Gire sobre el colchón dejando mi espalda recargada en éste, solté una gran bocanada de aire. Mis bragas estaban mojadas por ese imbécil. Me quedé en la misma posición durante unos minutos, unos golpes en la puerta se hicieron presentes.
—Lamento la molestia señorita, le traje su ropa y el señor dijo que la quería arreglada en treinta minutos y también dijo que si usted se negaba sufriría graves consecuencias —el rostro apenado de la mujer me hizo darme cuenta de lo incómoda que era la situación para ella.
—¿Sabe adónde vamos?
—No, pero específicamente mencionó que se pusiera el vestido negro que le llega hasta los tobillos. Si no necesita nada me retiro.
—Gracias —la mujer hizo una reverencia antes de salir.
Por un momento paso por mi mente retar a ese idiota que está como quiere, pero tal vez podía meter en problemas a la mujer y ella no tenía la culpa de que la relación aparte de ser demasiado extraña fuera un poco mala.
Luego de colocar ese vestido puse unos tacones altos color plateado, arregle mi cabello y puse solo un poco de maquillaje en mi rostro. Camine fuera de la habitación hasta las escaleras, las baje haciendo sonar los tacones por una pequeña parte de la casa. El final casi estaba cerca, ahí lo observe, su hombro derecho estaba recargado en la pared, revisaba su celular sin mirar al frente, maldito idiota sexy.
¿Qué pasaría si me doy el lujo de jugar con el? Siempre me gustó jugar con fuego porque al final siempre ocurre lo mismo... si una persona se quema, esa nunca seré yo.
—¿A dónde vamos? —coloque mis manos en mi cintura, abandono la mirada de su celular para poderla en mi.
Sus labios formaron una curva hacia arriba, parecía satisfecho con lo que veía.
¿Quiero que me vuelva a tocar o quiero tocarlo yo? Tal vez ambas.
—Si te comportas te dejare salir de compras, si no lo haces aplicaré algunos trucos contigo.
—¿Premio o castigo?
—Puedes averiguarlo —guiño un ojo antes de dar media vuelta caminando hasta la salida.
Lo seguí, subimos a un lindo y vistoso auto último modelo. Mire a la ventana por unos pocos minutos, la mano que posó sobre el volante llevaba un delgado anillo de oro rosa con diamantes blancos, su vista no se despegó en ningún momento de la carretera.
La necesidad de conocerlo invadió mi cuerpo, fue algo tan repentino, un sentimiento inefable me llevo a preguntar.
—¿Te gusta mucho el dinero? —jugué con un mechón de cabello.
—Me encanta, el dinero es todo lo que está bien... —su voz disminuyó su volumen gradualmente mientras mencionaba aquello.
—¿Vives por el dinero?
—¿Respuesta honesta? —me dió una rápida mirada, en esa oportunidad asentí con la cabeza. —Me gusta mucho, pero... algunas veces necesitas a alguien, alguien que sea tu motivo para vivir, esa persona no se encuentra dos veces.
—¿Hay alguien a quién necesites para ser feliz? —¿Ahora estaba muy interesada por sus sentimientos, no?
—Digamos que si, esa persona... —guardo silencio por unos segundos. —Hemos llegado.
Quitó el cinturón de seguridad para poder bajar, hice lo mismo y baje detrás de el, frente a nosotros había una gran construcción de mármol, nunca ví una casa tan vistosa, era realmente impresionante.
Caminamos hasta la puerta, ahí se encontraba un timbre acompañado de una pequeña camara, presionó el pequeño botón, una ligera luz roja salió del pequeño foquito y como si fuera arte de magia la puerta se abrió.
Antes de cruzarla su mano sostuvo mi cintura acercando mi cuerpo al suyo, levanté la cabeza para mirarlo.
—¿Qué haces?
—Dije que ibas a obedecer mis órdenes, entre ellas va que no cuestiones nada de lo que hago contigo. Se que no te molesta porque hace un rato pude sentir tu intimidad palpitar y no fuiste capaz de detenerme.
No dije nada, si lo hacía la que saldría perdiendo claramente iba a ser yo. Pero yo nunca pierdo y esto no se quedará así.
Avanzamos hasta llegar a un comedor. Seis hombres se encontraban sentados ahí, solo había una silla desocupada, claramente no sabían que yo vendría.
—Koko sabes que si vas a traer a alguien debes avisar, nunca hay más de siete sillas aquí —un hombre de cabellos grises cortos hablo. —Sanzu ve por una silla —hizo una seña con la mano, el peli-rosa se levantó obedeciendo.
—Ella es mi futura esposa —¿me estaba jodiendo? ¿Es tonto o mastica agua? Ni siquiera nos conocemos.
—Te damos nuestro más sincero pésame, estar con alguien así no es fácil —dos hombres con el mismo tatuaje en el cuello me dirigieron la palabra, les dí una pequeña sonrisa sin saber que decir.
—Hajime, te dije que en algún momento alguien soportaría tu carácter de mierda —un peligro mencionó entre leves risas.
—Muy gracioso Kakucho. ______, siéntate en la silla de Sanzu, el no se molestará —Koko camino hasta la silla vacía, lo seguí sintiéndome un poco intimidada con la presencia imponente de los demás hombres.
Espere a que se sentara, enrosque mis manos antes de comenzar con el jueguito que tal vez no era buena idea iniciar. Me senté sobre su regazo, mentalmente agradecí que aún no estuvieran comiendo, las sillas se encontraban más separadas de la mesa dando un buen espacio para poder sentarme así.
Los hombres ni dijeron nada, al parecer la situación les parecía de lo más normal. Ellos llevaban una conversación acerca de negocios, cosa que no parecía muy legal que digamos.
Me moví un poco para alcanzar el vino, mi tracero se levantó levemente del regazo de Koko cuando tuve el vino entre mis manos regresé a la postura inicial restregando mi culo con el miembro de Koko. Mi intimidad pedía atención desde la mañana, no había podido satisfacerme solo quería que alguien me llenara por completo.
Mientras la conversación transcurría con normalidad novia discretamente mis caderas sobre su regazo, podía sentir como con cada movimiento éste crecía. Las manos de Hajime apretaron mis caderas presionando mis nalgas contra su miembro, estaba muy duro.
—Tenemos que hablar de algo rápidamente —Koko me pudo de pie para levantarse, me jalo escaleras arriba, pude escuchar unas carcajadas antes de terminar de subir.
Un largo pasillo con siete puertas nos recibió, el camino con desesperación hasta la tercera puerta del lado izquierdo, ingreso una contraseña en la pantalla que estaba en la pared, un pequeño sonido indico que el seguro fue retirado, giro la perilla para adentrarnos en ese lugar.
La oscuridad nos recibió, no sé veía absolutamente nada, empujó mi cuerpo, me prepare mentalmente para que mi cuerpo se estrellara contra el suelo pero no fue así, caí sobre un cómodo colchón, una tenue luz se encendió.
Koko camino hasta la cama, me senté en esta esperando su siguiente movimiento, su rostro se notaba molesto, tan solo pensar que me follaría con coraje encendió un calor en mi interior.
—¿A qué estás jugando?
—No estoy jugando a nada —la desesperación de su voz me generaba cierta gracia.
—______ te advierto que estás jugando con fuego.
—Me encantaría vertir gasolina para observar como arde con más fuerza —una sonrisa burlona apareció en mis labios.
—Cuando dos personas juegan con fuego una tiene que quemarse —aclaro, estiré mi mano sujetando su corbata, jale de está acercando su rostro al mío.
—Y esa persona no planeo ser yo —pase mi lengua por la comisura de sus labios, me levanté saliendo de la habitación.
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𝙳𝚎𝚞𝚍𝚊 - 𝙷𝚊𝚓𝚒𝚖𝚎 𝙺𝚘𝚔𝚘𝚗𝚘𝚒
FanficLas apuestas no son malas siempre y cuando no sea un vicio, también tienes que tener la estabilidad para pagar tus deudas pero cuando no es así tienes que recurrir a medidas un tanto... ¿drásticas? Ella no quería eso, ella no dejaría que eso pasara...