Prólogo

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Todo empieza en una hermosa mañana en Austin, capital de Texas. Con un entusiasmo me levanté de la cama, ordenándola con cierto apresuro para no recibir un regaño por parte de mi madre. Ya habiendo terminado con la cama, me dirijo al armario en busca de ropa ligera para esta mañana soleada: una camisa desmangada color azul marino, con unos shorts a juego y unas sandalias de color negro.

¡Oh, casi olvido la presentación! Me llamo Liam, tengo quince años y provengo de una familia reconocida en los Estados Unidos. Así que sí, formo parte de la sociedad alta del país.

Salía de mi habitación rumbo al comedor; por el pasillo me encuentro con Noah, un imbécil con quien comparto sangre (tristemente). Su pasatiempo favorito es hacerme jugarretas crueles, sin una pizca de gracia, pero que para él y Saíd son motivo de retorcerse de la risa. Son las joyitas de la familia.

Está recién levantado, su cara demacrada y el rastro de saliva seca que yace pegado en su barbilla son inconfundibles. Es horrible verle así, parece un ogro, y para cagar más su penoso aspecto, solo lleva ropa interior. Una imagen difícil de sacar, la verdad.

Él me ignoró, yo lo ignoré. Ambos fuimos por nuestro lado. Al llegar al comedor me encuentro con mis padres y Saíd, quienes, al estar tan absortos en sus celulares, eran inconscientes de que sus desayunos ya se estaban mosqueando. Se puede justificar a mis padres, ellos deben estar pendientes a su celular por si reciben una llamada de sus trabajos correspondientes; pero por el lado de Saíd y Noah, el verlos en el celular era señal de que el dinero de mis padres será gastado en alguna estupidez o juego. La mucama sirvió mi plato: un desayuno gourmet, aunque hubiese deseado que no fuese granola gran parte de este.

-Liam, ¿qué te hemos dicho de jugar con la comida? -el regaño de mi padre me hace levantar la cabeza en su dirección, encontrando su rostro severo.

Hombre de trajes respetables, modales excepcionales y carácter excéntrico. Típico multimillonario de mierda.

-Lo sé perfectamente. -contesté de mala gana, bajando la cuchara -. No quiero comer esto. ¿Puedo pedir un sándwich?

Sus ojos neutros se entrecierran, analizándome. Al final dio un ademán para que la mucama de antes se acercase. Esta tomó el plato y dio el aviso de que volvería de inmediato con mi sándwich.

Vuelvo la mirada para ver a mamá y a Saíd, captando el rostro despectivo de este. Le disgusta saber que soy a quien más prestan atención; me envidia, me odia. En ese momento aparece Noah, saludando de forma escueta y sentándose a lado de papá, quedando frente a mí.

No parece tener ánimos para molestar. Me alivia, la verdad.

Al acabar de comer todos, mi padre nos detiene a los tres. Él y mamá siguen sentados.

-Más tarde, vuestra madre y yo les daremos un anuncio importante. -el drama siempre persistente en él.

-¿Por qué no nos dicen ahora? -interroga Noah.

-No refutes; esperéis hasta que les avise.

Dicho eso nos ordenó salir. Los tres nos miramos entre sí, confundidos, seguramente preguntándonos cuál será aquel tema importante que padre quiere comunicar.

*

Pasaron las horas y al fin mi padre nos convocó a los tres. Tarde, casi entrada la noche. Me he hecho una idea del posible aviso: probablemente sería el anuncio de un nuevo miembro en la familia, ambos son jóvenes, así que no sería una gran sorpresa -aunque debo admitir que eso despertaría mi envidia-; también estaba el anuncio de negocio, donde uno de ellos daría a conocer algún evento importante en su trabajo.

-Y bueno... ¿Cuál es el anuncio importante que querías dar, padre? -pregunta Saíd, monótono.

Mi padre soltó un suspiro.

THE INSTITUTE BLACKWOOD  (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora