PARTE V. Desde su cielo

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Parte V. Desde su cielo.

Domingo.

Es Domingo en Cortona, el aire recuerda que ya están presentes las vacaciones de verano,

Mia y yo vamos paseando por sus calles de piedra, miramos los escaparates adornados con

macetas y cortinas que decoran las pequeñas ventanas de madera, el viento trae olor a pan

recién hecho. Nuestros hijos juegan en el jardín de la casa de Mia, su marido les hace

sándwiches de queso y juega con Alessandro al fútbol.

Francesca barre su puerta y riega sus girasoles como todos los días. Nos acercamos a la

cafetería con sillones rosa, en la vitrina se ven tartas de todos los sabores. Paola nos saluda

al entrar, nos comenta que le gustaría venir con nosotras a ese viaje a la nieve, sabe que

llevamos tiempo queriendo ir y le dijimos que nos acompañara. Le digo que no se

preocupe, nos apetece que se venga con nosotras, esta vez sí es verdad. Mia apenas se

detiene a hablar con Paola, camina firmemente hacia nuestra mesa y se sienta en un

enorme sofá color rosa, junto a la ventana, a ella le gustar mirar el puente mientras se toma

su tarta. Paola con su delantal de volantes rojo nos mira y nos hace un gesto con la mano.

- ¡Tarta de chocolate verdad!

- ¡Si y dos cafés con leche!, le contesto.

Mientras nos tomamos nuestra merecida tarta, Mia no deja de mirar por la ventana, está

muy seria y apenas quiere mirarme a los ojos. Lleva el pelo recogido en un moño y las gafas

en la cabeza.

-Mia por ahí viene Don Bruno.

Ella no se inmuta del asiento porque sabe que es mentira, sólo quiero que se ría un poco

dentro de su caos.

-Mia ya te lo he dicho, tengo irme, necesito vender la casa, es algo que no está en mi mano,

ya lo sabes no depende de mí.

Además, el trabajo también me pilla más cerca. La dos sabíamos que este momento iba a

llegar. Estoy sólo a media hora en coche. No te preocupes voy a seguir viniendo a verte.

-No sé qué voy a hacer sin ti Alba, se me va a hacer muy duro si te vas. No voy a poder ir a

verte, recuerda que no tengo coche.

-Tranquila mujer que no me voy al fin del mundo, seguimos estando cerca. No te

preocupes por el coche ya te lo he dicho. Yo vendré a verte, todo seguirá igual te lo

prometo.

Saca del bolso algo, me coge la mano y me da su pulsera con hilos de colores, me sonríe.

-Póntela, te traerá suerte en tu nueva etapa. Me alegra que, al fin, puedas vender la casa

Alba.

-Muchas gracias, Mia, lo sé que te alegras de verdad. Me pondré tu pulsera, sé que es

especial para ti. No quiero que te preocupes Mia, estoy solo a media hora, sigo estando

cerca. En dos semanas vuelvo, necesito arreglar unos papeles y organizar la mudanza, te

Siete días con Mia (Libro Publicado!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora