubio y ojos azules.
En esos momentos no pensé en si teníamos algo en común ni me preocupó saber más de él. Incluso no me importó encontrarlo bastante superficial y muy preocupado de su físico. Parecía que sus mayores ambiciones eran tostarse al sol no más de lo preciso y correr audazmente en la camioneta, algo que en esos momentos a mí tampoco me disgustaba. Es increíble lo poco que supe de él; sólo que regresaba desde el sur de Chile, después de haber recorrido Argentina, Paraguay y Brasil en más de tres meses de viaje. Ni siquiera me pregunté de dónde sacaba tanto dinero ni me importaba saberlo. Si estaba embarazada, ¿cómo seria posible que mi bebé no supiese algo más de su padre?, ¿cómo podría decirle que ni siquiera llegué a conocerlo; que sólo fueron diez días que pasamos juntos?

Donde Vuelan Los Cóndores- Eduardo Bastías Guzman.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora