II

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¿Cuántos días han pasado? —preguntó enfadada.

Exactamente 3 días.

¿Y por qué no empiezas?

Por qué no quiero.

La comida humana ya es insuficiente, ¿verdad? —preguntó sonriendo de forma maliciosa.

Sí. Aunque coma el menú de precio intermedio, sigo teniendo hambre.

Lo deberías saber. Es por que no quieres ese tipo de alimento... tú quieres sentir lo de esa vez...

Debo admitir que me sentí muy bien al sentir esa energía... pero... debo cuidarme de eso.

Es adictivo. Pero no creo que te afecte demasiado.

No solo era placer por parte de ese tipo de acción. Sino también el saciar una necesidad que no había sido atendida por mucho tiempo. Me pregunto hace cuanto tiempo que este demonio no saciaba su hambre.

Bien... supongo que puedo obtener algo el día de hoy. —dije levantándome de la cama.

¿Huh? —se levantó sorprendida— ¡¿Por fin empezaras a cazar?!

Eh...

El uso de esa palabra encajaba demasiado bien en la situación que me encontraba.

Buscaría a una presa para obtener algo de ella y saciar una necesidad mía.

Sí. Iba a cazar.

Sí.

Por fin probaré bocado... realmente estoy ansiosa... —murmuró relamiéndose los labios.

La verdad es que no quise llegar a este punto... pero siento que si esto ocurre... lograremos conseguir energía de una fuente curiosa.

¿Eh?

Me dijiste que la energía no era la misma en cada persona. Que cada individuo podía tener una carga de energía mucho más amplia, revoltosa, entre muchos adjetivos más. Todo dependería de su forma de ser, sus deseos, su temple, su todo.

¿Eso que tiene que ver?

No tenemos tiempo para entretenernos con "presas" simples... Si queremos saciar toda tu hambre... tenemos que apuntar muy alto. Con personas que no son comunes. Personas que parecen tener una profundidad mucho más extraña.

Fufufu... al parecer has hecho muy bien tu tarea... —se burló— Tienes razón en unas cuantas cosas... pero no necesariamente una persona extravagante o firme tendrá un lívido lo suficientemente fuerte como para tener una energía digna de nosotros.

¿Nosotros?

Sí... —musitó acercándose a mí— Nosotros.

Por favor, no te acerques mucho o haremos la chispa.

No me molestaría acércame otra vez a ti... —dijo con un tono de voz inquietante.

Pero a fin de cuentas... ocurrió lo que siempre ocurría.

Tetete... —se quejó con una sonrisa— Ni siquiera puedo poner un dedo sobre ti...

Oye. —le avisé.

¿Huh?

Si mis suposiciones son correctas–

MalditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora