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Y el timbre bramó, se oía parecido a una flatulencia de una anciana en sus últimas. Kate casi no lo sintió, pero al parecer por dentro lo hicieron, ya que se oía movimiento, y mucho. Un sonido mecánico se escuchó en la puerta, seguido de uno parecido a un click desde uno de los lados, indicándole a Kate que debía empujar.

La puerta se abrió, las chicas ingresaron a un vestíbulo algo amplio, paredes pintadas de un blanco tan intenso como el de las estrellas, y el suelo era compuesto de baldosas cuadradas —aquellas que de niña le hubiesen parecido casas y jugaría a conducir entre las líneas que las separaban, representando las calles—, y frente a ella se encontraba un mostrador de madera pintada de azul marino, el cual era como un rectángulo curvado hacia el lado de la pared, que tenía el logotipo del lugar.

La recepcionista invito a Kate y a Briana a tomar asiento en un sillón de una zona que se mencionaba como «Sala de espera», y en ella pasaban Bohemian Rhapsody. Las chicas esperaron disfrutando de la música hasta que la recepcionista llamó «Kate, entras tú». La muchacha entró a una sala que tenía un montón de papeles y un escritorio en medio. Un hombre de aspecto demacrado se encontraba en este con una placa que decía «Dr John».

—Muy buenos días —dijo el hombre— ¿Qué puedo ofrecerle?

—Hola —dijo Kate—; venía a preguntar sobre un hombre; perteneciente a la familia Hook, que fue internado aquí aproximadamente en 2009.

El Doctor John no hizo ni una mueca; dio la vuelta hasta uno de los archiveros que estaban catalogados por números y letras «1A, 1B...». Abrió un cajón el cual Kate no pudo distinguir bien su número, y de ahí saco una enorme carpeta llena de papeles y cosas.

—Toma asiento —ordenó John.

Kate avanzó lentamente por la pequeña habitación hasta la silla que se encontraba en medio, la tomó con la mano derecha del respaldo y se sentó en ella. John colocó de un golpetazo la carpeta en el escritorio. Este no tenía encima, aparte de la carpeta, nada más que una caja de clips y una cajetilla de cigarros que solamente tenía dos de ellos dentro. La joven pudo sentir un olor que era mezcla de látex viejo, medicamentos y tabaco desprenderse del doctor, y la sensación de náuseas le había regresado otra vez.

—Mira —dijo el doctor—; parece que él ya falleció.

La joven sabía que eso era muy obvio, la misma Jade se lo había dicho mucho antes de fallecer también, y si hay un cielo, juntarse con él.

—Lo sé —masculló Kate—... pero quiero saber detalles de su estadía en este lugar.

El doctor observaba a Kate, ella sabía que seguro estaría con dudas del porqué una extraña quería saber eso.

—¿Precisamente que detalle quieres saber de su estadía? —inquirió el doctor.

—Quiero saber —se interrumpió Kate, no sabía que preguntar exactamente, entonces dijo lo primero que le llegó a la mente—... quiero saber si él dijo algo importante o extraño. —agregó quizás pensando que eso no le daba ninguna información al hombre.

—No sé a lo que te refieres con eso —dijo Doctor John—; pero puedo mostrarte algunas cosas que notamos en él durante su tratamiento. ¿Eres familiar del paciente?

Kate suponía que el doctor no dejaría que entre aún sabiendo que era conocido, y no podía mentir porque pediría documentación. Quizás su investigación habría llegado hasta ahí; ella no era Sherlock Holmes, las sospechas de los otros miembros del club al respecto de la investigación de que no iba a funcionar, eran verdad, o eso parecía.

—Soy una conocida del hombre —dijo Kate...

El hombre se mantuvo en silencio por un momento y replicó:

—Bien... sígueme...

Se levantó de la silla y se dirigió a uno de los lados de la habitación; ahí había una puerta que llevaba hacia un pasillo.

—Ven. —dijo, y Kate lo hizo. Caminaron por el largo pasillo, salteando las puertas de varias habitaciones enumeradas, «Toilettes» rezaba en una de ellas. Kate caminó, con la cabeza algo gacha, mirando los letreros de Salida de emergencia que encontraba colgando, y un par de luces rectangulares que brillaban de forma tenue (y de vez en cuando parpadeaban. Un hombre con una camisa color blanca que lucía el logo Lacoste y pantalones caqui iba caminando en uno de estos pasillos con un bastón que parecía de más o menos su tamaño, tres puntas con bolas parecidas a las de Baseball clavadas en este. Ambos pasaron al hombre, y llegaron hasta una escalera de caracol.

El hombre invitó a Kate a subir por la escalera. Giraron casi en espiral hacia arriba; Kate a penas podía sostenerse de la barandilla porque estaba algo resbaladiza. Llegaron hasta el segundo piso, el cual tenía solamente un pasillo. Este recorrería casi de punta a punta el cuarto de abajo, llegando a un par de cuartos de administración. Kate recorrió junto a John el pasillo hasta una puerta que se hallaba justo en el fondo del mismo.

—Bien; aquí guardamos todo sobre las personas que internamos —dijo John—; no sé lo que buscas, pero supongo que esto puede serte útil.

John abrió la puerta de un pequeño empujón con su peluda mano (la cual tenía un reloj en ella), y llegaron a otra sala con papeles. El hombre caminó hasta un casillero y lo abrió; revolvió por un rato los papeles hasta que sacó uno algo arrugado.

—Lee esto...

Kate agarró el papel y leyó: era un poema, pero uno bastante extraño:

Dónde el sol no toca

el alma se apaga,

como las llamas del infierno

sin importar lo que se haga.

Igual al que te observa

con ojos llorosos sangrantes

Con el miedo y caos

En esta vida corta

que todas las noches te encuentra

Y unas manos que te ahorcan

Algo que aunque le buscase el sentido, no se lo encontraba, o al menos no del todo. Kate recorrió con la mirada el texto unas tres veces, analizando el contenido detalladamente; pero al final parece ser un poema bastante malo. Ella consideraba que algo así no le ayudaría mucho en su búsqueda, pero, ¿Y si con el que te observa se refiere al ser?; Concordaría si consideraba al sótano como el lugar que el sol no toca.

—¿Puedo llevármelo? —preguntó Kate.

—No —replicó John—, pero si podrías llevarte una copia.

El Sótano De Jade © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora