Mark y Jen...

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Estaba en la biblioteca de la universidad, terminando un trabajo en equipo con mis nuevos amigos Dean, Jenna y Curtis —de los cuáles me había hecho más cercan— aunque nunca admitiría en voz alta.

Mi cabeza estaba apoyada en el hombro de Dean, quien tenía cara de aburrimiento. Mientras que Jenna y Curtis hablaban de los últimos detalles del proyecto, yo me encontraba demasiado exhausta como para poner atención.

Hacía una semana que no descansaba correctamente, no lograba conseguir dormir más de dos horas seguidas sin que algún mal sueño me hiciera despertar sobresaltada. Sabía que los causaban.

Sabía que me veía peor que la mierda, tenía bolsas moradas debajo de los ojos y mi cara estaba más pálida de lo normal. Parecía una muerta viviente.

Te pareces más al hijo de Chucky.

Cierra la boca.

Me negué a tomar las pastillas para dormir que me prescribió mi psiquiatra. Sabía que si las tomaba tendría que seguir con ellas un buen tiempo, y ya llevaba más de seis meses sin tener que tomarlas.

—Creo que eso es todo —nos dijo Curtis.

—¡Por fin! —dijo Dean, desplomándose en la silla.

Puse los ojos en blanco.

—Relájate amargado, no fue para tanto —le dije.

—¡¿Qué no fue para tanto?! —resopló —. No sé si te diste cuenta de que nos tardamos tres malditas horas haciendo el trabajo, qué es para dentro de dos semanas.

—Al menos agradece que tendremos las próximas dos semanas libres —le dije.

—Pero solo estaremos libres de esa clase —dijo mientras se paraba a estirar.

—¿Por qué siempre eres tan pesimista? —le preguntó Curtis.

Porque eso es lo que hacemos los que sobrepensamos todo. Estuve a punto de decirlo, pero sabía que, si lo decía de esa forma sonaría muy deprimente y era lo que menos quería, así que dije lo primero que se me vino a la mente.

—Porque es un idiota, y los idiotas siempre son así. —respondí por él.

—Tú debes saber mucho de eso ¿No es así? —me preguntó él, burlón.

—Convivo con dos de ellos, que te puedo decir —le dije, cruzándome de brazos.

Él sonrió divertido.

Estaba recogiendo mis cosas, cuando por el rabillo del ojo, ví a Dean sentarse a un lado de mí.

—¿Se te ofrece algo? O ¿Sólo vienes aquí de chismoso? —le pregunté.

—Quería saber si, ¿Tienes planes para esta noche? —me preguntó.

—Así es. Tengo una cita muy importante con mi cama. Y no la pienso cancelar.

—Es una lástima, y yo que pensaba en invitarte a cenar.

Yo nunca le diría que no a la comida gratis. PERO... me sentía demasiado cansada, y lo único que quería hacer en este momento, era de ir al piso del par de idiotas, a tratar de dormir un poco.

Cuando Las Estrellas Dejen De Brillar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora