CAPÍTULO 4

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- ¿Nerviosa? -me pregunto mi madre.

Estábamos de camino hacia la escuela, mi madre iba conduciendo y yo estaba en el asiento del copiloto, tenía apoyada mi cabeza en la ventana mientras veía la lluvia caer a través de ella. En Italia no llovía mucho, la lluvia siempre me ha parecido lo más hermoso del mundo. Siempre me ha transmitido varias cosas, paz, tranquilidad, silencio. El silencio es una de mis cosas favoritas. También ver como las gotas de lluvia caen, ver el cielo cambiar de color celeste a un color gris. Como las nubes dan la señal de que lloverá y que gracias a ella el agua circulará por diversos lugares, manteniendo la superficie húmeda para albergar la vida vegetal. Como es un fenómeno tan importante que limpia el aire, lo que mantiene la atmósfera fresca y clara.

Okey, me deje llevar. Lo siento.

- Si, la verdad.

- Ya verás, te va a gustar -me dijo y me dedicó una sonrisa de apoyo.

- Eso espero -murmuró más para mi que para ella.

Después de eso, el ambiente se mantuvo en silencio y solo se escuchaban las gotas de lluvia caer en los vidrios del auto. Pasaron 15 minutos cuando al fin llegamos a la escuela. El momento ha llegado, el momento más aterrador de alguien cuando es nuevo.

- Bueno, cielo. Llegamos, disfruta si. Nos vemos después de clases. -se despidió de mí y me dio un beso en la mejilla.

- Adiós, mamá. -Me despedí de ella y bajé del auto.

La parte en que decía mi madre de que la escuela era linda y muy amplia, era cierto. Creo que es más grande que mi antigua escuela. Espero que todo salga bien y no se vaya para la mierda.

Empecé a caminar directo a la entrada de la escuela.

¿Tenía miedo? Claro que sí, me estaba cagando de miedo.

Sin darme cuenta, empecé a restregar mis manos encima de mi ropa, estaban sudando y temblando. ¿Cómo era posible que estaba tan nerviosa?, no era la primera vez que iba a una escuela, tenía que estar firme en mi primer día y no verme como una chica inocente ni ingenua.

El tiempo lo sentí muy lento hasta que por fin decidí abrir las puertas de la entrada. Lo primero que vi fue a miles de adolescentes, algunos caminando por los pasillos, otros corriendo a las aulas para no llegar tarde a su primera hora de clases, unos en sus celulares, otros molestando algunos chicos más pequeños que ellos, parejitas besándose y por supuesto chicos y chicas ocultando algo en sus casilleros. Si, toda una preparatoria de adolescentes inmaduros y mimados.

Decidida empecé a caminar entre ellos e hice la idea de que nadie me prestaba atención pero no fue así, mientras empecé a caminar en medio de todos, sentí miradas. Muchas miradas. Posiblemente miradas de disgusto, de sorpresa, de confusión o simplemente miradas que les da igual la vida. También empecé a escuchar murmullos de "¿Quien es esta chica?", "¿Ya viste su ropa?", "Esta buena, eh", "¿Qué carajos hace ella en nuestra escuela?".

¿Dah, no era obvio a qué he venido a una escuela?

Algunas veces me preocupa tu generación y sus tontas preguntas.

Ya somos dos, conciencia.

No les tome mucha importancia a sus locas preguntas y raros comentarios, así que seguí caminando hasta llegar a donde supuse que era la oficina del director. Mi madre me había dicho que lo primero que hiciera al llegar a la escuela, era hablar con el director para ver si estaba al tanto de mi llegada. Y si, estaba al tanto, después de entrar a su oficina y charlar por un gran rato sobre el tema de mi bienvenida, me dio un horario con todas mis clases que tendré de ahora en adelante.

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