El karaoke I

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—¿Qué tal tu primer día? —me preguntó Colin, mientras nos acercábamos a su coche —un Audi SR5, color negro.

Justo en ese momento, Mark nos deleitó con su presencia.

—¿Y bien? ¿Cómo fue tu primer día? —me preguntó Mark, emparejandose a mi lado.

Negué la cabeza, divertida.

—Eres la segunda persona que me lo pregunta.

—¿En serio? ¿Y quién fue la primera? —me preguntó, mientras miraba a una chica pasar.

—Yo —le respondió Colin—. Pero aún no ha respondido la pregunta.

—Fue tranquilo. Supongo —dije, encogiéndome de hombros.

—¿Y ya hiciste amigos? —me preguntó Colin, subiendo al auto.

—Sí. Se llama Jenna. Y es muy linda.

—¿Linda en qué sentido? ¿En el sentido de que es buena persona? O ¿En el sentido de que es atractiva? —me preguntó Mark, curioso.

—Linda en ambos sentidos... Pero ¿Tú por qué quieres saber si es atractiva? —Pregunté entrecerrandó los ojos en su dirección.

—Por curiosidad —dijo encogiendo de hombros.

—Escúchame bien pedazo de idiota. Si te veo intentado acercarte a ella con la intención de coquetear, te voy a patear el trasero tan duro, que no vas a poder sentarte en un mes. ¿Entendiste? —dije, apuntandólo con el dedo índice acusadoramente. Colin solo se burlaba de él—. Y esto va para los dos ¿Me escucharon?

Se dieron una mirada telepática antes de responder.

—No prometemos nada —dijeron al unísono.

—Ni prinitimis nidi —los imite—. Estoy hablando en serio, además tiene novio. Dudo mucho que les haga caso.

Aunque su novio es un imbécil

Confirmo.

—Eso ya lo veremos, Cachetes —dijo Mark,

Cachetes es uno de tantos apodos, que me puso mi familia.

Y nuestro favorito.

Tienes toda la razón, querida conciencia.

Siempre la tengo.

Y siempre tan modesta.

—¿Y qué tal el suyo? —pregunte, cambiando de tema

—Aburrido —respondió Mark, distraídamente.

—Tranquilo —dijo Colin—. Entonces hoy vamos a salir ¿Verdad? —nos preguntó.

—Sip. Solo pasa a mi residencia para que pueda dejar mis cosas. Y de paso me tomo mis pastillas.

—¿No te las tomaste está mañana? —me preguntó Mark, mirándome con reproche.

—Eso quedo bastante claro ¿no crees?

—¿Y por qué no te las tomaste?

Cómo le dices a tus hermanos que realmente te quedaste a ver películas hasta tarde con cierto chico de sonrisa linda, sin que les hagan preguntas a tal grado de que ellos parezcan agentes de la policía y tu fueras el sospechoso número uno de un asesinato.

Eso no terminaría nada bien, así que preferí inventar una excusa rápida.

—Porque se me hizo tarde, y también se me olvidaron mis gafas. Por si no lo notaron.

—¿En serio? Creí que ya comenzabas a usar las lentillas.

—Pues creíste mal. A parte las lentillas me irritan mucho los ojos, y me gusta más como se ve mi cara con las gafas.

Cuando Las Estrellas Dejen De Brillar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora