⇢ Five

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— ¿Tu casa o la mía?

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— ¿Tu casa o la mía?

— ¡No digas esas cosas así! Necesitamos privacidad para hablar sobre eso — Lisa regañó levemente, tratando de ignorar la fuerte mirada de esa señora justo a su lado. Era cierto, JiSoo no tenía que decir ese tipo de cosas en lugares públicos o en restaurantes, y menos en voz alta.

— Pero es que tenemos que bajar de peso y tú me traes a un restaurante de comida china, la comida más grasosa del mundo, ¿qué quieres que haga?

— ¿Que seas una persona normal? El cocinero nos acaba de ver mal por lo que dijiste — ambas miradas en la cocina, donde un chico las miraba con los ojos entrecerrados mientras afilaba su cuchillo.

— Sólo dije un hecho.

— Si sigues así nos van a sacar.

— Yo ni siquiera quiero estar aquí.

— Pues yo sí, muero de hambre, ¿serías tan amable de dejarme comer en paz? — torció sus ojos, como si estuviera pidiendo mucho, y después hizo un gesto con su mano, cediéndole el permiso de comer —. Eres muy amable, gracias.

— Estás muy diferente desde lo qué pasó entre nosotras, ¿te enojaste conmigo? — un dedo índice coqueto en su mano, y se atragantó con los fideos que tenía en su boca, haciendo que la señora de la otra mesa las mirara raro.

— No tenemos que hablar de eso aquí.

— Si te enojaste, ¿por qué? sólo te hice sentir bien.

— Chu, hablaremos después, sólo que por favor, cállate — dijo en un tono brusco, y siguió masticando, al tiempo que la mencionada suspiró, entrelazó sus brazos, y comenzó a utilizar el celular de Lisa, tomándose fotos para llenarle la memoria. Treinta en la misma pose, solo cambiaba su cara, pero aun así quería que la menor conservara todas.

Ver a Lisa comer fue todo un proceso lento para la menor, que ya no sabía qué hacer en ese restaurante. Jugaba con sus tenedores, dibujaba en el menú de niños, pedía un vaso para pequeños y se peleaba con la mesera porque 'ya estaba muy grande para esos vasos', pero aun así la menor los quería. Se levantaba para ir al baño, le roba a un brócoli a la pelinegra, y después volvía al celular de su mayor, jugando los juegos que tenía instalados solo para ella. Una risita cuando dejó de comer, pagó todo, y se levantó, con su mochila y su tabla de skate, y ambas caminaron a la salida, con JiSoo riendo.

— ¿Quieres hacer algo más?

— Quiero saber por qué estás enojada conmigo.

Lisa torció sus ojos, y volteó a ver a su mejor amiga, tomándola de sus abultadas mejillas. Realmente amaba esas mejillas, realmente quería que, si su amiga adelgazaba, conservará esas lindas y suaves mejillas, tan abultadas, siempre sonrosadas y lindas estuvieran ahí siempre. Cuando la sujetó, se dio cuenta de que de verdad la amaba. Amaba todo de JiSoo, de manera desinteresada. Iba más allá de su rostro lindo, iba más allá de que fuera algo llenita, ella amaba a JiSoo tal y cómo era, y recordó las palabras de su tía.

'Aprovecha su calor.'

Iba a sacar provecho de todo lo que le estaba ofreciendo la menor.

Con ese abultado rostro acunado en sus manos, sus labios se atrevieron a acariciar los contrarios, un beso suave. Lisa solo tenía una petición para seguir en su trato, seguir besando a JiSoo. Sus labios sabían a sandía, y eran mejor de lo que había imaginado. Sólo la besó levemente, un poquito, y después mordió levemente ese labio inferior, y se separó de la menor.

— Vamos a tu casa, no hay nadie.

— Los preservativos ya están allá — el rostro sonrojado de la menor le indicó que ella no esperó ese beso, y se sintió bien estar en el lugar de JiSoo. Ella no mostraba nervios ante sus acciones mientras la otra estaba muerta de vergüenza, y se sentía bien. El no mostrar remordimiento.

Su vista vagó hasta el cuerpo de la menor a su lado, y por primera vez en mucho tiempo sus ojos fueron a sus pechos, medianos, perfectos. Tragó saliva, pretendiendo que no había visto nada, y en cuando menos se dio cuenta, ya estaba en la casa de la menor, que estaba intentando abrir su puerta con nerviosismo, temblando, Lisa realmente tampoco estaba tan lista para hacer lo que iba a hacer.

La señal de que cerró la casa con seguro, entrelazaron sus manos, y ambas partieron al cuarto de la meno, decididas a lo que iban a hacer.

Lisa se mentalizó en todo el camino lo que iba a pasar ese día, JiSoo iba a perder su virginidad con ella, algo que la hizo ponerse de nervios.

Estaban las dos sentadas en la cama de la menor, con sábanas nuevas, y la pelinegra se removía bastante, haciendo sonar la cama.

— Creo que deberías cambiar las sábanas, a unas viejas.

— Está bien, después las lavaré.

Ambas asintieron, y JiSoo se puso a jugar con sus dedos, siendo tierna.

— ¿Cómo fue tu primera vez?

— En un baño, la señora Min me acorraló en los baños y, ahí pasó la cosa, perdí mi virginidad en un baño público — la menor asintió, mordiendo su labio inferior, labio, que fue anteriormente mordido por su mejor amiga. — Quiero que la tuya sea especial, Chu.

— Ya lo es, si es contigo, tonta, pero tengo miedo, ¿y si me duele?

— Haré todo lo posible para que no te duela.

JiSoo asintió, y se acercó a la mayor, viendo sus labios. Estaban tan nerviosas, casi temblando. Lisa tragó saliva, sujetó el rostro de JiSoo, y la besó con sumo cuidado, moviendo sus labios de manera lenta y cuidadosa. Esos labios sabor sandía debían ser cuidados con toda la cautela del mundo, que ella misma tenía miedo de hacer algo mal. Comenzaron a moverlos al mismo tiempo que las manos de la menor fueron por las de su amiga, poniéndolas en su pecho izquierdo, y gimió levemente cuando sintió que lo apretó levemente, sobre su camisa.

Manos debajo de la camisa de Lisa, tocando su abdomen a medio formar, después sintió como la mayor se separó para comenzar a desabotonar su camisa de botones, uno por uno, y cuando terminó, besó su clavícula, para después dejar un rastro de saliva con su lengua por toda la extensión.

Diet of Sex | Lisoo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora