Parte IV Cierra los ojos

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Parte VI.  Cierra los ojos.

Después de varios intentos Mia se marchó. Se fue como ella quiso, haciendo todo el ruido

que no pudo hacer en vida, un viaje ansiado con un billete sacado de hace mucho tiempo

atrás. Siempre he pensado en el valor y el coraje que tuvo, en el dolor tan grande que

guardaba dentro como para dejarlo todo y marcharse. En la angustia de una madre

desesperada que no supo encauzar su pena y, aun así, sonreía.

Yo soy capaz de eso y de más decía, soy capaz de cruzar infiernos, de vaciar los mares,

tengo una angustia dentro que no me deja vivir. Arrancaré todas las flores que sean

necesarias hasta llegar a mi sitio. Tengo una fuerza que me arrastra hasta lo más profundo

del océano y ya no puedo nadar más. Es como un huracán que me va empujando poco a

poco, me deja sin fuerzas y luego yo me dejo llevar. Es más, a veces creo que lo busco yo,

voy corriendo hacia él y en cuanto lo veo me lanzo sin pensar y quiero saber qué es lo que

esconde. Hay alguien que me llama y no puedo dejarlo sólo, compréndeme me necesita a

su lado y lo tengo que buscar.



Después de varios intentos Mia se fue de esta vida por voluntad propia, de madrugada, en

la oscuridad de la noche, en la oscuridad de su alma. Entre los árboles de medianoche, en el

silencio de la vida, cuando todos dormían, se le fue consumiendo el poco aliento que la

mantenía, un viaje ansiado por mucho tiempo.  Demasiado joven para volar, dejó

huérfanas a dos hijas menores de edad y una vida marcada por el más intenso dolor de una

madre. Se marchó de la manera más valiente y horrible a la vez. Se marchó como casi de la

misma manera que nos conocimos, de una forma que nadie comprendería. La conocí en

unos de los pasillos más estrechos que te pone la vida y aprendí muchas cosas gracias a ella,

llegó de la nada, me ayudó y desapareció. Porque claro que yo también tenía días de mierda

y ella siempre estaba a mi lado, ayudándome. Se fue en silencio sin hacer ruido, pero

créanme que mereció la pena. Claro que mereció la pena haberla conocido, ella me ha

enseñado muchas cosas y me quedo con todo lo bueno que vivimos.

Siempre merece la pena conocer a alguien que te aporte y enseñe algo en la vida, aunque

desaparezca, aunque te rompa por dentro en mil pedazos. Y sí, me has dejado muchas

flores, pero es que yo ya no soy la misma. Me has dejado un vacío dentro de mí que no sé

cómo recomponerlo. Dejaste huella en mi vida, una lección de bondad y ayuda al prójimo

dabas lo que no tenías, sonreías cuando ya no podías más.

Me gusta pensarte corriendo en la nieve, tirando bolas al cielo y jugando a vivir, ese viaje a

la nieve que ya nunca haremos, sonriendo el doble, un concierto al que no asistiremos

nunca. Ahora entiendo todas tus pistas, lo importante de la vida, tu mensaje. Mia se mezcla

Siete días con Mia (Libro Publicado!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora