La confianza no lo es todo

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Luz jalaba de mi brazo para levantarme de la cama,  solo quería seguir durmiendo, casi muero estudiando para conseguir terminar la universidad, mi motivación era pensar "cuando consiga mi licenciatura podré decidir a qué hora quiero levantarme", pero no, me encontraba con mi querida hermana mayor fastidiando desde temprano.

Desesperada me levante de golpe zafando mi brazo de su agarre, la mire con molestia, interrumpió mis horas de sueño.

—Luz, sabes que de verdad te quiero, pero, ¡deja de molestar! Me ví obligada a tomar turno extra, solo dormí dos horas, luego de casi tres días —con mis pies moví las cobijas haciendo que estás se desacomodaran, me sentía destrozada, las cosas eran complicadas, a causa de un accidente teníamos muchos pacientes.

Absolutamente todo el personal del hospital nos encontrábamos más muertos que vivos, afortunadamente no hubo ningún muerto, todos se encontraban en recuperación. Dirigí mi mirada a la rubia que tenía como hermana, no había dicho ni una sola palabra luego de escucharme.

—¿Qué necesitas? —pose mi mirada en sus ojos, con su mano rasco su nuca.

—Acompañame, necesito tu ayuda —junto sus manos creando esa seña de cuando rezas.

—¿Para qué? —hasta que no me diera una respuesta concreta no pensaba salir de mi cama. Pude ver cómo jugaba con sus manos en silencio antes de hablar.

—Hace poco comencé a salir con alguien... quiero que me digas si es buena idea ilusionarme —algo dentro de mi me decía que no debía creerle pero... es Luz, ella nunca me mentiría.

—Joder Luz, que buena noticia —salí de mi cama emocionada, pase mis brazos por su cuerpo abrazándola. —Por mi mente pasaron muchos escenarios en dónde estabas soltera, me alegra que estés saliendo con alguien.

Cualquier molestia dejo mi cuerpo, incluso había perdido cualquier rastro de sueño. Escuché como algunos minutos después sonaba el timbre de mi casa. Abrí sorprendida por la presencia de dos hombres, Luz rápidamente llegó a mi lado para observar la escena.

—Venimos por la señorita Luz y compañía —hablo uno de los hombres haciendo una reverencia. Me voltee a mirarla, jalo de mi muñeca para que los hombres no escucharan.

—Todo está bien, confía en mí.

Ahora me encontraba bajando de una camioneta en un lujoso restaurante, éste era de esos que tienen salas privadas.

Ví mi reflejo en el cristal de la puerta, llevaba unos pantalones anchos con un top y una camisa, Luz llevaba un lindo vestido azul celeste, nos adentramos al restaurante, la emoción recorría mi cuerpo, Luz dejaría de estar sola, hoy conocería a mi futuro cuñado. En recepción había un hombre, nos acercamos a el.

—¿Tienen reservación? —el recepcionista miró a la salida del restaurante, asintió con la cabeza, antes de dejarnos decir una palabra estábamos siendo guiadas a una de las salas. —El señor ya ordeno, si necesitan algo más estamos a su disposición —dejo una reverencia dispuesto a salir de ahí.

Dejé que Luz abriera la puerta, después de todo es su pareja, yo soy la que viene a hacer mal tercio, entramos, pude sentir la tensión en el aire, algo estaba mal.

El hombre tenía cabello negro con blanco, no podía describir exactamente lo que pensaba de el, no tenía una impresión clara, tampoco lo iba a juzgar solo por el ambiente. Luz se sentó, hice lo mismo con cierto nerviosismo.

—Hablemos de lo importante —con una servilleta de tela limpio las comisuras de sus labios, el acto realmente fue elegante. —¿Qué es eso que vale más que el dinero que perdiste ayer?

Mi boca se abrió con sorpresa, fije mi vista en Luz, su rostro mostró vergüenza y seriedad, algo me indicaba que iba a arrepentirme de haber venido hoy, de haber confiado en ella. Me dió una mirada de arrepentimiento, lo siguiente que ví fue como ahora miraba al pelinegro.

—Ella —mi respiración se aceleró, la confusión invadió mi cuerpo, quería hablar, preguntar, cualquier cosa pero las palabras de mi hermana no me dejaban pensar con claridad.

—¿Ella vale más que mi dinero? ¿Estás diciendo que me vas a dar a tu hermana como pago a la deuda que tú tienes conmigo? —sostuvo su copa de vino dando un sorbo, recibí una mirada de desprecio por su parte.

—Luz... —apenas mi voz era entendible. —Si necesitabas dinero... ¿por qué no me lo pediste?

—_______, soy tu hermana mayor, lo que menos quiero es ocuparte como un banco —ahora la confusión había cambiado por molestia.

—¿Entonces lo mejor fue venderme? Que bueno que no me querías utilizar, no quiero ni imaginarme lo que hubiera sido de mi si hubieras querido.

—Nunca dije que iba a aceptar, necesito algún incentivo para poder decidir, nadie había querido pagarme con otra persona.

—En su facultad decían que follaba muy bien —¿podía odiar a la persona que durante tanto tiempo respeté? Si, no puedes confiar en nadie. Luego de veintisiete años descubrí que mi hermana es una hipócrita que solo quiere salvarse a sí misma.

—¿Eso significa que tendré una puta gratis? Suena un poco tentador —ella se levantó. —Veamos que pasa, si me estás mintiendo tienes dos opciones, pagarme y recuperar a tu hermanita menor o dejarla morir.

Me levanté dispuesta a salir del lugar.

—¡No soy un puto objeto! ¡No pueden decidir que hacer conmigo! —Luz fue más rápida que yo, se quedó en la puerta impidiendome salir.

—Ahora le perteneces, lo lamento —las lágrimas salieron de sus ojos, azotó la puerta, escuché como la cerraban rápidamente por fuera.

Ni siquiera sabía el nombre de la persona a la que ahora le pertenecía, mi pecho dolía pero no lloraría por ella, no lloraría por una traición.

—Espero que seas una buena adquisición —una sonrisa apareció en sus labios.

𝙳𝚎𝚞𝚍𝚊 - 𝙷𝚊𝚓𝚒𝚖𝚎 𝙺𝚘𝚔𝚘𝚗𝚘𝚒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora