IV

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Hah~... K-kiyotaka~...

Lo siento, no puedo evitarlo... —me disculpé mientras continuaba con mi trabajo.

Pensé que... ¡Uhmg~! —gimió tímidamente— Estarías cansado...

Yo también lo creí... pero... eso no fue suficiente...

Con las sabanas por el suelo, y las almohadas en diferentes partes de su habitación, Satou gemía en voz baja.

No pensé que conseguiría tanta energía mordiendo lentamente su cuello, clavícula, e incluso sus orejas. Que, por cierto, eran sus zonas de placer. O zonas erógenas como se le llamaban usualmente.

Una cortesía por parte de los ojos de súcubo que me habían obsequiado.

Ella lo disfrutaba, mi instinto me lo gritaba. Sin embargo, su contador no era para nada alto. Tal vez estaba dispuesta a juguetear un poco, pero no lo volvería a hacerlo conmigo, al menos no en estos momentos.

Ya sea por cansancio o por otro motivo.

Uhm~ Creo que... ya~... no puedo soportar... —gimió mordiendo su labio inferior.

Su energía empezaba a desbordarse. Su contador empezaba a brillar. Ella estaba punto de terminar.

Para acelerar el proceso, mi mano viajó por sus pechos, bajando por su abdomen, hasta llegar a su intimidad, la cual masajeé gentilmente. Algo me decía que, al menos a Satou, le agradaba que la trataran de forma gentil y paciente. Lo rudo no era para ella.

Esa parte~... Nmg...

Cuando por fin encontré su botón de placer, lo continué masajeando hasta que sentí su mano sobre la mía. En ningún momento pensé que ella quisiera detenerme, sin embargo, fue un alivio cuando movió mi mano mucho más rápido sobre su intimidad.

¡¡Nmgh~!!

Su grito fue completamente silenciado por mis labios. No podía permitir que algún sonido se filtrara por sus vecinas, o por la puerta de su habitación.

Su energía desbordante pronto se drenó por tercera vez en su cama. Su contador dejó de brillar y ganó un color mucho más rojizo. Sus piernas que se habían tensado por completo, pronto dejaron de ejercer presión y simplemente se dejaron caer.

El pequeño hilo de saliva que caía de su boca fue la señal de que ella estaba descansando. Aunque una señal más clara eran sus ojos cerrados y su cuerpo que parecía caerse con cada movimiento que le hacía.

Lo mejor era dejarle descansar.

[SI ambos lo hubiésemos hecho... ¿habrías actuado de la misma manera?]

[No lo creo... recuerda que estoy bajo tus efectos... a la par de tu hambre insaciable... lo cual es un poco molesto.]

[Es verdad... quieras o no... ahora eres diferente.]

[Sí, sí, sí...]

Era molesto saber eso. Pero era una verdad que tenía que aceptar.

Ya es un poco tarde... —comenté para mí mismo.

[Uhmm... no es tan tarde... Tus ojos ganan fuerza en la noche, no en la tarde...]

¿Uhm? ¿Acabas de darme un dato?

No, no, no, no... —negó repetidas veces. Ella había aparecido en el mundo real— E-eh... solo respondí tardíamente a una de tus preguntas... ¡La de las habilidades! ¡¿Recuerdas?!

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