El aroma de Caroline apenas se lograba sentir desde aquella parte de la ciudad, pero si los cuervos lo llevaron hacia el West End, significaba que allí había algo importante.
Era un día precioso, el sol inundaba el parque St. James, las aves cantaban y las personas salían a pasear. Aunque a Vincent no le gustaba tanto. En realidad le molestaba el sol. El sol y el calor. Eso de transpirar y que la ropa se pegue a la piel era un asco y hacía que tu aroma fuera aún más intenso. Era casi imposible pasar desapercibido así.
Dos de sus cuervos revoloteaban por el cielo indicándole sutilmente el camino a seguir, hasta que finalmente se posaron sobre la raíz de un árbol. Vincent se agachó y le dió unas palmaditas a una ardilla que estaba allí para que se alejara. El vampiro acercó su nariz al suelo y olfateó. Le pareció percibir un aroma lejanamente conocido. Pasó sus dedos suavemente por la tierra y se miró las manos. Aquello era sangre seca.
Una pareja de ancianos elegantes y bien vestidos observaban a Vincent con los ojos abiertos como platos. Claro, estaban viendo a un tipo olfateando el suelo cual animal, acompañado por dos cuervos. El vampiro y la pareja se miraron en silencio.
—Hola, buenos días —saludó amablemente Vincent a gatas.
La pareja siguió lentamente su camino balbuceando algo sobre locos, carencias en el sistema hospitalario y demás.
Una vez se fueron, Vincent olió sus dedos con la intención de recordar el perfume de la sangre. ¡¿Era el de Caroline?! No... Soltó aire, aliviado al darse cuenta que no lo era. Pero se le parecía mucho y eso era mala señal. Era común para un vampiro reconocer olores que se relacionaban. Cuando un olor se parece mucho a otro significaba que se relacionaban de una forma u otra, es decir que sus fuentes tenían algo en común. Y esto era evidente en los linajes vampíricos. Todos los linajes tenían un aroma particular que compartía cada miembro de la familia además de su perfume individual. Por eso aquella sangre olía como la de Caroline, pero no era precisamente igual.
Esa era sangre Dragos.
Vincent hizo el esfuerzo por recordar el perfume de Lavinia, pero era una sensación muy vaga. Aunque teniendo en cuenta las probabilidades, estaba seguro de que esa sangre era de ella.
Los cuervos graznaron y tomaron vuelo. El vampiro los siguió y otra vez se posaron en una raíz. Allí también estaba la sangre seca, pero se notaba un poco mejor que no había sido arrojada azarosamente, sino que formaba una especie de dibujo. Vincent no distinguía exactamente qué era.
Luego lo llevaron por una calle detrás de las mansiones de Belgravia, donde guardaban a los caballos y los carruajes privados. El vampiro caminaba con la vista hacia el suelo porque los zapatos que se había puesto eran relativamente nuevos y no los quería ensuciar con bosta.
Allí, escondido detrás de unas cuantas tablas de madera, estaba un dibujo perfectamente hecho en la sucia pared de un establo vacío. Aquello era magia negra. Estaban haciendo magia negra con la sangre de Lavinia. ¿Por qué? Si ella ya estaba muerta, entonces...
Vincent pasó su mano por el cabello. Era por Caroline.
Si no tenían la sangre de Caroline era lógico que utilizaran la más parecida, es decir, la de su madre. No surtiría el mismo efecto, pero si el hechizo estaba bien conjurado entonces podría ser peligroso. Y lo peor de todo es que había un sólo vampiro que podría tener acceso a la sangre de Lavinia: el Anciano.
—Caroline... Es que esta chica me hace sufrir —le contó a sus cuervos—. Y lo peor de todo es que yo me busco este sufrimiento. Parece que a mí me gusta mucho sufrir por ella, no lo sé... ¡me divierte! —comentó con sarcasmo—. ¿Qué más podría pasar? A ver, amigos. ¡Sorpréndanme!
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El Don de la Sombra
FanfictionHistoria ambientada en un Londres Victoriano lleno de desigualdad y misterio, donde Caroline deberá buscar su propio coraje para poder sobrevivir entre las sombras. Allí conocerá a los vampiros que habitan en los suburbios de la ciudad y con quienes...