Dos Pares De Imponentes Ojos || Uchiha Shisui

~ 01 ~

Un lindo sábado por la mañana, el Yondaime Hokage, Namikaze Minato, se encontraba en su oficina junto a Nara Shikaku, su asistente, releyendo unos documentos para una reunión, no muy importante, con los líderes de los clanes más importantes de la aldea cuando la puerta es abierta de manera muy violenta.

— ¡Minato! —gritó con horror una pelirroja de ojos de color morado grisáceo. Tenía la respiración entrecortada, por lo que el susodicho se levantó de su silla— ¡Naruto no está!

Tres palabras, solo tres palabras bastaron para que el Yondaime Hokage dejara de lado la reunión con los líderes de los clanes y se centrará en encontrar a su imperativo hijo desaparecido.

[Mientras tanto en algún lugar en el bosque, a los alrededores de Konoha]

Un pequeño rubio de unos cinco o seis años de edad abría sus ojos azules como el cielo en si.

El niño miró a su alrededor, no sabía dónde estaba y mucho menos, recordaba, el como había llegado ahí, pero al ser un pequeño niño, no le importaba en lo más mínimo.

Estaba en un prado del extenso bosque del país en el que vivía, la luz de la tarde se filtraba entre las hojas de las gruesas ramas que había sobre él, que se encontraba ya sentado en el verde pasto del prado.

Se levantó y se sacudió la ropa, pues si su madre aparecía y lo veía completamente lleno de tierra lo regañaría y castigaría.

Ahí fue consciente de que no se encontraba en Konoha, pues no recordaba que los muros de tal aldea estuvieran tan alejados de el distrito Nara, justo donde recordaba encontrarse junto a su madre, quien hablaba con su amiga Nara Yoshino sobre sus esposos, antes de meterse en lo profundo del bosque persiguiendo un cervatillo.

Miro de nuevo a su alrededor, tratando en vano de encontrar una señal de que ya hubiera visitado ese lugar antes, aunque falló rotundamente.

— ¿Qué haces aquí? —le preguntó una voz a sus espaldas. El pequeño rubio se sobresalto e inmediatamente se dio la vuelta algo asustado— Gomen, no quería asustarte.

Una linda chica de unos dieciséis o diecisiete años de edad, cabello negro en picos, una piel suave y pálida, que le daba el aspecto de un Uchiha, junto a un par de hermosos pero extraños, para los ignorantes según ella y su abuelo, ojos se encontraba bajo la sombra de un árbol, observándolo con intriga y curiosidad. Llevaba dos bolsas de papel con provisiones en los brazos.

— Soy Kaori, ¿y tú? —volvió a hablar la chica mientras se acercaba a paso lento al rubio, pues no quería asustarlo más. El niño dudó, pero al final habló.

— Soy Naruto, Uzumaki Naruto, dattebayo —respondió con una sonrisa en el rostro. Kaori abrió los ojos con sorpresa, ¡¿qué demonios hacia el hijo del Hokage solo y, probablemente, perdido en el bosque?!

— Naruto, ¿qué haces aquí? —preguntó Kaori con sorpresa y dulzura— ¿Cómo llegaste aquí?

— No sé, dattebayo —respondió con simpleza el niño, pero sin quitar su sonrisa.

— Ven —dijo Kaori extendiendo su mano hacia Naruto, quien la vio dudoso pero al final la tomó—. Oji-chan vive cerca, dejaremos unas cosas y luego te acompaño a Konoha, ¿ok? —propuso con una sonrisa.

— Ok —respondió Naruto mientras se paraba frente a Kaori y le quitaba una bolsa—. Te ayudo, dattebayo.

Caminaron por unos minutos, introduciendo se más en el bosque, hasta que llegaron a una cabaña mediana en un prado cerca a una desviación hacia una montaña. Tal cabaña contaba con un lindo jardín bien cuidado y una pequeña cosecha, aunque Naruto no sabía de qué.

— ¡Todaima! —avisó Kaori mientras abría la puerta con un ágil movimiento y dejaba entrar a Naruto, siendo seguido por ella.

— ¿Aquí vives, dattebayo? —preguntó sorprendido Naruto mientras dejaba la bolsa de papel en la mesa del comedor.

— Hai —respondió con una sonrisa Kaori.

— Kaori, ¿por qué secuestras te a ese niño? —una tercera voz se metió a la conversación.