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Luffy corrió hasta su casa, entrando y encerrándose en su habitación.

Rápido abrió la bolsa de lo que había comprado para poder hacer el ritual.

Por algún motivo el ritual pedía que hubiera una calavera auténtica de felino, así que tuvieron que ir por los barrios bajos hasta encontrar un gato muerto ya putrefacto.

Tomó la calavera del gato y la colocó en el suelo, luego mirando el papel para continuar con los pasos.

Debía dibujar una especie de círculo mágico extraño con cera de vela azul. Esperaba que no hiciera falta que quedara perfecto para que el ritual saliera bien.

Encendió la vela y comenzó a hacer la forma del círculo, por suerte le quedó decente. Luego comenzó a hacer los cuadrados de dentro así como las formas que lo decoraban hasta que lo tuvo todo listo. Tuvo que usar casi cinto velas para que fuera del tamaño y forma correctos.

Volvió a colocar la cabeza del gato en su posición, en el cuadrado del centro, ocupando todo el cuadrado.

Releyó la hoja y asintió al ver que los pasos hasta ahora estaban bien cumplidos.

Tomó un cúter y se cortó la palma de la mano, dejando que las gotas resbalaran hasta comenzar a caer sobre el cráneo del animal.

--Tú que destruiste la paz para causar el caos. Tú que das la vida por la destrucción y el sufrimiento ajeno. Tú que vives y reinas por y para causar caos y desasosiego a quienes osen enfrentarte. Te invoco para que vengas hoy aquí para que hagas bajo mi nombre lo que yo ordene --pronunció mientras leía el papel sin mover la mano de su posición, escuchando el sonido de chapoteo que creaba su sangre al caer sobre el hueso.

La cera del suelo se iluminó cuando terminó de recitar las palabras, asustándose un poco y soltando el papel, el cual voló hasta caer fuera del círculo.

Se dispuso a él también salir de la circunferencia, pero era como si sus pies estuvieran imantados al suelo, ni siquiera podía encoger el brazo por el miedo que comenzaba a sentir su cuerpo.

Miró al suelo cuando algo comenzó a crugir, viendo como el cráneo del gato se fracturaba hasta quedar solo media mandíbula con afilados dientes.

El brillo se volvió más intenso, cegándolo, cubriéndose los ojos con su otro brazo.

Escuchó y sintió el suelo temblar bajo sus pies antes de notar una mano tomando la suya que estaba herida.

El brillo disminuyó hasta desaparecer por completo, pudiendo apartar el brazo que cubría sus ojos y abrir estos. Más se abrieron al ver a la persona que se encontraba delante de él.

No había alas. No había cuernos. Lo que sí había era una mandíbula de hueso en el lado derecho del masculino rostro del hombre que se alzaba media cabeza por sobre él, diría que incluso más. Con el pelo azul celeste, una larga cola negra parecida a la de una pantera, orejas animales sustituyendo las suyas normales. Pero lo que llamó por completo su atención fueron sus ojos felinos de un azul intenso, no porque fueran oscuros, sino porque parecía que con ellos podía ver su alma.

Dejó su análisis de lado cuando sintió humedad en su herida, jadeando y viendo como aquel ser estaba lamiendo el corte que se había hecho para la invocación.

--Esta es la sangre que me trajo aquí --habló el peliceleste, y Luffy se sintió derretir ante su voz profunda. --No la desperdicies.

Tan pronto el recién invocado lamió su herida, esta curó como si nunca hubiera estado allí. Solo entonces el de mayor estatura soltó la mano de Luffy con cuidado, el pelinegro atrayéndola contra su pecho, mirándola y revisando que, efectivamente, el corte estaba más que curado.

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